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Fuentes de las culturas precolombinas

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura hispanoamericana

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FUENTES DE LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS

Códices y fuentes

Cuando Cristóbal Colón llegó a América, en Mesoamérica circulaban manuscritos, escritos en corteza o piel, con jeroglíficos pictográficos (mixtecas y aztecas) o ideogramas (mayas) sobre calendario, festividades, crónicas genealógicas, tablas astronómicas, cartografías e instrucciones para la agricultura.

A pesar de las grandes quemas que organizaron los españoles de los libros indígenas, se conservaron algunos códices originales. Tras la conquista muchos indígenas aristócratas o descendientes de las casas reales indígenas redactaron crónicas de la historia de sus pueblos. Muchas de estas crónicas están en caracteres latinos, aunque en lengua indígena. Son, pues, sus autores indígenas convertidos o alfabetizados, de modo que sus historias o recopilaciones mitológicas están a veces teñidas ya de mentalidad europea. Otras fuentes son las famosas relaciones escritas por los misioneros o conquistadores en las que refieren muchas costumbres e historia indígena. Son informes por escrito para presentar ante una autoridad.

Fuentes mayas

Los mayas desarrollaron su escritura en el periodo clásico. Sus jeroglíficos son ideogramas con elementos variables ya, símbolos que comparados con los pictogramas de los aztecas y mixtecas representan un cierto grado de abstracción.

En 1570, el obispo español de Yucatán, Diego de Landa, mandó quemar todos los libros mayas. Fue como la quema de la biblioteca de Alejandría por los árabes en la antigüedad europea. De la quema se salvaron solamente tres códices, traídos a Europa como recuerdo. Por otro lado, a Diego Landa debemos el descifrado de un tercio de los códices mayas en lo que se refiere a números y fechas, ya que nos dio indirectamente la clave en sus relaciones.

Los tres códices originales precortesianos:

 

Codex Tro-Cortesianus, Codex Madrid (Museo de América)

Es el mayor de los tres, con 112 páginas en forma de biombo.

 

Codex Peresianus. Codex Paris (Bibliothèque Nationale)

Se conservan solo fragmentos referentes al calendario y culto.

 

Codex Dresdensis (Sächsische Landesbibliothek in Dresden)

Es el más valioso y el más antiguo de todos. Almanaque adivinatorio con material astronómico.

De estos tres códices originales se han descifrado los símbolos para dioses, días, meses, constelaciones estelares, animales, toponímicos; pero falta por descifrar el sistema o código de su composición sintáctica. En total está descifrado solo un tercio del códice. En el siglo XVI, tras la conquista, muchos indígenas alfabetizados comenzaron a copiar manuscritos indígenas en caracteres latinos o a redactar informes en parte mitológicos y en parte históricos. De los mayas conservamos los siguientes escritos en lengua indígena y letra latina:

 

Chilam Balam de Chumayel

 

Chilam Balam de Tzimin

 

Chilam Balam de Maní

Del Chilam Balam, libro sagrado maya (Yucatán, México), hay diferentes versiones; la más importante es del poblado de Chumayel; el manuscrito (siglo XVI) se encontró en el XIX, quizá procedente de antiguos códices y tradición oral. Los sacerdotes (chimales) trasmitían las profecías divinas, tendidos de espaldas; Balam significa jaguar o brujo y es nombre de familia. De contenido religioso, destacan fragmentos relativos a mitos cosmogónicos; otros son rituales, los katunes, fórmulas simbólicas de iniciación; textos calendáricos e históricos sobre los principales grupos de Yucatán y la devastación causada por la conquista española. Los Chilam Balam son documentos de la derrota maya. Están llenos de huellas cristianas ya.

Más interesantes son los Anales de los Cakchiqueles o Memorial de Solalá. Escritos en cakchiquel, confirman el contenido del Popul Vuh o Biblia Maya. En 1701 llegó a la parroquia del hoy Chichicastenango el padre Francisco Ximénez, de la Orden de Predicadores. En Guatemala había aprendido los dialectos mayas. El cacique de la comunidad indígena le presentó un texto en quiché, escrito en caracteres latinos probabolemente en varias ediciones en circulación, era el Popol Vu o Libro sagrado de los mayas-quichés. Ximénez los copió a dos columnas: una en quiché y otra en español, devolviendo luego la copia a los indígenas. El manuscrito se perdió y fue encontrado de nuevo en Chicago en 1941 junto con Arte de las tres lenguas de Ximénez.

De las tierras altas del Sur de Guatemala proceden:

 

Memorial de Sololá. Anales de los cakchiqueles

 

Cakchiquel, pueblo indígena americano que pertenece al grupo lingüístico quiché y que habita en los departamentos de Chimaltenango, Sololá y Sacatepéquez en Guatemala. Junto con los quiché, es el grupo más numeroso dentro de los maya ya que ascienden a más de un millón de personas. Su documento histórico más conocido es el llamado Memorial de Sololá. Anales de los Cakchiqueles, una genealogía de sus héroes. Guerrearon contra los españoles entre 1524 y 1530, en concreto contra Pedro de Alvarado, quien intentó fundar la ciudad de Santiago de Guatemala.

 

El Popol Vuh

 

Popol Vuh o libro santo de los quiché, texto escrito en lengua quiché (grupo étnico de la familia maya) a mediados del siglo XVI por algún miembro de la citada etnia que ya había sido instruido por los españoles, en tanto que compuso la obra con caracteres del alfabeto latino. El Popol Vuh (cuya traducción aproximada sería Libro del Consejo o Libro de la Comunidad) supone un auténtico compendio de la cosmogonía y pensamiento quichés (y, por extensión, de la mitología maya) que posiblemente sólo habían perdurado por tradición oral.

El erudito guatemalteco Adrián Recinos explica: «El documento contiene las ideas cosmogónicas y las tradiciones de este pueblo, la historia de sus orígenes y la cronología de sus reyes, hasta el año 1550». El Popol Vuh está compuesto por cuatro partes que narran la creación del Universo y del hombre (Biblia maya-quiché), la historia, las tradiciones y la cronología de los reyes quichés hasta 1550. A pesar de no haber tenido contactos con la civilización europea, los mayas quichés concibieron una explicación del nacimiento del mundo muy próxima a la que en el cristianismo proporciona el libro del Génesis.

Según el Popol Vuh, el mundo era nada hasta que los dioses, el Gran Padre (creador) y la Gran Madre (hacedora de formas) decidieron generar la vida. La intención de ambos era ser adorados por sus propias creaciones. Primero crearon la Tierra, después los animales y, finalmente, los hombres. Éstos fueron inicialmente hechos de barro, pero como el intento fracasó, el Gran Padre decidió extraerlos de la madera. No obstante, los nuevos hombres eran altivos, vanidosos y frívolos, por lo que el Gran Padre los aniquiló por medio de un diluvio. Pese a este suceso, los dioses no desistieron y, en una última tentativa, crearon a los hombres a partir de granos de maíz molidos y, de los cuerpos de aquéllos, a cuatro mujeres. Una vez constituidas otras tantas familias, los dioses, temerosos de que a sus criaturas pudiera tentarlas la idea de suplantarlos en sabiduría, disminuyeron la vista e inteligencia de los ocho. El Popol Vuh también relata las hazañas de dos hermanos gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué, vencedores de las fuerzas malignas e hijos de una de aquellas mujeres que, pese a su virginidad, los concibió de manera milagrosa.

El obispo español de Yucatán, Diego de Landa, es el primero que nos proporciona información sobre la religión, las leyes, costumbres y jeroglíficos de los mayas de Yucatán en su famosa

 

Relación de las cosas de Yucatán

 

La relación fue escrita en 1566 y publicada por vez primera en París, en 1864. Fuente indispensable para el conocimiento de la cultura y, sobre todo, de la escritura maya, a cuyo desciframiento contribuyó de forma notable, se trata de la descripción de dicha civilización así como de la narración de la llegada de los españoles a los territorios yucatecos y su posterior conquista. La geografía, la historia, la fauna y la flora de Yucatán son los protagonistas de la obra, ocupando un lugar preponderante el estudio de las costumbres y los comportamientos religiosos de sus habitantes.

Fuentes mixtecas y aztecas

Los mixtecas eran excelentes pintores y amanuenses que fueron llamados a menudo por los aztecas como maestros. Los pictogramas aztecas estaban en tiempos de la conquista en gran evolución, se estaban acercando a algo así como a la representación gráfica de fonemas, sobre todo en toponímicos. Muchos de los antiguos signos ya habían perdido su carácter plástico.

Códices de historia y cultura náhuatl:  

 

Codex Borgia. (Biblioteca de la Congr. di Propag. Fide. Roma)

 

Codex Vindobonensis Mexicanus I. (Österr. Nationalbibliothek Wien)

 

Codices Becker I / II. (Museum für Völkerkunde Wien)

 

Codex Egerton 2895. (British Museum London)

 

Codex Vaticanus B 1773. (Biblioteca Apostolica Vaticana, Roma)

 

Codex Nuttall. (British Museum Londo)

 

Codex Colombinus

 

Codex Fejérváry-Mayer. (City of Liverpool Museum. Liverpool)

 

Codex Chimalpopoca

 

Codex Badianus. Escrito por un médico indígena en el 1552.

 

Codex Magliabecchi. Escrito poco después de la conquista.

 

Codex Ramírez

 

Codex Telleriano-Remensis

 

Codex Votivano-Ríos

 

Codex Xolótl. Historia posttolteca de Texcoco.

 

Codex Cospi

 

Codex Boturini. Tira de la peregrinación

 

Codex Azcatitlán

 

Codex Aubin

 

Codex Mendoza (Oxford)

 

Así llamado porque dicen que fue escrito y dibujado por orden del primer virrey de Nueva España (Mesoamérica), Antonio de Mendoza. Consta de 71 folios en tres partes y narra la historia y fundación de la ciudad de México, relación de tributos pagados por los caciques a Moctezuma (cada tributo con el dibujo correspondiente); relación de la vida de un indio desde su nacimiento hasta su vejez. Es una de las fuentes principales para conocer las culturas del Anáhuac.

El primer arzobispo de México, Don Juan de Zumárraga, reunió todos los manuscritos que circulaban en el Valle del Anáhuac (meseta central mexicana), sobre todo de Texcuco, ciudad muy cultivada y que archivaba manuscritos, y los mandó quemar en la plaza de Tlatelolco.

Entre las fuentes españolas o “relaciones” para Mesoamérica, el autor principal es el franciscano Fran Bernardino de Sahagún, que es el cronista español más importante. Sahagún interrogó a los aristócratas y sacerdotes sobre sus mitologías y ritos. Muchos de los códices conservados de la cultura náhuatl fueron escritos por indígenas por mandato o encargo de los españoles. Sus autores estaban ya alfabetizados y no sabemos qué influencia pudo haber tenido ya la aculturación cuando escribieron sus documentos.

Las crónicas españolas no son todas fidedignas, dado el poco cariño y comprensión que algunos muestran para con las costumbres y creencias de los pueblos indígenas.

Relaciones en español:

 

Sahagún, Bernardino de: Historia General de las Cosas de la Nueva España. Dos volúmenes.

 

Codex Florentine / Codex de Florence. Manuscrito de Sahagún con texto náhuatl.

 

Díaz del Castillo, Bernal: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.

 

Casas, Bartolomé de las: Historia de las Indias. Luchó contra el trato bárbaro dado por los españoles a los indígenas. Se le atribuye la Leyenda Negra.

 

Hernán Cortés: Cartas de Relación de la Conquista de la Nueva España.

 

Zurita, Alonso de: Breve y Sumaria Relación de Señores y Maneras y diferencias que había en ellos en la Nueva España.

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