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WAHRHEITSFUNKTIONALE SEMANTIK

Semántica veritativo-funcional

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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"Eine Zeichen‑Funktion liegt immer dann vor, wenn es eine Möglichkeit zum Lügen gibt: das heißt, wenn man etwas signifizieren (und dann kommunizieren) kann, dem kein realer Sachverhalt entspricht. Eine Theorie der Codes muss alles untersuchen, was man zum Lügen verwenden kann. Die Möglichkeit zum Lügen ist für die Semiose das proprium, so wie für die Scholastiker die Fähigkeit zum Lachen das proprium des Menschen als eines animal rationale war.

Wo Lüge ist, da ist auch Signifikation. Wo Signifikation ist, da ist auch die Möglichkeit zum Lügen. Wenn das stimmt (und es ist methodologisch notwendig, das zu behaupten), dann haben wir eine neue Grenze des semiotischen Bereichs gefunden: nämlich die zwischen Signifikationsbedingungen und Wahrheitsbedingungen, anders ausgedrückt: die Grenze zwischen einer intensionalen und einer extensionalen Semantik.

Eine Theorie der Codes befasst sich mit einer intensionalen Semantik, während die Probleme, die mit der Extension eines Ausdrucks zusammenhängen, in den Bereich einer Theorie der Wahrheitswerte oder einer Theorie der Hinweisakte gehören. Doch handelt es sich hier um eine >innere< Grenze, und sie muss nach dem gegenwärtigen Stand der Wissenschaft als eine methodologische Grenze gesehen werden."

[Eco, Umberto: Semiotik. Ein Entwurf einer Theorie der Zeichen. München: Wilhelm Fink Verlag, 2., korrigierte Ausgabe 1991, S. 89]

"Ich liefere mich dem Skeptiker auch dann aus, wenn ich z. B. denke, dass ich selbst mein Verhalten auf eine Aussage, die einem gewissen seelischen Zustand bzw. Erlebnis entspricht, stützen kann. Nur so komme ich nämlich auf die Idee, dass jemand mich nur dann verstanden hat, wenn er sein Verhalten auf denselben Zustand bzw. auf dasselbe Erlebnis stützt. Ich entziehe hingegen dem Skeptiker seinen Anhaltspunkt, wenn ich einsehe, dass ich einer Regel blind folge, d.h. ohne eine andere Rechtfertigung dafür geben zu können als: »So handle ich eben«. Dann werde ich mich auch in Bezug auf einen anderen Menschen, unter gewissen Umständen mit der Beobachtung seines Verhaltens begnügen können.

Diese Auffassung beruht auf dem oft erwähnten Übergang des späten Wittgenstein von einer Semantik, die sich auf Wahrheitsbedingungen stützt, zu einer Semantik, die sich eher auf Rechtfertigungsbedingungen bzw. auf Äußerungsbedingungen stützt. Im Tractatus hatte Wittgenstein gesagt, dass man einen Satz versteht, wenn man weiß, unter welchen Bedingungen er wahr ist. Die Wahrheitsbedingungen entsprechen ihrerseits dem dargestellten Sachverhalt. Der Satz ist wahr, wenn der dargestellte Sachverhalt besteht. Demgemäß wäre der Satz: »A hat den Ausdruck S verstanden« wahr, wenn der dargestellte Sachverhalt besteht. Und diesen Satz zu verstehen hieße, an den dargestellten Sachverhalt denken. Gäbe es keinen Sachverhalt (keine mögliche Tatsache), so wäre der Satz nicht verständlich.

In seiner späten Philosophie ist Wittgenstein zur Überzeugung gekommen, dass man gewisse Aussagen versteht, nicht indem man ihre Wahrheitsbedingungen erfasst, sondern indem man weiß, wie man sie verwendet, unter welchen Bedingungen ihre Äußerung gerechtfertigt ist. Zu wissen, unter welchen Bedingungen man einen Satz äußern kann, heißt nicht zu wissen, welcher Sachverhalt besteht, wenn er wahr ist. Man kann also einen solchen Satz verstehen und richtig verwenden, ohne auf einen besonderen Sachverhalt Bezug zu nehmen.

Dummett hat eine Redeweise eingeführt, nach der man von einem realistischen Standpunkt in Bezug auf Semantik spricht, wenn man meint, dass die Bedeutung eines Satzes durch seine Wahrheitsbedingungen gegeben ist, und von einem antirealistischen Standpunkt, wenn man meint, dass sie durch Äußerungsbedingungen gegeben ist. Die Wittgensteinsche These, dass die Bedeutung eines Satzes, mit dem wir einem Individuum mentale, dispositionale Prädikate zuschreiben, durch keine Wahrheitsbedingungen bestimmt ist, lässt sich somit als eine Form von mentalem Antirealismus kennzeichnen.

Es ist bereits klar, dass für den Mentalisten, der der Meinung ist, dass dem Verstehen eine kognitive, mentale Eigenschaft entspricht, in Bezug auf Wittgenstein zwei Probleme entstehen. Er muss erstens zeigen können, dass es prinzipiell nicht unmöglich ist, dass diese Idee unserer alltäglichen Verwendung der Ausdrücke zugrunde liegt, und er muss zweitens zeigen, wie er dann mit dem skeptischen Argument fertig wird. Ich werde mich zuerst mit der letzten Frage beschäftigen, da Wittgenstein selbst die skeptischen Einwände ausführlich verwendet und bis zu einem gewissen Punkt unterstützt."

[Soldati, Gianfranco: „Erlebnis und Bedeutung“. In: Frank, M. / Soldati, G.: Wittgenstein – Literat und Philosoph. Pfullingen: Verlag Günther Neske, 1989, S. 82-84]

"En el primer tomo de la presente obra hemos estudiado la sintaxis de las lenguas y ahora vamos a ver cuál es la interpretación semántica de dicha sintaxis. Para dar cuenta de esa aportación de la sintaxis a la semántica, vamos a partir de la concepción veritativo-funcional de la semántica, ya que es casi la única concepción desde la que se puede plantear y estudiar este problema; existen otras, por supuesto, entre las que destacan la semántica de situaciones y la semántica cognitiva. Sin embargo, ninguno de estos enfoques ha tenido un desarrollo tan espectacular como el que está experimentando hoy en día la semántica veritativo-funcional. En este enfoque se pueden tratar muchas cuestiones de semántica oracional con un rigor hasta hace poco insospechado. La aplicación de un lenguaje matemático riguroso está revolucionando nuestra visión actual de cómo es la estructura semántica sintagmática de las lenguas.

Empecemos por decir que el concepto de verdad/falsedad es fundamental para establecer una semántica oracional. Si hay algo de la semántica de las oraciones que podemos decir con seguridad, es que estas entidades lingüísticas exhiben la propiedad de ser verdaderas o falsas. Esta propiedad no la presenta ninguna parte de la oración que no sea la oración misma."

[Moreno Cabrera, J. C.: Curso universitario de lingüística general. Tomo II: Semántica, pragmática, morfología y fonología. Madrid: Síntesis, 1994, p. 39]

"Si, siguiendo la propuesta de Donald Davidson, al estudiar el significado de las oraciones, lo hacemos en términos de la determinación de su valor de verdad, estamos restringiendo fuertemente lo que habitualmente se entiende por significado de una oración. Esto, lejos de ser malo, es una buena estrategia, ya que bajo el concepto usual de significado se incluyen aspectos de muy diversa naturaleza que tienen que ver con el contexto lingüístico, enciclopédico o cultural y social. Lo que hacemos es centrarnos en uno de esos aspectos y a partir de ahí, investigar su alcance. Es evidente que la teoría del significado oracional que obtendremos será parcial, pero no lo es menos que ello contribuirá al menos a poner en claro parte de lo que habitualmente se entiende por significado, aplicado a las oraciones." [o. cit., p. 42]

[Moreno Cabrera, J. C.: Curso universitario de lingüística general. Tomo II: Semántica, pragmática, morfología y fonología. Madrid: Síntesis, 1994, p. 42]

"La semántica veritativa surge dentro de la filosofía del lenguaje y en particular debemos al filósofo Gottlob Frege (1848-1925) algunas de sus ideas centrales:

1)    postular que conocer el significado de una oración era igual a conocer las condiciones que deben darse para que sea verdadera;

2)    considerar que el objeto central de la semántica debía ser estudiar el significado de oraciones completas; y,

3)    proponer que para estudiar el significado de una oración era preciso estudiar el significado de las partes que componen.

A lo largo del siglo XX estas ideas han ido extendiéndose y siendo aceptadas. Debemos a A. Tarski la clarificación del concepto de relación de verdad. Este filósofo mostró que la noción de verdad debe entenderse como una relación entre una expresión (oración) y un modelo. La verdad se define con respecto al modelo porque, evidentemente, sólo podemos saber la verdad de una afirmación si tenemos un conocimiento (un modelo) de cómo son las cosas de las que habla tal afirmación. Así, la verdad de un enunciado como

la nieve es blanca

depende de que según nuestro conocimiento (modelo) el objeto nieve tenga la propiedad de ser blanca.

Por otro lado, se ha demostrado que es posible relacionar de manera sistemática la estructura sintáctica de una oración con sus condiciones de verdad. Este hecho hace –en nuestra opinión– de la semántica veritativa un instrumento descriptivo de indudable interés para los lingüistas.

EL paso inicial en esta línea corresponde a otro filósofo, Richard Montague, quien se propone –y lo consigue– mostrar que se puede describir una lengua natural de la misma forma que una lengua formal. La idea central es que “la sintaxis es un álgebra, la semántica es un álgebra, y hay un homomorfismo que nos lleva desde los elementos del álgebra sintáctica hasta los elementos del álgebra semántica; esto es, que podemos establecer una relación sistemática entre la forma y el significado.

Esta concepción no restringe la naturaleza de los objetos y las operaciones de esas álgebras. Tan sólo exige que cumplan unos requisitos formales. Ello abre un camino de gran interés para la descripción lingüística, ya que podremos emplear exactamente aquellos objetos que sean necesarios para cada lengua.

Una limitación de la gramática de Montague es que se limita al análisis de la oración. Ello motivó a principios de los ochenta dos trabajos de H. Kamp (1981) e I. Heim (1982) que explicaban la dependencia que la semántica oracional tiene con respecto al contexto. Esto es, la interpretación concreta de una oración depende del contexto previo. Los trabajos de H. Kamp dieron lugar a gran cantidad de investigaciones y a lo que se llama la Teoría de la Representación del Discurso, que se caracteriza por mantenerse en la línea de la semántica veritativa pero ofreciendo un marco amplio desde el que analizar no sólo fenómenos oracionales sino también discursivos.

[Moreno-Torres Sánchez, Ignacio: La lógica en la gramática. El tiempo en español desde la teoría de la representación del discurso. Málaga: Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico de la Universidad de Málaga, 2000, p. 18-19]

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