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Bioy Casares Adolfo

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura hispanoamericana

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ADOLFO BIOY CASARES

SEMBLANZA

Adolfo Bioy Casares (Argentina, 1914-1999), autor de una extensa obra en la que se superponen realidad y fantasía. Fue considerado por Jorge Luis Borges como uno de los más notables escritores argentinos de ficción. Frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción

Perteneciendo a una familia con una clase social alta, pudo dedicarse exclusivamente a la literatura y, al mismo tiempo, apartarse del medio literario de su época.

En la década de 1920 viajó por Europa y Estados Unidos. En la universidad cursó estudios de Literatura y Derecho, pero abandonó ambas carreras para dedicarse a la Literatura. Se inició desde muy joven con una serie de relatos impregnados de surrealismo. A los 11 años escribió su primera novela, Iris y Margarita, dedicada a una prima de la que estaba profundamente enamorado; tres años después escribiría Vanidad o una aventura terrorífica, un cuento fantástico y policiaco.

En 1935 fundó la revista Destiempo junto con Jorge Luis Borges, a quien había conocido en 1932 en la casa de la escritora Victoria Ocampo, con cuya hermana, Silvina, se casaría en 1940. En colaboración con Borges escribió varios volúmenes de literatura fantástica y policiaca, que mezclan observaciones irónicas sobre la sociedad argentina, firmados con diversos seudónimos. Su principal personaje es el detective Isidro Parodi.

Al igual que Borges, Bioy fue antiperonista. Durante los años del peronismo sólo publicaría una novela en colaboración con Silvina Ocampo, Los que aman, odian (1946), y una colección de relatos, La trama celeste (1948).

Obra

Colaboró con Jorge Luis Borges en varios trabajos, desde colecciones de relatos (Seis problemas para don Isidro Parodi, Dos fantasías memorables, Un modelo para la muerte), pasando por guiones de cine (Los orilleros, Invasión) hasta antologías de cuentos fantásticos (Antología de la literatura fantástica, Cuentos breves y extraordinarios), publicando a menudo bajo los seudónimos de H. Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch.

Entre 1945 y 1955 dirigieron la colección «El séptimo círculo», que publicaba traducciones de las mejores novelas policiales de lengua inglesa, género del que Borges era un gran admirador.

En las décadas de los 50 y 60 Bioy se dedicó especialmente al cuento (Historia prodigiosa, Guirnalda con amores, El lado de la sombra, El gran serafín) y comenzó su inclinación por la fotografía.

El mundo imaginario de Bioy Casares consiste en fantasías y en acontecimientos inexplicables, aunque también aluda a menudo al ambiente intelectual porteño. Cultivó un estilo depurado y clásico y su literatura se caracteriza por ofrecer una versión paródica del relato fantástico o policíaco tradicional, observando lo irreal bajo lentes humorísticas. Los elementos típicos de estas literaturas son antes cómicos que aterradores; el carácter de los personajes es incompetente, insensato. Sus narraciones son «comedias fantásticas», como las calificó algún autor.

Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo publicaron una famosa Antología de la literatura fantástica. Veinticinco años después, Bioy escribió al respecto:

«Los compiladores de esta antología creíamos entonces que la novela, en nuestro país y en nuestra época, adolecía de una grave debilidad en la trama, porque los autores habían olvidado lo que podríamos llamar el propósito primordial de la profesión: contar cuentos. (...) Porque requeríamos contrincantes menos ridículos, acometimos contra las novelas psicológicas, a las que imputábamos deficiencia de rigor en la construcción. (...) Como panacea recomendábamos el cuento fantástico.»

La pasión amorosa, el elemento erótico, es fundamental en la narrativa de este escritor. El amor es considerado algo sublime pero fatal. La relación presenta rasgos del amor cortés, pero las amadas suelen ser tenebrosas, cabría decir superiores. Se ha querido ver en esta cuestión alguna conexión con la vida de Bioy Casares, conocido por su carácter enamoradizo.

Novelas

La invención de Morel (1940) es su novela más famosa y contó con un prólogo de Borges, en el que comenta la ausencia de precursores del género de ciencia ficción en la literatura en español, presentando a Bioy como el iniciador de un género nuevo.

Esta obra marca el verdadero inicio de su carrera literaria, es su obra más famosa, que se convertirá en un clásico de la literatura contemporánea. Se trata de una desesperada historia de amor entre dos seres que viven en tiempos y dimensiones distintos; en ella pueden apreciarse las cualidades más sobresalientes de la literatura de Bioy Casares, como su gusto por los argumentos fantásticos, su preocupación por las relaciones humanas y la soledad del individuo, así como la problemática amorosa. Esta novela constituye un ejemplo clásico de la literatura fantástica en idioma español. En el prólogo de la obra, Jorge Luis Borges expresa sobre su trama que no le parece «una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta».

El Fugitivo comienza un diario luego de que unos turistas llegan a la isla desierta en la cual él se esconde. Aunque él considera esta presencia un milagro, tiene temor de que ellos lo puedan atrapar y entregarlo a las autoridades. A través del diario descubrimos que el fugitivo es un escritor venezolano sentenciado a reclusión perpetua. Él cree que se encuentra en la isla (imaginaria) de Villings, aunque no está seguro. Todo lo que sabe a ciencia cierta es que en la isla existe una extraña enfermedad cuyos síntomas son similares a los del envenenamiento por radiación.

Entre los turistas se encuentra una mujer que observa el atardecer todos los días desde el acantilado en el oeste de la isla. Él la espía y termina enamorándose de ella. Ella y un científico con barba llamado Morel, quien la visita con frecuencia, hablan en francés entre ellos. El fugitivo decide tomar contacto con ella, pero ella no reacciona ante su presencia. Nadie en la isla toma nota de él. Tiene miedo de estar volviéndose loco. En forma tan repentina como aparecieron los turistas desaparecen. El fugitivo regresa al museo e investiga y no encuentra evidencia de que allí hayan vivido personas durante su ausencia. Atribuye toda la experiencia a una alucinación producida por envenenamiento de la comida, pero los turistas reaparecen esa noche y conversan como si hubieran estado allí por cierto tiempo. Los observa desde cerca pero todavía evita tener un contacto directo y nota otras cosas extrañas. Lo más extraño que le sucede es cuando observa en el cielo la presencia de dos soles y dos lunas. Imagina toda suerte de teorías sobre lo que está pasando en la isla, pero averigua la verdad cuando Morel le cuenta a los turistas que ha estado grabando sus acciones de la semana pasada con una máquina de su invención que es capaz de reproducir la realidad. Afirma que la grabación va a capturar sus almas y que reproduciéndola van a revivir esa semana para siempre y que él pasará la eternidad con la mujer que ama.

El fugitivo recoge las notas de Morel y se entera de que la máquina se mantiene en funcionamiento porque el viento y las mareas la alimentan con energía cinética inagotable. Deduce entonces que el fenómeno de los dos soles y dos lunas ocurre cuando la grabación se traslapa con la realidad. Las otras cosas extrañas que han ocurrido en la isla tienen una explicación similar.

El fugitivo aprende a operar la máquina y se inserta a sí mismo en la grabación para que parezca que él y Faustine están enamorados, aunque ella tal vez se haya acostado con Alec y Haynes. Esto lo molesta, pero tiene confianza en que no importará en la eternidad que pasarán juntos. Por lo menos está seguro de ella no es la amante de Morel.

En la entrada final del diario, el fugitivo describe cómo espera que su alma se transfiera a la grabación mientras muere. Le pide un favor al hombre que invente una máquina capaz de fusionar almas basada en la invención de Morel. Quiere que el inventor los busque y lo deje entrar en la conciencia de Faustine como un acto de clemencia: «Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso».

Plan de evasión (1945) es una novela muy cercana argumentativamente a La invención de Morel. Está ambientada en la colonia penitenciaria de la Isla del Diablo de la Guayana Francesa. Continúa la temática de ficción científica ya explorada en La invención de Morel, a la vez que la profundiza, ya que en el texto se alude constantemente a la Teoría de los colores de Goethe y a las ideas de William James sobre la percepción de la realidad.

La novela fue distinguida con el Premio al mejor libro extranjero, por su traducción al francés en 1979. Esta obra se destaca por su imaginación científica. Pero tensión y suspenso se desarrollan asimismo en la trama, y confusamente, como en una novela policial. La narración está construida de una manera poderosamente evocativa e informativa, sobre la época (1914) y lugar (Islas de la Salvación) en que transcurre; crónica que sustenta un alto simbolismo.

El sueño de los héroes (1954) marca un desplazamiento en su obra, alejándose de las «fantasías razonadas» del comienzo, aunque sin abandonar las obsesiones permanentes en la vida y la obra de Bioy como son el amor, las mujeres, los juegos con el tiempo y el espacio y un característico sentido del humor. Ambientada en Buenos Aires, narra las peripecias de Emilio Gauna por recuperar un recuerdo perdido durante una madrugada de carnaval, después de tres días de caravana con sus amigos. La búsqueda del suceso olvidado y el amor de una mujer marcan la trama de la novela.

Diario de la guerra del cerdo (1969) fue la cuarta novela publicada por el autor y la escribió cuando tenía alrededor de 55 años de edad. Es una obra que, pese a alejarse del tono fantástico de muchos de sus libros, no puede considerarse estrictamente como una novela realista.

Fue llevada al cine por Leopoldo Torre Nilsson en 1975. Es una novela breve, que narra una guerra entre los jóvenes y los ancianos. El protagonista, Isidro Vidal, es un jubilado que se reúne con sus amigos en el club de su barrio a jugar a las cartas y que de repente se ven implicados en una guerra generacional, en la que los jóvenes empiezan a perseguir y asesinar a los viejos. La novela está narrada desde el barrio de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires, en donde vive Isidro Vidal.

Escrita cuando tenía 55 años, la novela parece reflejar el temor de Bioy al paso del tiempo (tema que ya había tratado en La invención de Morel y El perjurio de la nieve).

Dormir al sol (1973) vuelve a tratar un argumento fantástico propio de sus comienzos pero con el tono costumbrista que había adquirido su prosa con el paso del tiempo. Es una novela fantástica, narrada por el protagonista, Lucho Bordenave, contándole a un amigo de la infancia los momentos vividos por él desde que conoció a un domesticador de perros llamado Standle. Lucho es un relojero que vive con su mujer Diana, y con Ceferina, quien es para él una madre. Standle convence a Bordenave de internar a su mujer en el Instituto Frenopático de Reger Samaniego. Al poco tiempo, Lucho quiere a su mujer de vuelta, pero una cadena de postergaciones envuelve entonces al protagonista. Bordenave insiste en que le devuelvan a su mujer, pero cuando los médicos se la devuelven le parece que es una impostora. La llegada de una perra sugestivamente llamada Diana lo conduce por un fantástico cambio de almas y cuerpos, y termina con él sufriéndolo en carne propia.

Cuando la novela se acerca a su final, el lector encuentra el sentido de la frase que le sirve de título ("Dormir al Sol") cuando Reger Samaniego le explica a Bordanave los diferentes métodos para facilitar el sueño. El más adecuado, según Samaniego, consiste en imaginar a un perro que duerme bajo el sol sobre "una balsa que navega lentamente aguas abajo, por un río ancho y tranquilo".

Es la novela favorita del propio Bioy, según declaró. Al igual que su novela anterior, Dormir al sol fue llevada al cine en 2012 por Alejandro Chomski.

La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985) es una novela de tema kafkiano y con frecuencia ha sido leída como una alegoría de los desaparecidos durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983. En el prólogo de la edición de 20051 el autor reconoce que es probable que haya aludido, aun sin proponérselo, al tema de los desaparecidos y afirma “No creo que uno pueda soñar una pesadilla tan terrible y no seguir escribiéndola al despertar.”

Nicolasito Almanza, un muchacho del interior de la provincia de Buenos Aires llega a La Plata con el encargo de su patrón de fotografiar los principales edificios y lugares de interés. Apenas baja del tren, tropieza con la familia Lombardo, conformada por el padre, un hombre muy decidido, sus dos jóvenes hijas junto al pequeño bebé de una de ellas y su otra hijita de 4 o 5 años. Casi instantáneamente, Nicolasito será seducido por cada uno de los miembros de la familia Lombardo para permanecer junto a ellos, que se alojan en una extraña pensión de mucha mejor calidad que la que habita él, junto a su amigo Mascardi, un coterráneo a quien hacía mucho tiempo que no veía y ahora se ha convertido en un policía algo inescrupuloso, que desconfía de la repentina amistad de Almanza con esa familia.

Decidido a cumplir con su encargo lo mejor posible, a pesar de verse envuelto en una interminable serie de interrupciones que van surgiendo, algo misteriosamente, a partir de su relación con los Lombardo y demás personajes, Nicolasito recorre la extraordinaria ciudad en medio de una atmósfera neblinosa y fantasmagórica en la que ambos bandos, los Lombardo, por una parte y los demás personajes, rivalizan por él.

Un campeón desparejo (1993): Luis Ángel Morales es taxista y también un buen hombre que se mete en muchos líos casi sin enterarse. No obstante, sus amigos ven en él la réplica obligada del campeón de boxeo Luis Ángel Firpo, «quien sacó del ring a Dempsey», por eso lleva su nombre. Pero Morales, a quien los pasajeros que recoge en su taxi terminan siempre por enredar en absurdas situaciones y a quien fácilmente se le puede tomar el pelo, no es ningún héroe. Tampoco pretende serlo. Su único deseo es encontrar algún día por las calles de la ciudad a Valentina, de quien conserva el hermoso recuerdo de un amor huidizo. La idea obsesiva de que la perdió «por falta de fe en sí mismo» es, de hecho, su única fuente de valor y arrojo. Reencontramos aquí ese humor algo malévolo que surca casi toda la obra de Bioy y que induce a leerle con una sonrisa a veces incómoda, como desplazada, pero ineludible, casi obligada.

De un mundo a otro (1998): Dos argentinos, un periodista y una astronauta, parten en una nave espacial hacia el decimocuarto planeta de nuestro sistema solar. En el transcurso del viaje, un accidente los precipita en un mundo misterioso, habitado por seres racionales que aparentemente descienden de una suerte de pájaros: sus costumbres, increíblemente, guardan alarmantes semejanzas con las de los humanos.

En este mundo ornitológico, sumido en violentas disputas nacionalistas, en medio de los encuentros y los desencuentros que tan frecuentemente padecen los personajes de Bioy, progresa una trama amena y deliciosa, donde quizá el lector descubra más de un aristofanesco saludo a nuestras propias desdichas cotidianas.

“Cuando soy muy escribo novelas” (Bioy Casares). No es uno de los menores aciertos de esta obra la lograda sencillez con que transmite esa felicidad.

Cuentos

La trama celeste (1948). En los seis relatos fantásticos que componen este libro de 1948, la inagotable fantasía de Adolfo Bioy Casares teje en torno a los juegos de apariencia y realidad, espaciales y temporales, a los laberintos y al poder de la mente sobre la materia. Considerado por Borges como uno de los mejores escritores argentinos, concibió una trama celeste (o divina) donde conviven un asesino pasional, un hombre sometido al arbitrio de animales mutantes, una víctima perseguida por los sectarios del culto al perro, un hombre que traspone una puerta y retrocede dos siglos, y otro que, mediante un rito mágico, detiene el tiempo; y, junto a todas estas historias, la pieza que da título al conjunto: La trama celeste. Narrada en primera persona por Carlos Alberto Servian, cuenta las peripecias de su amigo, el capitán Ireneo Morris, soldado que mientras pilota un avión sufre un accidente; a partir de ese momento, entra en un universo paralelo, con similitudes y diferencias respecto de nuestra realidad cotidiana.

Historia prodigiosa (1956) reúne seis cuentos. El primero, homónimo del libro, es evocado y narrado por un alter ego del autor, el cual trabaja en Buenos Aires en una editorial, quien había sido invitado a colaborar en “una suerte de academia literaria” ideada por Rolando de Lancker. En el relato descuella la fina ironía y el corrosivo humor negro que distingue a Bioy Casares al trazar personajes paródicos, comentarios sarcásticos, y circunstancias fantásticas y reflexivas; pero también ciertos matices y tildes de una estilizada anglofilia que aparece en otros cuentos (inclinación paralela y distinta a la anglofilia de Borges), en este caso bajo la atmósfera cultivada por Chesterton, invocado en un tomito verde que el alter ego de Adolfito lee durante el trayecto en ferrocarril de Buenos Aires a Monte Grande, donde se halla la lujosa estancia de Rolando de Lancker. Si las inquietantes y seductoras piernas de Olivia, discípula de éste, iluminadas en el interior del “enorme break” tirado por “una yunta de espumosos caballos oscuros”, son un ingrediente de tensión erótica, el punto nodal —bajo el presagio de las móviles imágenes del infierno que se aprecian en Los amantes de Teruel, lienzo de Benlliure— se desencadena durante un baile de máscaras de la Sociedad de Escritores, pues Rolando de Lancker —que se piensa todo un caballero, un auténtico gentleman—, tras ser abofeteado por un tipo con máscara de diablo que no tolera su perorata contra las nociones del Cielo y el Infierno, Dios y el Demonio y que profesa el dogma católico, no elude el reto y el duelo, el lance con espada que lo enfrenta a tal demonio enmascarado, quien luego resulta ser el mero Satanás que se esfuma en un tris y por ende la muerte de Rolando de Lancker significa su boleto y pasaje al Infierno, con humo, tufillo a azufre, y ruido de fierros de cadena perpetua.

La relación de los hechos de “Clave para un amor” es evocada y narrada por otro alter ego de Adolfo Bioy Casares, cuyo “deber en la vida”, dice, es “contar cuentos”. El epicentro de tal relato se entreteje en un inmenso, fastuoso y kafkiano hotel situado en las montañas chilenas de los Andes, “no lejos de Puente del Inca”.

Guirnalda con amores (1959). "Lo menos presuntuoso, para publicar esta despreocupada miscelánea, sería que yo esperara a estar muerto." La soledad, el miedo, los anhelos, la desesperación ante lo desconocido, el amor extravagante y el amor condenado a no realizarse, todas las viejas heridas de la condición humana son tamizadas a través del cuento, el aforismo o la fábula en un vaivén tan entretenido como implacable. "Moscas y arañas" esconde, bajo la posibilidad de orientar los sueños de los amantes, una conspiración macabra; en "Historia romana" un caballero de la corte papal y una turista argentina libran un desopilante contrapunto sexual; el notable "Mito de Orfeo y Eurídice" introduce al protagonista en un mundo paralelo, que se comunica con los baños del Jockey Club. La destreza narrativa de Bioy logra plasmar una cadena de textos donde las tristezas y los placeres de la vida reaparecen bajo una nueva luz. Guirnalda con amores «que incluye en la presente edición el delicioso autorretrato "Yo y mi cara", inédito hasta ahora en libro» es, en su despreocupado y valiente género, una obra maestra.

El lado de la sombra (1962). El autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico. Por ejemplo, los cuentos «El lado de la sombra» y «Los afanes» retoman el tema de La invención de Morel desde visiones opuestas. El primero responde a preguntas tan enigmáticas como : ¿hay una persona original y luego una sucesión de réplicas que se confunden ? O ¿puede esa persona original, una vez muerta, reaparecer en algún recodo del mundo ? En el segundo, la invención de Eladio Heller reemplaza la invención de Morel : ya no se trata de una réplica perfecta del original, a quien sustituye, sino de una eternidad mucho más precaria : un alma encerrada en un bastidor. Los demás cuentos, ordenados por el autor entre estos dos, adquieren también con el tiempo una nueva resonancia, como «El calamar opta por su tinta», sátira de la vida de pueblo y de la ciencia ficción, o «Cavar un foso», crónica despojada y realista de un asesinato.

El gran serafín (1967). La narración trata sobre un grupo de personas, discrepantes entre sí, que acuden a pasar unos días de descanso a un balneario de la costa atlántica, San Jorge del Mar. La dueña del establecimiento es una mujer extraña que vive con su hija pianista, y una ingenua camarera que contrasta con el resto de ocupantes del hotel. Entre estos encontramos a un profesor rutinario en busca de tranquilidad, o un sacerdote despreocupado por su "rebaño". Es allí cuando conocen una grave noticia, la llegada del fin del mundo. Ante este monumental suceso, ninguno reacciona, cada uno de los personajes se centra en su propia preocupación o busca su beneficio.

Aquí Casares nos presenta un mundo que se derrumba y ante tal noticia el ser humano sigue siendo egoísta, inexistente de caridad humana y sin sentimientos. Los personajes actúan como simples espectadores al frente de una película.

El héroe de las mujeres (1978). Se trata de un volumen que incluye varias novelas cortas, que coinciden en buscar argumentos vistosos para reflexionar sobre lo que seduce a las mujeres. Bioy confiesa que cuando dicta a su secretaria la frase: “El héroe de las mujeres no siempre es el de los hombres” es ella quien conjetura que se trata de un excelente título para un libro. Sin embargo, este título excede esa casualidad, porque Bioy mismo fue frecuentemente ese ídolo de las mujeres. De esta manera retrata a un joven que descubre un túnel extraño que lo lleva fuera del país. Ese pasadizo es frecuentado por peligrosos contrabandistas, no obstante, él prefiere usarlo -pese a los riesgos- para visitar a una mujer separada y desconsolada. El protagonista de otra de las historias sabe que el secreto de la intimidad está en la charla, en compartir y discutir sobre lo que apasiona al otro. Lamentablemente, tiene la desgracia de elegir mujeres que se interesan por la fijación de médanos, tema que a él le resulta aburrido por completo. Otro relato –el que le da título al volumen- ocurre en un paraje rural donde un joven ingeniero y un maduro hacendado y su esposa se refugian en una estancia abandonada para certificar la existencia -o descartar el mito- de un tigre que ronda por los pagos. Mientras viajan, cuentan la historia del hombre que fuera dueño de la estancia: taimado, corrupto, dado al juego y a las mujeres. Es entonces cuando Clara desliza la frase que inspirara a la secretaria de Bioy, dejando traslucir que una mujer puede enamorarse de un sujeto que resulta un simple canalla para los hombres.

Historias desaforadas (1986), colección de relatos en la que resuenan las obsesiones permanentes (los sueños, el doble, el viaje, la imposibilidad del amor, la lucha contra la vejez, la inmortalidad) de la obra entera de Adolfo Bioy Casares. Estas diez historias desaforadas, vienen a sumarse a las antológicas recopilaciones de «Historias de amor» e «Historias fantásticas», muestran la asombrosa capacidad del gran escritor argentino para la invención de mundos fabulosos, construidos en una personalísima clave de humor y con un deslumbrante talento literario.

Una muñeca rusa (1990). Solo los grandes maestros como Bioy Casares dominan con maestría el arte de contar historias sencillas, propias de la pequeña odisea cotidiana del ser humano, que, no obstante, sin que el lector perciba exactamente cuándo ni cómo, lo precipitan en una atmósfera de inaprensible extrañeza o enajenación, a veces inquietante, como en «Un encuentro en Rauch», a veces atroz, como en «Margarita o El poder de la farmacopea», y a veces delirante, como en «A propósito de un olor» o en «Bajo el agua». En estos casos, como en «Una muñeca rusa», es lo grotesco lo que vuelca insidiosamente la realidad; y, en otros aún, como en «Catón», la amarga ironía de las contradicciones entre el arte y la política es la que nos compromete en una reflexión turbadora. De la risa incontenible al desasosiego, Bioy Casares nos conduce hacia ese asombroso lugar fronterizo entre lo real y lo fantástico en el que la ficción, todopoderosa, nos envuelve

Clave para un amor (1991). «Cuando escribía Un león en el bosque de Palermo, más de una vez me pregunté si no había leído alguna historia basada en la misma idea. Como la originalidad no me preocupa, seguí nomás con el león. Ahora descubro que no sólo había leído una historia parecida, sino que la había escrito.

Entre esas dos versiones de la misma idea, la primera, Clave para un amor, es la más bien lograda. Una sorpresa para mí, que siempre pensé que las segundas versiones tenían que ser las mejores, porque son las corregidas; una sorpresa y una advertencia de que la realidad es demasiado compleja para que generalicemos.» (Adolfo Bioy Casares).

Una magia modesta (1997): Quintaesencia de la maestría de Bioy Casares, dueño de una prosa capaz, en su exquisita desnudez y en su descarnada ironía. Así sucede, por ejemplo, en «Ovidio», donde un enamorado de la vida y la obra del poeta latino tiene que viajar a los confines de Europa para descubrir que el destierro forma parte de la condición humana. O «El último piso» y «Un tigre y su domador», en los que el autor descorre fugazmente la leve cortina que separa la realidad del ensueño. Y así, cuento tras cuento, va creando con los treinta y nueve que reúne Una magia modesta una atmósfera de sutil extrañeza, mientras teje y desteje a voluntad el destino de unas anodinas existencias, sacudidas de repente por el toque de la sombra, el absurdo y una magia, en suma, no tan modesta.

Antologías de relatos

Historias fantásticas (1972)

Historias de amor (1972)

Ensayos

La otra aventura (1968)

Memoria sobre la pampa y los gauchos (1970)

Diccionario del argentino exquisito (1971), Diccionario de palabras que no deberíamos utilizar.

De jardines ajenos: libro abierto (1997), recopilación de frases, poemas, y miscelánea diversa, editada en colaboración con Daniel Martino

De las cosas maravillosas (1999)

Memorias y Diarios

A lo largo de toda su vida, Bioy llevó a cabo un vastísimo diario del que han salido las siguientes publicaciones:

Unos días en el Brasil (1991), en una edición de apenas 300 ejemplares fuera de comercio. En el año 2010 fue editada comercialmente por la editorial La Compañía (Buenos Aires).

Memorias (1994), editado por Marcelo Pichon Riviere y Cristina Castro Cranwell.

Descanso de caminantes (2001), libro póstumo, editado por Daniel Martino.

Borges (2006), libro póstumo, selección del diario del autor donde aparecen referencias a Jorge Luis Borges, preparado por Bioy Casares en colaboración con Daniel Martino y editado por éste.

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