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El Modernismo

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura hispanoamericana

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El modernismo

Marco histórico

La escuela jurídica de Salamanca, Universidad en la que enseñaron Francisco Suárez (1548-1617), pensador y teólogo, famoso por su importante contribución a la filosofía de la ley, y Francisco de Vitoria (1486-1546), dominico, catedrático en la Universidad de Salamanca al que se considera fundador del Derecho internacional. Suárez y Vitoria habían creado el “derecho de gentes” a raíz de la discusión sobre los derechos de los indios en la América recién descubierta.

El jesuita Francisco Suárez razonó en contra de la teoría del derecho divino de los reyes y desarrolló un sistema de Derecho civil y penal que abarca los principios de responsabilidad civil y justicia legal. Condenó la despiadada explotación de los indígenas de Nueva York por los colonizadores españoles y calificó las diferentes naciones y Estados del mundo como 'comunidad natural' dentro de una unidad política y moral. Se anticipó al Derecho internacional al sostener que las relaciones internacionales estaban regidas por la ley de los pueblos (ius gentium) basada en la ley natural y establecida por un conjunto de costumbres y tradiciones, y en el derecho positivo, establecido por estatuto.

La aportación más conocida del dominico Francisco de Vitoria fue el haber iniciado el Derecho internacional con su lección De indis, donde abordó el asunto de los derechos de la Corona en la conquista de América y los derechos de los habitantes de aquellas tierras (1539). A partir de entonces fue consultado en múltiples ocasiones por el emperador sobre asuntos relacionados con las Indias Occidentales (hoy Antillas).

Los jesuitas pasaban por ser antirregalistas por defender el derecho al regicidio en casos en los que el rey actuara contra el pueblo. Esta tradición antirregalista llevó a Carlos III a expulsar a los jesuitas en el siglo XVIII. Los jesuitas expulsados de América se trasladaron a Italia, desde donde dieron a Europa una nueva imagen de América publicando libros sobre el continente y algunos escritos incluso programáticos defendiendo la autodeterminación de los pueblos americanos.

A principios del siglo XIX había un grupo de intelectuales liberales en América que habían asimilado las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa y en su actividad periodística propagaban la mayor independencia de  las colonias americanas.

Cuando en el 1808 España quedó acéfala, sin gobierno, al marcharse el rey Carlos IV con su hijo Fernando VII a Bayona, donde fueron presos de Napoleón hasta el 1814, las colonias americanas quedaron también huérfanas y aprovecharon la oportunidad para independizarse. La independencia americana comienza en 1810 y dura varios años. Las últimas colonias que se independizan de España son Cuba, Puerto Rico y Filipinas en el 1898, fecha clave en las letras españolas por dar comienzo a una nueva generación literaria, la generación del 98, como reación a la pérdida de las últimas colonias de ultramar.

La independencia americana fue llevada a cabo por la clase criolla, que aunque poseía parte de la riqueza material, no tenía derecho a ejercer cargos políticos, reservados al español veniodo de la Península que conocía menos que el criollo la situación americana. La independencia fue obra del grupo liberal de intelectuales, seguidos por los criolos que detentaban el poder material.

Tras la independencia viene una etapa revuelta en la que triunfa el caudillismo. El caudillosmo tenía sus raíces en la estructura social que surgión en Hispanoamérica tras la conquista: la institución de la encomienda mediante la que España donaba tierras en usufructo al español que se había distinguido en la conquista o colonización. El encomendero tenía derecho a una asignación de indios como mano de obtra en sus extensas tierras, con la obligación de catequizarlo y enseñarle cultura. Estas encomiendas pasan más tarde a dominio privado y se va creando la institución del hacendero (que tiene hacienda en bienes raíces), que ahora, en vez de tener poder sobre los indios, lo tiene sobre los peones del campo que dependen de él. Se crea así un caciquismo (intromisión abusiva de una persona o una autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder o influencia), que también dominaba en España durante el siglo XIX; caciquismo que llevaba al patrón a “imponer su voto político” a sus peones y a votar por todos ellos.

Tras la Independencia a principios del siglo XIX, viene una etapa de caudillosmo, en la que el caudillo se levanta con el poder. Esta clase de caudillos venían de la clase terrateniente o del campo y no fueron aceptados por la clase intelectual liberal, que los combatió. En Argentina tenemos al famoso caudillo Juan Manuel de Rosas (1793-1877), al que se opuso Sarmiento, que le sucedió más tarde en la presidencia. Sarmiento escribió su famosa novela Facundo. Civilización y Barbarie, en la que se equiparaba al dictador Rosas con la figura del gaucho salvaje de la Pampa argentina: la barbarie contra la civilización.

Después de la dictadura de Rosas, sube al poder el liberal Sarmiento que no tiene tanto éxito con su política cultural como se esperaba. Chile, que ya tenía gran tradición literaria desde Andrés Bello en el Neoclasicismo, ofrece un clima apropiado par alas letras tras la estancia allí de los liberales argentinos enemigos de Rosas. A Chile irá un nicaragüense, Rubén Darío, y allí publicará su mejor libro, Azul (1888), que significó la consagración del Modernismo como nueva corriente literaria.

El modernismo

La palabra “modernismo” se refiere, sobre todo en arte y literatura, a la afición a las cosas modernas con menosprecio de las antiguas.

Como movimiento religioso de fines del siglo XIX y comienzos del XX, pretendió poner de acuerdo la doctrina cristiana con la filosofía y la ciencia de la época, y favoreció la interpretación subjetiva, sentimental e histórica de muchos contenidos religiosos.

Como movimiento artístico en Hispanoamérica y en España, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizó por su voluntad de independencia creadora y la configuración de un mundo refinado, que en la literatura se concreta en innovaciones lingüísticas, especialmente rítmicas, y en una sensibilidad abierta a diversas culturas, particularmente a las exóticas.

Diez Cañedo habla, a propósito del Modernismo, de «influencia de retorno», ya que contribuyó a renovar radicalmente la expresión poética de la Madre Patria. Al Modernismo se debe, en esencia, que el nuevo siglo haya visto el extraordinario florecimiento de las letras no sólo americanas, sino también hispánicas.

el Modernismo como movimiento teológico

En teología y filosofía, el Modernismo fue una corriente de pensamiento de un grupo de científicos y eclesiásticos que intentaron reinterpretar la doctrina cristiana en los términos del pensamiento científico del siglo XIX. Esos intentos, aunque no constituían un sistema único, fueron tratados en bloque y llamados modernismo por el Papa Pío X en 1907.

Los modernistas de la Iglesia católica tendían a negar el valor objetivo de las creencias tradicionales y a considerar determinados dogmas de la Iglesia como simbólicos más que como verdades literales. Entre las más importantes figuras de este grupo se encuentran el teólogo irlandés George Tyrrell, el teólogo británico barón Friedrich von Hügel, y el teólogo y orientalista francés Alfred Loisy. Obras como Vida de Jesús (1863), del filólogo e historiador francés Ernest Renan, ayudaron a mitigar la autoridad de las enseñanzas de la Iglesia del cristianismo originario.

El modernismo en Europa fue también causa de controversia política. Los que defendían las opiniones tradicionales sobre la Iglesia y el Estado se oponían a los modernistas y a su deseo de reformas sociales. Dentro de la Iglesia católica se atacó la centralización organizativa desde Roma y la influencia de la Curia papal. La disciplina de la Iglesia sobre el clero fue cuestionada con gran dureza. Quizás lo más notable fue la petición de los eruditos de trabajar y publicar sin la supervisión de las autoridades eclesiásticas.

La censura del movimiento alcanzó su máximo auge en 1907. El 3 de julio de ese año, un decreto, Lamentabili sane (‘Con resultados lamentables’) fue publicado por el Santo Oficio con la aprobación de Pío X. Enumeraba y condenaba como heréticas, falsas, temerarias, audaces y ofensivas 65 propuestas, 38 de las cuales se referían a la crítica bíblica y el resto al modernismo. El 8 de septiembre del mismo año, el papa publicó una encíclica, Pascendi dominici gregis (‘De las obligaciones principales’).

Según esta encíclica papal, el modernismo es una síntesis de todas las herejías, “una alianza entre la fe y la falsa filosofía”, resultado de la curiosidad y el “orgullo, que despierta el espíritu de la desobediencia y demanda un compromiso entre la autoridad y la libertad”. Pío X concluía su ataque al movimiento el 1 de septiembre de 1910, en un motu propio (mensaje que sólo puede elaborarse por exclusiva iniciativa papal) denominado Sacrorum antistitum (‘De los obispos sagrados’). Sancionaba todos los artículos de fe católicos y disentía de todos los dogmas condenados por la Iglesia de Roma en cualquier época. En el mismo escrito, se exigía un juramento antimodernista a todos los clérigos de la Iglesia católica.

También se había desarrollado un movimiento similar entre los protestantes. Si se aceptaban los hallazgos históricos de los estudiosos bíblicos y la llamada crítica superior, se planteaban cuestiones que no podían ser contestadas en los mismos términos de las creencias tradicionales. La importancia filosófica de la Ilustración, a finales del siglo XVIII, y la revisión contemporánea de los orígenes de la expresión religiosa personal añadieron fuerza a tales materias. Destacados entre los modernistas protestantes fueron los teólogos alemanes Friedrich Schleiermacher y Albrecht Ritschl.

Estos grupos protestantes trataban de encontrar nuevas interpretaciones acerca de la experiencia religiosa y un entendimiento de la historia que pudiera adaptar las implicaciones de la teoría de la evolución y los descubrimientos en psicología, arqueología e historia antigua. En gran parte, negaron la inspiración literaria de la Biblia y la historicidad del Jesucristo de los Evangelios. Insistieron en comportamientos éticos y morales, más que en la adhesión a credos formalizados y sistemáticos, como esencia de la vida cristiana. Implantaron y recondujeron las actividades de los oficiantes religiosos hacia áreas sociales lejanas de la esfera académica y teórica.

El modernismo como movimiento artístico

El movimiento modernista fue una reacción al prosaísmo del Realismo y del Naturalismo de la burguesía del siglo XIX, que había empobrecido el lenguaje y le había quitado a la literatura su mejor dimensión: la creatividad, la novedad, lo artístico. Los intelectuales hacia el año 1885 admiraban todavía a los héroes de la acción política tras la Independencia, pero tras los primeros fracasos de la política llevada a cabo por los caudillos y tras las primeras luchas contra la “barbarie”, comenzó a sentirse una especie de nostalgia por formas sociales “más cultivadas y civilizadas”: mirada a Europa, ansia de un monarca o “emperador” (intentos en México, que fracasan con el asesinato de Maximiliano de Austria).

Los intelectuales liberales de esta etapa, con gesto amargo, irónico o decepcionado, se apartaron de la lucha y se dedicaron a la literatura. Como en la Vine de fin de siglo (Fröhliche Apokalypse), comenzaron a soñar y a tomar como temas de sus poesías las princesas, regiones lejanas, auras y parques, entes etéreos, etc.

Estos autores, en literatura cultivaron los tonos nostálgicos, los estudios humanísticos, los ideales de la perfección formal, vistos y entrevistos en escritores europeos, especialmente franceses. Hay escritores muy distintos dentro del Modernismo, pero lo común entre todos ellos parece ser el resentimiento contra las condiciones de vida social inmediata y el aire jactancioso de ser los primeros en cultivar las letras por las letras mismas. El ambiente mediocre de la burguesía americana y el resultado de la independencia, que no trajo nuevos ideales, sino el caudillismo y la anarquía más bárbara, les irritaba y comenzaron a buscar modelos en el ambiente europeo.

En Francia dominaba el Parnasianismo (la búsqueda de la belleza impersonal y cincelada, concedía importancia a la estructura métrica y a la belleza formal a expensas del sentimentalismo característico del movimiento romántico) y el Simbolismo (elude nombrar directamente los objetos y prefiere sugerirlos o evocarlos). El Parnasianismo y el Simbolismo son reacciones francesas a la mediocridad formal del naturalismo y a la retórica de la burguesía de fin del siglo XIX. Parnasianos fueron Gautier, Leconte de Lisle, Banville,; y simbolistas, Verlaine, Baudelaire y Mallarmé.

El Modernismo aglutina las dos corrientes francesas: el Parnasianismo como reacción contra el subjetivismo y sentimentalismo romántico con el cultivo de una poesía objetiva, entre cuyos ideales destaca la exaltación de la belleza y la perfección formal; y el Simbolismo, orientado más bien a la interiorización y evocación de momentos especialmente significativos, mediante el uso de sugerencia, supresión de la anéctoda y la potenciación de los valores musicales del verso.

Del Parnasianismo adoptará el Modernismo la contraposición a las formas y estilo del Romanticismo; incorporarán el cuidado de la forma, para atender más a lo estético que a lo sentimental; y crearán una poesía más despersonalizada y descriptiva, con temas recurrentes como el arte y la antigüedad clásica. Del Simbolismo recogerá cuatro aspectos: la exaltación de la imaginación, de la espiritualidad y de los sueños; la comprensión del mundo como un misterio a descifrar; la reacción contra el naturalismo y el realismo imperantes; y la construcción de versos libres.

 

«El modernismo recoge los temas antiguos, dándoles una nueva interpretación y, en este sentido, restableció un peculiar neoclasicismo, abrillantado por la experiencia de los parnasianos; rehace los temas medievales con las consecuencias artísticas del Prerrafaelismo inglés; renueva la consideración de los Siglos de Oro y del siglo XVIII con el intento de encontrar cuadros de época, no a la manera realista, sino reflejándolos en el espejo de la imaginación. Representa el Modernismo el arte que lo exige todo al hombre, sobre todo al artista: vida, moral y política, aunque sea en un sentido negativo» [López Estrada].

Aunque la temática del Modernismo no tiene mucho que ver directamente con la realidad social del tiempo, su principal innovación fue la renovación del lenguaje: la revolución en el estilo. En este sentido se diferencia de la generación del 98 español, aunque los autores del 98 comenzaron impulsados por el espíritu renovador y de reacción a un pasado mostrenco, espíritu propagado por los modernistas. Tanto los autores modenistas españoles como el 98 se llamaron desde un principio “los nuevos”; más tarde el 98 se iría diferenciando del Modernismo por su temática y su preocupación por temas nacionales y menos formales.

Modernismo

frenta a

Generación de 1898

Preocupación por la forma.

Temática cosmopolita.

Preocupación por la estética

 

Preocupación por el fondo.

Temática nacional.

Preocupación por la ética

Pero en el fondo es difícil separar estas dos corrientes literarias en España, pues convivieron ambas al mismo tiempo y se influenciaron mutuamente; incluso hubo autores que comenzaron siendo modernistas y terminaron siendo noventayochistas (como Valle Inclán). En España comienza el Modernismo prácticamente con la llegada de Rubén Darío en el 1898 a España como corresponsal del diario de Buenos Aires La Nación.

La renovación del lenguaje poético y del estilo en general que trajo el Modernismo ha sido comparada con la que se produjo en el siglo XVI al ser introducidas y divulgadas en España las combinaciones métricas de origen italiano y la nueva estética renacentista (Boscán y Garcilaso de la Vega). El Modernismo es el paso previo para la radical renovación del arte de vanguardia, y punto de referencia obligado para entender la moderna poesía en lengua española. La influencia del Modernismo llegó hasta la generación de 1927 (generación de García Lorca).

El Modernismo propugna la libertad, la originalidad, la sinceridad y el trabajo consciente para hacer de la poesía una obra de arte y devolver a la lengua la libertad y la creatividad. Los movimientos posteriores pondrán el énfasis en la sinceridad (Postmodernismo) y la originalidad (Vanguardia). Pero ambos conservarán los principios del modernismo: libertad y arte creador.

El Modernismo marca la mayoría de edad y la madurez de la lírica americana. Es el primer síntoma de originalidad literaria plena y de su independencia de Europa. Es el primer movimiento cultural que, como tal, nace en América y ejerce influencia en Europa. La literatura romántica americana sigue imitando a Europa; la neoclásica era copia europea; la realista y naturalista repetía a los franceses, ingleses, españoles y rusos.

Hasta el Modernismo, el arte americano no se torna en subjetivo, vuelto al hombre interior. Con el Modernismo el arte se hace humano, creador: “nombrar las cosas es crearlas”.

Norteamérica ya tenía sus poetas grandes: Poe, Whitman, Hawthorne; Francia, sus parnasianos y simbolistas: Verlaine, Baudelaire, Rimbaud; Irlanda tenía a Yeats, George Moore y Joyce. El Modernismo es la forma hispana de la crisis universal de las letras y del espíritu, que se inicia en el 1885. Era el encuentro de nuevo con la belleza sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa.

Características del modernismo

 

-Reacción a las tendencias artísticas del Realismo y Naturalismo.

-El rechazo de la realidad cotidiana, ante la cual el escritor puede huir en el tiempo (evocando épocas pasadas y mejores) o en el espacio (muchos de los poemas se desarrollan en lugares exóticos y lejanos).

-Una actitud aristocratizante y cierto preciosismo en el estilo, así como la búsqueda de la perfección formal (de inspiración parnasiana) que se aprecia no sin cierto individualismo.

-La búsqueda de la belleza se consigue a través de imágenes muy plásticas y acercamiento a las artes, de una adjetivación con predominio del color y con imágenes relacionadas a todos los sentidos, así como con la musicalidad que produce el abuso de la aliteración, los ritmos marcados y la utilización de la sinestesia (influencias del simbolismo).

-Tanto la fidelidad a las grandes estrofas clásicas como las variaciones sobre los moldes métricos, utilizando versos medievales como el alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo; con aportes de nuevas variantes al soneto.

-El uso de la mitología y el sensualismo.

-Una renovación léxica con el uso de helenismos, cultismos y galicismos, que no buscaba tanto la precisión como el prestigio o la rareza del vocablo.

-El deseo innovador que aspiraba a la perfección que apreciaban en la literatura europea.

-La adaptación de la métrica castellana a la latina.

-El culto a la perfección formal, con poesía serena y equilibrada.

El género imperante en el Modernismo será la poesía. La narrativa tardó más en llegar. Un poco más tarde el Modernismo arribó al ensayo y para el siglo XX ya encontramos obras de teatro modernistas presentándose en toda Latinoamérica, pero principalmente en México.

En la narrativa modernista, se han identificado dos tendencias: la de los narradores estetizantes y la de los realistas. La narrativa estetizante surge cuando la prosa modernista trató de novelar los recursos de la poesía por el conflicto entre la belleza de la frase y el cuidado del desenvolvimiento de la acción.

La narrativa realista, por su parte, va a encontrar sus recursos en el Naturalismo y el Costumbrismo; se acercó a veces a la literatura poética del Modernismo, pero tomó su propio cauce hacia una descripción objetiva de la realidad.

La influencia francesa en el Modernismo

El Modernismo fue influido por las dos escuelas francesas finiseculares, la de los parnasianos y la de los simbolistas. Los parnasianos son los últimos románticos franceses. Reaccionan contra el desaliño de los románticos y trabajan por hacer de la forma poética una joya. El Parnaso tiene el culto a la belleza, armonía de las formas del viejo Panteón.

Los simbolistas o “decadentes” son más cordiales, más subjetivos, íntimos, humanos, misteriosos y musicales (Verlaine: “la música ente todas las cosas”). Sensuales y pesimistas, enfermos del “mal del siglo”, buscan una revolución en la poesía francesa y universal. Verlaine publica su Art poétique en 1882. Baudelaire (1821-1867) había ya escandalizado al público europeo con sus Flores del mal: flores malsanas y negras, pero flores preciosas. Baudelaire, cerebro parnasiano y corazón de decadente, que traduce a Poe y ama la música de Wagner, es una de las puertas del Modernismo de Rubén Darío.

Mallarmé, por su parte, enseña a los modernos: “sugerir, no narrar”. La influencia más poderosa sobre la literatura del siglo XX es esta poesía de torre de marfil y de humano dolor personal, hecha de música y de símbolo, de medios tonos y sugerencias leves, con música de Verlaine y la dudosa mística panteísta de Maeterlinck o de L’enfant terrible de Rimbaud.

A la influencia de estas escuelas francesas y de la escuela irlandesa, de Yeats, George Moore y Joyce, los primeros en llevan al inglés el simbolismo francés, se agrega el espíritu de evasión de la realidad, de escapismo, en los premodernistas y primeros modernistas; y la búsqueda del color exótico de lo oriental y lo nórdico, chinerías y japonerías, entrelazadas con mitología griega, nebulosidades germánicas y elegancias versallescas (Rococó):

 

Algo muy antiguo y muy moderno,

audaz, cosmopolita –

con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo –,

y una sed de ilusiones infinita.

El Modernismo es la forma hispánica de la crisis universal que se inicia en las letras y el espíritu hacia el 1885. La disolución del siglo XIX que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión y la política. Para Juan Ramón Jiménez el Modernismo no fue solamente una tendencia literaria, fue una tendencia general. Alcanzó a todos los niveles de la vida. Lo que se llama Modernismo no es una cosa de escuela ni de forma, sino de actitud. Era el encuentro de nuevo con la belleza sepultada en el siglo XIX del Realismo, Naturalismo y Positivismo; en una época de triunfo de la burguesía positivista, del comienzo de una etapa de restauración conservadora y de política retórica. El Modernismo es la reacción a la burguesía prosaica. Es la afirmación de la belleza, de la creatividad como rebelión contra las generaciones anteriores. En este sentido fue un movimiento de rejuvenecimiento cultural.

En la Viena de fin de siglo (Traum und Wirklichkeit. Die frähliche Apokalypse) encontramos también un movimiento que quiere romper con el prosaísmo y con la insinceridad y vaciedad del lenguaje. La preocupación por un nuevo lenguaje o por la “purificación de la lengua” la encontramos en los primeros decenios del siglo XX en Karl Kraus, Ludwig Wittgenstein; en arquitectura tenemos la tendencia a la purificación de las formas de la carga romántica (Otto Wagner, Adolf Loos), etc., sin olvidar a Sigmund Freud y su descubrimiento de la “cura mediante la lengua”, de su afán de sinceridad interior y desvelamiento, mediante el lenguaje, de las inhibiciones y falsedades burguesas: búsqueda de la claridad, la sinceridad, la creatividad interior y la revalorización del mundo sensual y erótico, tan sometido a la represión social de la burguesía del siglo XIX, centrada en el provecho económico y la seguridad social.

Precursores del Modernismo

Se reconocen antecedentes y concordancias modernistas en otras figuras del mismo periodo, como los cubanos José Martí y Julián del Casal, el colombiano José Asunción Silva, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el español Salvador Rueda.

El modernismo coincide con un pujante desarrollo de algunas ciudades hispanoamericanas, que se hacen cosmopolitas y generan un comercio intenso con Europa. Se comparan con las grandes ciudades estadounidenses y producen un movimiento de ideas favorables a la modernización de las viejas estructuras heredadas de la colonia y las guerras civiles. Estos son los años de la confrontación entre España y Estados Unidos por la hegemonía en el Caribe, que terminó con el desastre colonial de 1898, hecho que dará nombre a la generación del 98, que tuvo importantes relaciones con el modernismo.

En América, la definitiva salida de los españoles ponía a la población americana ante la alternativa de copiar a Norteamérica o reafirmar el carácter hispánico o, más en general, latino de Hispanoamérica. Para ello los autores se remontan a los clásicos de Grecia y Roma, cribados por los modelos franceses.

Las ciudades copian a París y los escritores buscan nuevas referencias culturales en la contemporánea poesía francesa: Charles Baudelaire y su descubrimiento de la “horrenda belleza”, sucia y efímera, de la moderna ciudad industrial; Arthur Rimbaud, el cual, lo mismo que el estadounidense Walt Whitman, hallará que la vida industrial es un nuevo género de hermosura; Paul Verlaine y su culto al Parnaso, como el lugar donde viven y escriben los aristócratas de las letras; Stéphane Mallarmé, quien proclama la nueva poética del símbolo, es decir, de las combinaciones que el lenguaje formula a partir de su propia musicalidad y su estricta matemática, a la manera del antiguo pitagorismo.

JOSÉ JULIÁN MARTÍ

José Julián Martí (Cuba, 1853-1895), máximo símbolo de las aspiraciones cubanas de independencia, fue el Libertador de Cuba.  Nació en 1853 en La Habana, hijo de padres españoles. A los 16 años de edad recibió condena a trabajos forzados por su apoyo a los independentistas cubanos. En 1871, debido a su delicada salud, fue deportado a España. En ese país publicó El presidio político en Cuba, el primero de sus numerosos escritos en defensa de la independencia cubana del dominio español, y, al mismo tiempo, completó sus estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza.

Decepcionado ante la actitud de los liberales españoles respecto de la causa cubana, se trasladó a Francia, México y Guatemala, donde por un tiempo impartió clases universitarias. Tras la firma de la Paz de Zanjón, regresó a Cuba en 1878, pero fue nuevamente deportado un año más tarde por sus continuas actividades revolucionarias.

En 1880 fijó su residencia habitual en Nueva York, donde en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano (PRC). Los gobiernos paraguayo, argentino y uruguayo le designaron cónsul respectivo de cada uno de ellos en Nueva York.

En abril de 1895 logró desembarcar en Cuba junto con Gómez. Ambos se convirtieron desde el 6 de mayo en las más altas autoridades de la revolución: Martí en tanto que jefe supremo de la misma y Gómez en cuanto que general en jefe de las fuerzas independentistas. El 19 de mayo de 1895 falleció durante una escaramuza con tropas españolas, que tuvo lugar en Boca de Dos Ríos.

Martí ha pasado a ser el principal exponente de la literatura cubana como precursor del modernismo. Sus versos son sencillos cuidados de forma; sus imágenes, personales e intensas. Su ideal era el del “Universo como un solo pueblo, como una provincia de Dios”.

Obras

Ismaelillo (1882), libro de poemas dedicado a su hijo, que quedó con la madre en Cuba durante el destierro de Martí.

Versos sencillos (1891), poemario con versos muy graciosos y literariamente más revolucionarios.

Versos libres (obra póstuma), sobre la libertad y el deber de defenderla.

Amistad funesta (1885), discreta novela.

La muñeca negra, cuento infantil.

Abdala, obra de teatro.

Amor con amor se paga, pieza teatral.

Adúltera, obra teatral.

Además de ensayos, discursos, cartas, artículos de periódico que lo convierten en el verdadero creador d la prosa modernista. Martí ha pasado a ser el principal exponente de la literatura cubana como precursor del modernismo. Destacó por su estilo sencillo y fluido, y por sus imágenes personales e intensas. Su influencia política fue reconocida incluso por la Constitución cubana de 1976, la cual recogió en su preámbulo una frase de Martí: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

Según Rubén Darío, Martí es “dueño de la prosa más bella del mundo”. Martí es el primer esfuerzo americano para afinar el estilo en concisa sencillez. En su poesía encontramos a Góngora como raíz última del Modernismo y la influencia de Santa Teresa, así como la copla popular castellana.

MANUEL GONZÁLEZ PRADA

Manuel González Prada (Perú, 1844-1918), la figura más discutida e influyente en las letras y la política del Perú en el último tercio del siglo XIX. Fue un anticatólico, antiespañol y antitodo, con gran espíritu anarquista. Quería predicar al indio la rebelión. Contribuye al modernismo por su elevado sentido del arte y su severa crítica al academicismo y al ya lánguido Romanticismo. Este autor iconoclasta no es tan original como Martí. La libertad es el tema de sus escritos: “La palabra es agitación; con ella sucede lo que con el agua: estancada, se corrompe, agitada y movida conserva su frescura”.

¡Guerra al vetusto lenguaje del clásico,

fuera el morboso purismo académico!

¡Libre y osado remonte el espíritu!

En sus poemas alternan el tema indio y social con el tema erótico. Es el profeta de todos los reformistas y revolucionarios peruanos, desde el marxista Carlos Mariátegui hasta el aprista Raúl V. Haya de la Torre y el poeta César Vallejo.

El episodio capital de su vida y de la generación a la que pertenece fue la guerra con Chile (1871-1883), que acabó con una humillante derrota peruana. Fue un acusador de la clase dirigente peruana, del Ejército y la Iglesia católica. Convocaba a la lucha por la regeneración social, contra las malas ideas y los malos hábitos, contra leyes y constituciones ajenas a la realidad peruana, contra la herencia colonial, contra los profetas que anunciaban el fracaso definitivo de América Latina. Al volver de una viaje por Europa (1898), empezó a divulgar las ideas anarquistas que había descubierto en Barcelona, y fue identificándose cada vez más con los movimientos obreros anarcosindicalistas. Sus temas son la injusticia social, el dolor y sufrimiento. Fue precursor del Aprismo, movimiento político peruano de corte socialista revolucionario. Otro tema es lo absurdo de la existencia. Es recordado principalmente como prosista.

Páginas libres (1894) y Horas de lucha (1908), obras en las que defiende todas las libertades, incluidas la de culto, conciencia y pensamiento y se manifestó en favor de una educación laica.

Minúsculas (1901) y Exóticas (1911), poesía de innovaciones métricas y estróficas, como los delicados rondeles y triolets que adaptó del francés.

Baladas peruanas (1935) recogen tradiciones indígenas y escenas de la conquista española, fueron escritas a partir de 1871.

Nuestros indios (1904), artículo en el que explica la supuesta inferioridad de la población autóctona como un resultado del trato recibido, de la falta de educación.

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

José Asunción Silva (Colombia, 1865-1896), poeta, cuya vida apasionante y trágica le sirvió de tema para desarrollar la obra más ambiciosa de la poesía colombiana que marcó el tránsito entre el romanticismo y el modernismo. Fue el mejor dotado poéticamente entre los precursores del Modernismo.

Su juventud transcurrió en la placidez propia de una existencia burguesa que años más tarde se troncaría en una vida bohemia amenazada por la tragedia. Toda su vida estuvo obsesionado por el tema de la muerte (la noche) y la infancia como paraíso perdido. Su suicidio tuvo tintes novelescos: pidió a un amigo que le marcara en el traje el lugar del corazón, para no errar el tiro. De no haber muerto joven, hubiera sido uno de los mayores poetas junto con Rubén Darío.

Obras

Poesías (1886).

Una noche (1894), uno de los poemas más conocidos; muestra la musicalidad métrica del Modernismo.

Nocturno III, su poema emblemático, es una rememoración de su hermana muerta. El poema arranca de la soledad de la noche; en ella el poeta cuenta su soledad y la del mundo y acaba con la soledad de la muerte que se funde con el amor perdido y eterno.

De sobremesa (1925), novela, típica ficción modernista cuyo personaje protagónico, José Fernández, es el artista en conflicto con la sociedad burguesa, un hipersensible y enfermizo joven surgido de ambientes decadentes, que se complace en la contemplación angustiosa de un mundo que no parece creado para su existencia. Podría caracterizarse como novela de conciencia en la que además alternan varias voces narrativas.

Temas constantes de sus obras son los asuntos morbosos, los lamentos de amor, cargados de alusiones eróticas, cuyo objeto principal es su hermana muerta. En general, el sesgo de su poesía es sombrío y tiene un sostenido carácter de elegía.

Por la musicalidad sinfónica de las palabras es considerado no sólo como el mejor ejemplo de poesía modernista colombiana, sino como una revolución y un hito en el tratamiento de la poesía española.

Taciturno desesperado en el ambiente semicolonial, pesimista amargo en ambiente romántico, sus poesías han sido muy leídas y están llenas de sensual melancolía. Su estilo muestra una maestría técnica en la versificación:

Una noche,

una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas;

una noche

en que ardían en la sombre nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,

a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,

como si un presentimiento de amarguras infinitas

hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,

por la senda florecida que atraviesa la llanura

caminabas...

MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA

Manuel Gutiérrez Nájera (México, 1858-1895) fue iniciador en México del Modernismo. Con Casal y Silva, encarna los precursores enfermos del “mal del siglo”. Casal es tuberculoso; Silva, neurasténico suicida; Gutiérrez Nájera, feo y desgraciado en amores. Muere a los 36 años y tuvo gran influencia sobre Rubén Darío.

Poesías completas (1896).

Poemas (1896) se editaron al año de su muerte; entre ellos destacan La serenata de Schubert y Mis enlutadas.

En prosa, al margen de su escritura periodística, hay que mencionar sus cuentos, de carácter poético, escritos con un humor irónico y abundante en imágenes. Pronto se separó del romanticismo y propuso una estética en la que la perfección formal es exactitud de vida. Poeta sin antecedentes, excepto las influencias francesas, la relación entre musicalidad y periodismo hace de sus poemas suntuosas obras líricas y al mismo tiempo exactas descripciones narrativas, a veces divertidas, a veces muy profundas.

JULIÁN DEL CASAL

Julián del Casal (Cuba, 1863-1893), poeta que hizo de su persona el prototipo de poeta maldito y esteta. Afectado de tuberculosis, toda su vida vivió esperando la muerte que le llegó joven.

Contemporáneo de Martí, se opone a este evitando en su obra toda alusión a la independencia americana. Incorporó como propio todo el exotismo de la languidez finisecular estética del tardo romanticismo, de los parnasianos y modernismo, llevando una vida bohemia e inventándose su vida. Sus modelos estéticos: Charles Baudelaire y Théophile Gautier, y su escenario favorito París, ciudad que nunca visitó.

Hojas al viento (1890), su primer libro de poesías, dentro del romanticismo, está marcado aún por las influencias de románticos como Campoamor, Zorrilla o Bécquer, aunque también hay crispaciones a lo Heine o Leopardi y se anuncia Baudelaire y Gautier. Todavía no es una obra original, sino un ejercicio literario sobre lo estudiado, pero no interiorizado, hecho propio.

Nieve (1892), denota influencias parnasianas. Ya el título sugiere el modernismo, pues si hay algo exótico en el Caribe es la nieve. El tono pesimista aristocrático, así como la preocupación formalista en métrica y léxico, son propias del modernismo de Darío y Gutiérrez Nájera y, por supuesto, de Verlaine.

Bustos y rimas (1893), publicada tras su muerte, es su obra más original y personal que anuncia un gran poeta llamado a renovar las letras hispanas. Es un libro sombrío y audaz en el que se rinde culto a las sensaciones, los símbolos, el gusto por las culturas exóticas desde la helenista, el rococó o el japonismo, pero en el que todo se vive y cuenta desde el interior, sin paisajes externos.

Casal es el máximo representante del Modernismo de “torre de marfil”, con tendencia orientalizante. Su muerte impidió que su obra se desarrollara.

Rubén Darío (1867-1916): síntesis del modernismo

«Para su afirmación definitiva, el Modernismo necesitaba la aparición de una personalidad excepcional. Gutiérrez Nájera, Casal y Silva habían dado al movimiento carta de ciudadanía en América, pero sin Darío esa afirmación hubiera sido limitada, acaso pasajera. Con el poeta nicaragüense el Modernismo pone de manifiesto su inmensa gama de posibilidades, la amplitud extraordinaria de su orquestación. La crítica no estaba exenta de razones cuando estableció el año de la publicación de Azul, 1888, como fecha oficial de nacimiento del movimiento al que Darío comunicó la máxima fuerza de expansión.

Rubén Darío (1867-1916) fue una personalidad singular. Valle-Inclan lo definió como una mezcla de “niño grande, inmensamente bueno” y de poeta maldito. Su bondad fundamental hizo que se le perdonaran muchos aspectos desconcertantes de su vida, que se creara en torno a él una atmosfera de simpatía que contribuyó a su afirmación, sostenida, por otra parte, por excepcionales cualidades de artista.

En la formación del poeta nicaragüense fueron decisivos sus viajes y estancias en España, París y Buenos Aires. En el ambiente literario de la capital argentina, tan propicio al Modernismo, Darío asume la dirección plena del movimiento, pero solo en 1896 se decidirá a aceptar para su tendencia el nombre de “Modernismo”, usado despreciativamente por sus detractores.» [Giuseppe Bellini]

El movimiento modernista lo encabeza Rubén Darío con su texto inicial Azul (1888), una miscelánea de verso y prosa, publicada en Chile. Rubén Darío consagra el Modernismo como movimiento literario de finales del XIX y principios del XX. Es la figura más destacada del panorama poético modernista, hasta el punto de que su viaje a España de 1898, como corresponsal de La Nación de Buenos Aires, se considera el punto de arranque del Modernismo en la Península. Es por lo que es Rubén Darío es estudiado también en el marco de la literatura española del siglo XX como el gran renovador del castellano y del estilo que influirá a todas las generaciones posteriores, desde la del 98 hasta la del 27. La influencia de la lengua y estilo de Rubén Darío la encontramos en Ortega y Gasset y en la mayoría de los escritores hasta la Guerra Civil española (1936-1939).

Rubén Darío contrapone lo moderno de la América anglosajona a lo modernista de la América latina, convirtiendo lo moderno en un manierismo, en una manera de decir, que convulsiona las costumbres poéticas, renovando el léxico, las metáforas, la versificación y las cadencias del verso, en buena parte por la revalorización de antiguas fuentes hispánicas olvidadas: Gonzalo de Berceo y su mester de clerecía, y, sobre todo, los barrocos Luis de Góngora y Francisco de Quevedo.

El paisaje modernista se caracteriza por el preciosismo, el exotismo, la alusión a nobles mundos desaparecidos (la Edad Media caballeresca, las cortes de los Luises en Francia, los emperadores incas y aztecas, las monarquías china y japonesa), la mención de objetos preciosos.

El modernismo será seguido en América Latina por figuras como el argentino Leopoldo Lugones, el uruguayo Julio Herrera y Reissig, el boliviano Ricardo Jaimes Freyre y el mexicano Salvador Díaz Mirón, al tiempo que en España lo adoptan Ramón del Valle-Inclán, Manuel Machado, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y ciertos aspectos del teatro “idealista” de Jacinto Benavente.

El Modernismo es un parteaguas entre lo anticuado y lo actualizado. Políticamente, deriva hacia destinos variables, pero siempre dentro del planteamiento inicial, que opone lo latino a lo anglosajón: el argentino Lugones será socialista, conservador y fascista; el uruguayo José Enrique Rodó, democrático y progresista; el argentino Alberto Ghiraldo, anarquista; el guatemalteco Salomón de la Selva y el hondureño Froylán Turcios se adherirán al sandinismo.

El modernismo reacciona contra el positivismo filosófico, interesándose por la teosofía de Annie Besant y Helena Blavatsky, así como por los estudios de Max Nordau sobre la degeneración, y las nuevas filosofías de la vida de Henri Bergson y Arthur Blondel.

La narrativa modernista se opone al realismo y opta por la novela histórica o la crónica de experiencias de alucinación y locura, y la descripción de ambientes de refinada bohemia, a menudo idealizados líricamente. Introduce un elemento erótico con la aparición del personaje de la mujer fatal, que lleva a los hombres hacia el placer y la muerte.

FÉLIX RUBÉN GARCÍA SARMIENTO

Félix Rubén García Sarmiento (Nicaragua, 1867-1916), poeta, periodista y diplomático nicaragüense, considerado el fundador del modernismo.

Sus padres se separaron cuando Rubén Darío era muy pequeño y fue criado por su abuela. Abandonado por sus padres, es la orfandad original de Rubén Darío la fuente de su amargura de toda la vida. Sufría de niño frecuentes hemorragias nasales y terrores nocturnos, agravados por los cuentos de ultratumba que le contaban los criados indios y una negra. 

Siendo todavía un adolescente, se reveló como un artista prodigio. Escribe a los once años y publica a los doce sus primeros versos. Estudia con los jesuitas los clásicos y lee a los poetas franceses. A los catorce años publica ya bajo el pseudónimo de Rubén Darío. La bohemia y la cárcel por desmanes periodísticos le hacen perder una beca de estudios para Europa. A los catorce es director de la Biblioteca Nacional y domina los clásicos. Pasa a El Salvador, donde comienza a leer a Víctor Hugo. Un diplomático le anima a partir para Chile (“aunque sea a nado”), pues Chile era el centro cultural de América.

Llega a Santiago de Chile en 1886 y se queda tres años. El Gobierno de Nicaragua le ayuda para el viaje. Fue este su primer contacto con el progreso y la metrópoli. Chile era entonces el centro cultural de América. Chile tenía una gran tradición cultural, desde Andrés Bello (Neoclasicismo) hasta los liberales argentinos exilados, enemigos del dictador Rosas. El puerto de Valparaíso era el punto más importante de contacto con Europa (Buenos Aires y Nueva York son posteriores). Chile solo había producido hombres de Estado y juristas, gramáticos y rimadores tradicionales.

En Chile, Rubén publica en 1887 Abrojos y en 1888 sale a la luz su primer gran libro, Azul, un conjunto de prosas y versos con el que nace prácticamente el Modernismo; el poeta tenía 21 años. Esta obra llamó la atención de la crítica y fue alabada especialmente por el escritor español Juan Valera, quien consagra al poeta nicaragüense.

Tras vivir en el ambiente cosmopolita y abierto de Chile, Rubén Darío regresa en el 1889 a Nicaragua, se casa en Costa Rica con Rafaela Contreras (1891); quince meses después nació su primer hijo y en 1893 murió su esposa.

En 1892 viaja a Madrid como delegado de Nicaragua en el IV Centenario del Descubrimiento de América. Al volver, muere su mujer, con la que había tenido un hijo. En Nicaragua contrae matrimonio civil con Rosario Murillo, un matrimonio que le pesó como carga toda su vida. La abandonó en Panamá.

Va a Nueva York, donde conoce a Martí. Llega a Europa: París, donde conoce a Verlaine y Moréas. Ejerce como cónsul de Colombia en Buenos Aires cinco años. Allí publica Prosas profanas (1896). El año del desastre colonial (1898) viaja a Madrid como corresponsal de La Nación de Buenos Aires. Allí conoce a Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Valle Inclán, a los hermanos Manuel y Antonio Machado, y a Juan Ramón Jiménez. Después de sucesivos viajes por Estados Unidos, Chile y Francia, obtuvo una reputación internacional.

En Madrid, en 1900, conoció a Francisca Sánchez, una mujer de origen campesino, con la que tuvo un hijo y con la que vivió hasta el fin de sus días. La embriaguez le acompaña continuamente. Convertido en un poeta celebrado en Europa y América, fue nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907. La frecuencia de sus viajes favoreció paralelamente su fama como 'embajador del modernismo' en el mundo. Darío, un hombre que no había olvidado sus raíces provincianas, aun transformado en un cosmopolita total, veía que el esplendor europeo estaba llegando a su fin.

En 1905 aparecen en París sus Cantos de vida y esperanza. En 1910 va a México como delegado de su país en el Centenario de la Independencia de México. Al llegar a Veracruz, es derribado el presidente de Nicaragua y Rubén tiene que salir para Cuba. Vuelve a Europa. Un falso amigo nicaragüense organiza unas giras de exhibición y explotación del poeta enfermo por Europa y América.

En 1913, entró en una crisis religiosa y mística y marchó a refugiarse a Palma de Mallorca. Pero acabó doblegado por el alcoholismo, la pobreza y la enfermedad. En 1915, huyendo de un continente desgarrado por la I Guerra Mundial, llega a Nueva York, donde es homenajeado.

En 1916 llega moribundo a Nicaragua, donde le aguarda la familia de Rosario Murillo, con la que se había casado civilmente y abandonado en Panamá. Representantes de la Iglesia y del Gobierno le organizan el matrimonio religioso con su esposa legal. Rubén había dejado en París a Francisca Sánchez, con quien no pudo casarse, el gran amor de su vida durante 17 años; de ella tuvo un hijo que tenía entonces 17 años. Rubén Darío murió en 1916, poco después de llegar a Managua. Francisca Sánchez donó al Gobierno español el Archivo de Rubén Darío.

Ajena al dolo y al sentir artero,

llena de la ilusión que da la fe,

lazarillo de Dios en mi sendero,

Francisca Sánchez, acompaña-mé.

Onís lo caracteriza así:

«Tímido y sensual, amante del placer y temeroso de la muerte, católico y pagano, noble y a menudo abyecto, inclinado al reposo familiar y siempre errante; despertada admiración hasta en los más altos y compasión hasta en los más bajos».

Obras

Epístolas y poemas (1885).

Abrojos (1887), sus primeros poemas, son una mezcla de tradicionalismo, romanticismo, a la manera del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, con ingredientes de crítica social.

Otoñales (1887).

Azul (1888 y revisado en 1890), conjunto de prosas y versos que descubren una nueva sensibilidad y marcan la fecha de nacimiento del Modernismo. Si Rubén Darío nació en Nicaragua, el Modernismo nació en Chile con Azul. En Chile el poeta se inició en la poesía simbolista francesa, punto de partida de su revolución modernista.

Es una obra con reminiscencias románticas sobre la exaltación del amor y su correspondencia armónica con la naturaleza y el cosmos. En esta obra, que revolucionó el estilo literario de su tiempo, aparece la afición a lo sensorial, a los temas raros, lujosos y exóticos y a lo decorativo.

Integra esta obra una serie de cuentos escritos en una prosa poética refinada y preciosista. Al final incluyo unos poemas entre los que destacan cuatro sobre las estaciones del año: “Primaveral” pone énfasis en el carácter sagrado del erotismo, en la línea del Cantar de los cantares; “Estival” gira en torno al amor como instinto; “Autumnal” presenta el amor ligado a la nostalgia o dolor por la ausencia del ser amado; “Invernal” presenta el amor mundano y moderno, capaz de desafiar las diferencias de climas y estaciones, ya que los amantes se refugian en “lechos abrigados... cubiertos de pieles de Astrakán”.

Prosas profanas y otros poemas (1896 y 1901) significa el triunfo decisivo de la nueva sensibilidad poética modernista que hará escuela. Es el apogeo del “modernismo de torre de marfil”: aristocratismo, sensualismo, exquisitez, desarraigo del contexto social americano, modelo francés del siglo XVIII o de la antigüedad grecolatina. Predominan los elementos coloristas y ornamentales, los motivos exóticos: lo helénico, lo versallesco, lo fantástico..., la nota sensual y los ritmos de origen francés, sobre todo el alejandrino: “el palacio soberbio que vigilan los guardas”.

El libro, que a pesar de su título está escrito totalmente en verso, despertó críticas acerbas y adhesiones incondicionales. Es una obra simbolista y abundante en imágenes exóticas, desarrolla de nuevo el tema del amor, ya no en armonía con la naturaleza sino con el arte: “me río del viento que sopla fuera” dice el poeta, y la amada se entregará a él desdeñando a hermosos galanes, pues es el Arte quien triunfa en el amor.

Cantos de vida y esperanza (1905) marca el paso hacia una poesía más intimista, menos adornada y más profunda. Los Cantos de vida y esperanza constituyen la manifestación más intensa quizá de su intimidad y, al mismo tiempo, la colección de versos menos modernista en un sentido estricto. Tema: el paso del tiempo y la angustia metafísica.  Expone cómo el Arte, superando a la Naturaleza, que se manifiesta muchas veces como un caos, es capaz de rehacer el orden, de restablecer la armonía divina. Ahora sustituye el poeta nicaragüense el espíritu francés por la entusiasta afirmación de lo hispánico y un superior adentramiento íntimo. El hispanismo de Rubén es altamente optimista, contrario al pesimismo de la generación del 98.

El canto errante (1907), un libro en el que afrontó los eternos problemas de la humanidad, es conceptualmente su obra más universal.

Poema de otoño y otros poemas (1910), su libro de mayor hondura poética.

Frente al cosmopolitismo anterior, el poeta toma ahora conciencia de sus raíces americanas y españolas:

Oda a Roosvelt, en la que evalúa a latinos y anglosajones medidos por el patrón materialista de estos últimos. Aunque intentó elevar la poesía política y sacarla de los cánones retóricos complacientes, no consiguió en estos poemas una obra tan elegante como en el resto de sus composiciones.

A Colón, expresa el espanto que supuso el descubrimiento y enaltece la ingenuidad de la América indígena.

Cyrano en España.

Letanía a Don Quijote.

Canto a la Argentina y otros poemas (1914), en el que ser revela como una especie de poeta cívico del hispanismo o hispanidad, como le llamará Ramiro de Maeztu. Es un libro dedicado a este país en el año de la celebración de su centenario, siguiendo el modelo del Canto a mí mismo de Walt Whitman. Se trata de una obra menor, casi de compromiso, sin la intensidad de sus grandes poemas.

En su paso por París, Rubén Darío entró en contacto con los poetas parnasianos y simbolistas, quienes transformarán su concepción poética, visible en la tendencia a una poesía más universal. El poeta asume la misión trascendente de revelar a los lectores su vida cotidiana a través de símbolos, metáforas y otras figuras retóricas, para lo cual se sirve de alusiones a la naturaleza, la historia, la mitología, otras obras literarias o la ciencia.

Entregado a una vida excéntrica y bohemia y al consumo excesivo de alcohol, se estableció en 1913 en la isla de Mallorca. Allí comenzó a escribir una novela, La isla de oro, que dejó inconclusa, conmovido por la descomposición hacia la que se estaba encaminando Europa. 

El estilo de Rubén Darío hizo escuela y renovó toda la lengua española limpiándola del prosaísmo realista, naturalista y regionalista de finales del siglo XIX.

Su entusiasmo por el color y el sonido le llevaron a crear un lenguaje poético lleno de valores cromáticos y musicales. Renovó para ello el léxico con abundantes voces arcaicas y neologismos: olímpico, lilial, bicorne, liróforo, ánfora, liras eolias, rimas de cristal, cálido oro, ebúrneos cisnes.

Emplea el recurso técnico de la aliteración: la libélula vaga de una vaga ilusión, bajo el ala aleve del leve abanico. Pero sus mayores logros están en el terreno de la métrica. Con su sentido de la melodía y del ritmo libre, inventa las más diversas combinaciones rítmicas, como en la famosa Marcha triunfal.

Empezó imitando a los poetas románticos españoles: Zorrilla, Bécquer, Campoamor. Luego pasó a los parnasianos y simbolistas franceses. Pero dejó en él huella la tradición grecolatina (aparte de la Biblia) y los primitivos clásicos españoles.

«Y no hallo sino la palabra que huye,

la iniciación melódica que de la flauta fluye

y la barca del sueño que en el espacio boga».

[Rubén Darío: “Yo persigo una forma”]

autores modernistas

Autores que escriben dentro del movimiento modernista introducido por Rubén Darío:

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

Salvador Díaz Mirón (México, 1853-1928), escritor y periodista, figura cumbre del movimiento modernista en su país y uno de los grandes poetas de América. En una etapa romántica hace una poesía altisonante y declamatoria. Cuatro años en la cárcel le vuelven a una poesía intimista y formalmente modernista.

Estudió la carrera de letras y ejerció como catedrático de Literatura. En 1876 se exilió en Estados Unidos por el polémico contenido de sus artículos. Fue diputado al Congreso de la Unión en 1884 y secretario del cabildo de Veracruz. De carácter violento, estuvo cuatro años en la cárcel por matar a un individuo en un duelo. Su desacuerdo con el régimen de Venustiano Carranza le llevó a exiliarse en España y Cuba.

Obras

Poesías (1896), obra de la que renegaría más tarde, es un libro cercano al romanticismo.

Lascas (1901) es una aventura de formas que marcará el camino para el fundador del modernismo Rubén Darío. De tono abrupto y sombrío, fue este un libro minoritario que cambió totalmente su poética y logró algunos de los versos más difíciles y bellos de la lengua española. La perfección formal, que a veces lo hiela, logra en otras ocasiones una delicadeza y una suavidad extremas en las que el artificio y la dificultad no se notan.

RICARDO JAIMES FREYRE

Ricardo Jaimes Freyre (Bolivia, 1868-1933), poeta, ensayista e historiador, aunque nació en Arica, puerto perteneciente a Perú hasta 1880, hijo de padre oriundo de Bolivia y de madre peruana. Formó parte del círculo de escritores que se congregó alrededor de Rubén Darío durante sus cruciales años en Buenos Aires.

Durante su larga estancia en Argentina, se asimiló a la cultura argentina y finalmente adoptó esa ciudadanía. No abandonó, sin embargo, sus vínculos con la realidad boliviana, donde hizo periodismo y, ya en 1893, desempeñó un cargo en la Legación de Bolivia en Buenos Aires. Al año siguiente fundó con Darío la Revista de América, fugaz órgano del modernismo cuyo objetivo era “luchar porque prevalezca el amor a la divina belleza, tan combatido hoy por las invasoras fuerzas utilitarias”.

En 1901 se instaló en Tucumán, donde pasó unos 20 años dedicado a tareas culturales, universitarias y periodísticas. A partir de 1921, su vida fue absorbida por la agitada política boliviana como ministro, diputado y diplomático en Estados Unidos y Brasil.

Obras

Castalia bárbara (1899) recrea temas de la mitología escandinava. El título es un nombre apropiado porque presenta una exaltada visión poética de los mitos de la cosmogonía y la épica escandinava, con su Valhala, sus hadas y sus elfos.

Los sueños son vida (1917)

Destacó por sus revolucionarias concepciones métricas, al defender que los versos deben computarse por periodos que han de sobrepasar las ocho sílabas. Su maestría musical, que se basa tanto en un fino oído como en un conocimiento de las bases fonéticas de las estructuras rítmicas que rigen al verso. Usó el hexámetro yámbico que también empleaba Darío. Su visión poética es demasiado artificiosa, decorativa y preciosista como para producir auténtica emoción.

AMADO NERVO

Amado Nervo (México, 1870-1919), poeta, novelista, periodista y ensayista, afiliado en sus comienzos al modernismo, evolucionó hacia el misticismo con una poesía de enorme contenido espiritual. Gozó de extraordinaria fama en España, donde llegó a ser equiparado con Rubén Darío.

Realizó estudios de ciencias, filosofía y teología. En ciudad de México conoció a Manuel Gutiérrez Nájera y con él fundó la Revista Azul, que pretendía llevar a cabo una renovación artística. Su producción de esos años, muy variada, incluía cuentos, reseñas, críticas literarias, semblanzas y versos.

En 1900 fue enviado como corresponsal de El Mundo a la Exposición Universal de París, donde entró en contacto con Rubén Darío y Leopoldo Lugones, cuya influencia le hizo abrazar por completo el modernismo.

Obras

El bachiller (1896), novela corta con la que se dio a conocer y que mantenía todavía rasgos naturalistas.

Perlas negras (1898), libro de poemas.

Místicas (1898), libro de poemas. Estos dos primeros libros de poemas ya presentaban características de la poesía modernista.

El éxodo y las flores del camino (1902), grupo de cuentos, libros de viaje, ensayos y poesías, un compendio de intimismo y simbolismo.

Los jardines interiores (1905), en la que expresa sus crisis vitales y religiosas. Nervo fue una personalidad marcada por la búsqueda obsesiva de Dios y por la preocupación de establecer una relación con la naturaleza de corte místico trascendente. Su religiosidad le llevó a apartarse del modernismo para encontrar una vía propia teñida de panteísmo y fervor religioso, que algunos de sus coetáneos consideraron anacrónica.

En voz baja (1909), obra de intimidad.

La amada inmóvil (1922), publicada póstumamente, está inspirada en la muerte de Ana Daillez, mujer a la que el poeta amó en vida. Esta será la obra por la que Amado Nervo es recordado y leído todavía con gran interés.

Elevación (1917), intimista.

Plenitud (1918), intimista.

JULIO HERRERA Y REISSIG

Julio Herrera y Reissig (Uruguay, 1875-1910), poeta iniciado en un tardío romanticismo, con obras juveniles de escasa significación. A la vuelta del siglo empieza a evolucionar hacia las propuestas simbolistas y parnasianas, abiertas en la poesía de la lengua española por Rubén Darío. Así constituye uno de los núcleos modernistas de América del Sur. Desde entonces se erige como una de las referencias del modernismo junto con el argentino Leopoldo Lugones, el boliviano Ricardo Jaimes Freyre y el mexicano Salvador Díaz Mirón.

Obras

Las pascuas del tiempo (1900-1902) y

Los maitines de la noche (1900-1902) ya perfilan sus preferencias: un lenguaje suntuoso, con muchas reminiscencias del barroco, referencias cósmicas y eróticas, figuras simbólicas próximas al hermetismo y con resonancias esotéricas, así como una imaginería visionaria desbordante.

Los éxtasis de la montaña (1904-1907) y

Los parques abandonados (1908), series de sonetos en los que domina un humor melancólico, teñido de figuraciones galantes, que recuerdan al Lugones de la etapa intermedia.

Las clepsidras y

La torre de las esfinges (1908), dos obras en las que busca la exploración interior, visiones de sueño y pesadilla, con intuiciones panteístas.

El perfil modernista, atormentado, solitario y profético de Herrera, lo lleva a la investigación expresiva que anticipa formas de las vanguardias y el surrealismo. Sus meditaciones en prosa establecen una teoría poética en la que culmina, al tiempo que liquida, el modernismo y anuncia nuevas tendencias literarias.

LEOPOLDO LUGONES

Leopoldo Lugones (Argentina, 1874-1938), poeta, narrador y ensayista, tuvo una variada actuación política, ya que fue uno de los iniciadores del socialismo en Argentina. Tuvo también contactos con el liberalismo, el conservadurismo y, finalmente, desde 1924, el fascismo.

Empezó a escribir en La Nación de Buenos Aires en 1895, promovido por su amigo Rubén Darío. A partir de 1901 desempeñó diversos cargos educativos. Viajó por Europa y vivió en París antes de la I Guerra Mundial. De vuelta a su país, dirigió el suplemento literario de La Nación y fue bibliotecario del Consejo de Educación.

Obras

Las montañas del oro (1897), de versos medidos y libres, y prosa poética, en plena eclosión del modernismo.

Los crepúsculos del jardín (1905) y

Lunario sentimental (1909), que prolonga la atmósfera decadente y simbolista. Siempre bajo la influencia de Rubén Darío, esta obra recibió una crítica feroz.

Odas seculares (1910), en esta obra cambia su registro poético y exalta las riquezas argentinas inspirada en Virgilio.

El libro fiel (1912),

El libro de los paisajes (1917) y

Las horas doradas (1922), en estas tres obras su poesía se vuelve intimista y cotidiana.

Poemas solariegos (1927) y

Romances del Río Seco (póstumo), son poesía narrativa.

Las fuerzas extrañas (1906) y

Cuentos fatales (1926) son cuentos que desarrollan la literatura fantástica que se liga con Horacio Quiroga y anuncia a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

Leopoldo Lugones fue prácticamente uno de los precursores del vanguardismo, junto con el mexicano Juan José Tablada y Ramón López Velarde.

JOSÉ SANTOS CHOCANO

José Santos Chocano (Perú, 1875-1934), poeta, cuya voz es la más reconocible de la lírica modernista peruana por su aparatoso despliegue sonoro y visual.

De apasionante y turbulenta biografía, representa la segunda fase del Modernismo, llamada por algunos “mundonovista”, en la que la atención del escritor se centra principalmente en la realidad americana, saliendo del encierro de la “torre de marfil”.

En México (1912) estuvo envuelto en el movimiento revolucionario, primero al servicio del presidente Madero y luego de Venustiano Carranza y Francisco Villa, de quien fue secretario. En Guatemala (1919) colaboró con el dictador Manuel Estrada Cabrera y estuvo a punto de ser fusilado cuando éste cayó del poder. En Lima fue solemnemente coronado (1922) por su obra poética. En 1925 mató a tiros a un escritor que lo había criticado; fue absuelto de su crimen, abandonó el país en 1928 y se estableció en Chile, donde un desquiciado mental lo mató.

Obras

Iras santas (1895), alegato contra la tiranía de su país.

Alma América (1906), el hombre enamorado del continente.

Ayacucho y los Andes (1924), escrito por encarto de su Goierno para conmemorar el centenario de la decisiva batalla de la Independencia americana.

Primicias de Oro de Indias (1934).

Aunque se identificó con los ideales modernistas, era en realidad un ecléctico que creía que “en el arte caben todas las escuelas como en un rayo de sol todos los colores”. Su poesía exalta la naturaleza y evoca lo histórico. Canta lo exótico, lo indígena y lo heroico, todo lo grandioso y pintoresco, en un verso rotundo y a veces estruendoso.

Esa vistosidad, las desbordantes pretensiones de su personalidad y los aspectos aventureros de su vida, le valieron ser calificado como “el poeta de América”. Quería rivalizar con Rubén Darío, aunque carecía de la profundidad y sinceridad poéticas del poeta nicaragüense.

La novela modernista

El Modernismo, como reacción antinaturalista y antirrealista, trae también un nuevo tipo de novela. La novela americana con raíces en el Modernismo es más variada que la española. El Modernismo enseñó a todos los novelistas la exigencia de la belleza y el cuidado de la forma: la búsqueda de la originalidad, personal y colectiva (de ahí los temas sociales, raciales, históricos y psicológicos). La diversificación nacional tiene también influencia sobre el tipo de novela, como lo gauchesco en la Argentina o lo revolucionario en México. Hay influencias francesas, rusas y españolas. Pero también hay originalidad.

Novela estético-psicológica e histórica de tema español:

ENRIQUE LARRETA

Enrique Larreta (Argentina, 1875-1961) fue uno de los máximos modernistas, gran señor, aristocrático y de gran cultura. Es el primer novelista modernista. Graduado en Derecho, fue profesor de historia y embajador en París y ante la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

Obras

La gloria de Don Ramiro (1908) es su novela más significativa, de ambiente histórico pintado con visión modernista y técnica impresionista. El escenario es Ávila de los caballeros y la vieja Toledo. Evoca la España de Felipe II, con personajes inventados e históricos, como santa Rosa de Lima. Es una de las novelas más características del modernismo, por el preciosismo de su prosa, su gusto por las descripciones pictóricas y la recreación de ambientes y escenas de fuerte colorido.

Otras obras del mismo género son:

La que buscaba Don Juan (1923).

Zogoibi (1926).

Tenía que suceder (1943).

Orillas del Ebro (1949).

Tres films (1951).

Gerardo o la torre de las damas (1953) y

En la pampa (1955).

Ha abordado también el teatro en

Pasión de Roma (1918)

El linyera (1933)

Santa María del Buen Aire (1936) y

Jerónimo y su almohada (1946).

AUGUSTO D'HALMAR

Augusto D’Halmar (Chile, 1882-1950), seudónimo de Augusto Goeminne Thomson, novelista y cuentista. En su vida y en su obra se entremezclan la realidad y el ensueño. Fundó en 1900 la revista Luz y Sombra, de gran importancia en la literatura chilena. Fue viajero impenitente, diplomático en la India, España y Perú, funcionario de la Biblioteca Nacional y director del museo de Bellas Artes. Perteneció al Grupo de los Diez y fundó dos Colonias Tolstoianas (Villarrica y San Bernardo), comunidades de escritores que vivían en comunión con la naturaleza. Fue el primer escritor chileno distinguido con el Premio Nacional de Literatura (1942).

Fue el máximo exponente de la corriente imaginista en la narrativa del país, con un estilo elegante, musical, luminoso y sugerente.

Obras

Juana Lucero (1900), novela de una mujer de gran belleza, prematuramente envejecida en un burdel.

Pasión y muerte del cura Deusto (1938), una de las grandes novelas hispanoamericanas de ambientación española, novela de atmósfera turbia y tema vasco-español.

Cristián y yo (1946), colección de cuentos, interesante radiografía retrospectiva del alma infantil.

CARLOS REYLES

Carlos Reyles (Uruguay, 1868-1938), narrador y ensayista, de familia acomodada, se dedicó a la administración de sus haciendas y a viajar por Europa, en la tradición de los escritores latinoamericanos del romanticismo.

Se inició muy joven, bajo la entonces hegemónica influencia del realismo, sufriendo luego la admiración por el decadentismo francés, que lo llevó a convertirse en uno de los principales exponentes de la novela del modernismo sudamericano.

Se dedicó algún tiempo a la política, fundando en 1915 la Federación Rural, de tendencia conservadora. Sus ensayos son de orientación social y están muy influidos por Friedrich Nietzsche

Obras narrativas

Por la vida (1888).

Beba (1894).

Primitivo (1896).

El extraño (1897).

El sueño de rapiña (1898).

El sueño de Caín (1900).

El terruño (1916).

El embrujo de Sevilla (1922) es la mejor novela de tema andaluz de la época, superior a Sangre y arena de Blasco Ibáñez. Describe la mejor corrida de toros.

El gaucho florido (1932).

Estas dos últimas obras son sus dos títulos más populares.

Los movimientos posteriores al modernismo

El Modernismo americano no fue ni una escuela ni una moda, sino un movimiento crítico, creador y renovador. El dogma modernista es la originalidad sincera. El modernista propugna: libertad, originalidad, sinceridad y trabajo consciente para hacer de la literatura una obra de arte.

En los movimientos posteriores al Modernismo, el Postmodernismo pone el énfasis en la sinceridad y la Vanguardia lo pone en la originalidad, pero ambos conservarán los principios básicos del Modernismo: libertad y arte. El ansia fundamental del Modernismo fue la búsqueda de lo propio a través de lo universal.

Subjetivismo, originalidad y renovación de la forma, novedad creadora. Con Rubén entra América en la historia universal de las letras. El Modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de fines del siglo XIX, la crisis de la cultura positivista, materialista, determinista y evolucionista.

El Modernismo, al igual que el 98, reacciona contra la prosa desaliñada de la prosa naturalista y romántica del siglo XIX. El vienés Sigmund Freud, con el descubrimiento del inconsciente, ya había roto el cerco de la filosofía fenomenista. El filósofo más leído por los modernistas es el francés Henri Bergson, con su “evolución creadora” y su “devenir dinámico”, contrario al evolucionismo biológico-histórico determinista del siglo XIX.

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