Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

REGISTER Registro

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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horizontal rule

Vgl.:

Norm / Norma académica y norma culta / System - Norm - Rede / Diaphasisch / Diastratisch / Diatopisch / Varietätenraum

 Siehe / Ver:

SPRACHEBENEN - Niveles del lenguaje

Register / Sprachebene / Sprachregister = Registro. Nivel de habla. Nivel de lengua

Geschlossene Gebrauchtstypen, die bestimmten Situationstypen fest zugeordnet sind; situativ und inhaltlich bestimmte Operationsfelder der Rede. Bei Zwei- oder Mehrsprachigkeit (Bilinguismus) ist die Wahl einer Sprache eine Registerwahl; ebenso bei Dialekt und Standardsprache. Register-Klassifizierungen können sich ergeben durch die Begriffspaare gesprochen - geschrieben, unvorbereitet - vorbereitet, persönlich - unpersönlich usw., Stilunterschiede durch coloquial, polite, casual, intimate uws.“ [Lewandowski: Linguistisches Wörterbuch 2, S. 546]

"Register: Funktionsspezifische, d.h. für einen bestimmten Kommunikationsbereich (Institution) charakteristische Sprech- oder Schreibweise, z.B. die eines Pfarrers bei der Predigt, der Eltern gegenüber dem Kind, der Angestellten gegenüber Vorgesetzten." [Bußmann, H., S. 637]

"Register: Die Denotation, d.h. das, was ausgesagt wird, ist in den Sätzen: Est-ce que tu n'as pa vu le policier? und T'as pas vu le flic? identisch, die Konnotation, d.h. die Art, wie es ausgesagt wird, ist jedoch gänzlich verschieden. Genauer gesagt geht es in Fällen wie policier/flic, livre/bouquin, voiture/bagnole usw. um das Problem der Registerunterschiede. Die Wörterbücher unterscheiden zumeist folgende Register, wobei das Standardregister unbezeichnet bleibt:

­

 

¯

littéraire

---------

familier

populaire

argotique

(= standard)

 

Diese Hierarchie der Register geht letztlich auf ständestaatliche Vorstellungen zurück. "Les styles sont classés dans notre langue comme les sujets dans notre Monarchie", schrieb Rivarol 1784. Das Volk (populaire) hat denn auch heute noch in der Registerhierarchie seinen Platz ganz unten, gerade vor den Kriminellen (argot heißt 'Gaunersprache'!) ...

In Wirklichkeit hat die Registerwahl zunächst etwas mit dem Unterschied zwischen geschriebener und gesprochener Sprache zu tun. Das literarische Register ist im Wesentlichen der geschriebenen Sprache eigen, das umgangssprachliche (familier) dagegen der gesprochenen Sprache. Das Standardregister ist beiden gemeinsam. Eine Sonderrolle spielen die beiden letzten Register, welche Cellard und Rey unter dem Begriff français non conventionnel zusammengefasst haben. Es handelt sich dabei um Ausdrücke, deren Verwendung sich durchaus nicht auf bestimmte soziale Schichten beschränkt, die man aber nur in bestimmten Sprechsituationen und mit bestimmten Gesprächsteilnehmern (z.B. mit Dienst- oder Schulkameraden) gebraucht wird."

[Wüest, J.: Linguistische Grundbegriffe. Zürich: Romanisches Seminar der Universität, 1989, S. 54]

„In vielen Fällen ist eine eindeutige und auf absoluten Grundsätzen beruhende Abgrenzung zwischen Kategorien wie "(familiäre) Umgangssprache" und "Volkssprache" oder auch nur "gesprochene Sprache" und "Schriftsprache" vorzunehmen. Wo katalogisierende Terminologie verwendet wird, da handelt es sich zumeist um die Übernahme einer Bewertung, die von Sprachwissenschaftlern mit Spanisch als Muttersprache abgegeben wurde. Es ist jedoch klar, dass auch diese Fachleute - bedingt durch ihr eigenes Temperament und Empfinden, ihr Alter, ihr Herkunft (amerikanische oder europäische hispanohablantes), ihr Ausbildung und ihren linguistischen Standpunkt - häufig unterschiedliche Kriterien anführen, wenn es um den standardsprachlichen oder nichtstandardsprachlichen Charakter bestimmter Konstruktionen, Ausdrücke, Wörter oder Formen geht.“

[Bruyne, J. de: Spanisch Grammatik, S. XX, Fußnote 5]

Registro:

a) Fonéticamente, se denomina registro a una serie de tonos, por analogía con el registro musical que es una voz de órgano.

b) Con alguna oscilación de autor a autor, se llama registro a un determinado nivel estilístico (coloquial, poético, burocrático, formal, etc.) o a un subcódigo relativo a una lengua especial.”

[Cardona, G. R.: Diccionario de lingüística, p. 239]

Registro

Se llama registro «al nivel de lengua que se adopta en función del interlocutor» [Terminología Gramatical] y según las circunstancias sociales e históricas del emisor y del receptor.

Según ello, existe el registro coloquial, científico, familiar, cultivado, etc.

Una persona será culta si puede elegir, por ejemplo, entre las siguientes expresiones, según en qué situación se encuentre. Es decir, cuando es capaz de cambiar de registro, según las circunstancias.

Por ejemplo:

Me siento muy cansado; estoy muy fatigado; tengo un enorme cansancio. (cultas)

Estoy que no me tengo en pie; no puedo con mi alma de cansancio. (familiares)

Estoy hecho puré; estoy para el arrastre; estoy hecho migas. (vulgares / coloquiales)

Estoy hecho migas o estoy p’al arrastre o no me tengo de pie.          

Damos un ejemplo de registro vulgar o rústico (Castilla la Nueva, 1908).

Gubesinda:

¿Pues no lo estamos viendo toos, que anda usté desbaratando su hacienda pa darles a los unos lo que les quita usté a los otros? Y eso no está bien. La María Juana será too lo hija que usté quiere, y naide vamos a tacharle a usted que haiga usté mirao siempre por ellay no haiga usté hecho lo que otros muchos en su caso.  (J. Benavente, Señora ama)     

[Alonso Marcos, A.: Glosario de la terminología gramatical. Unificada por el Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid: Magisterio Español, 1986, p. 32 s.]

Registros lingüísticos

«La lengua individual, de la que los lingüistas abstraen el lenguaje individual, no ofrece una unidad perfecta. El individuo va evolucionando con el tiempo en su lengua y el individuo tiene varios tipos de lengua según el auditorio (énfasis, familiaridad, discurso, conversación) y según las circunstancias (variedad de temas de conocimiento)» (García de Diego).”

[Abad, Francisco: Diccionario de lingüística de la escuela española. Madrid: Gredos, 1986, p. 204]

Nivel de lengua

«Es el que por cultura posee un hablante», die la Terminología [del Ministerio de Educación y Ciencia].

 

Nivel superior

lengua culta

Nivel normal

lengua común

Nivel vulgar

lengua popular y coloquial

 

Desearía verte de nuevo.   /

Desearía volver a verte.

lengua culta

Me gustaría verte otra vez.

lengua común

Le han extraído una muela.

lengua culta

Le han sacado una muela.

lengua común

Un ejemplo de habla coloquial:

–Di, este limón, ¿para quién es?

–Para don Federico Cara-mico.

–Simpático él ...

–Oye, y el hielo y toda la pesca ...

–A ver, a ver ...; pero si viene ya medio deshecho ...

–Pues tú verás; con lo que han tardado, se les derrite hasta una llave inglesa.

[R. Sánchez Ferlosio: El Jarama]

En síntesis:

[Alonso Marcos, A.: Glosario de la terminología gramatical. Unificada por el Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid: Magisterio Español, 1986, p. 31]

«Niveles de la lengua y niveles del habla

No todos los hablantes de cada lugar hablan la lengua común de la misma manera. Cada persona usa una variedad de lengua que está marcada, no solo por la circunstancia geográfica (el lugar donde aprendió a hablar y el lugar donde vive, sino por la circunstancia social (la clase alta, media o baja a que pertenece). Una y otra van inseparablemente unidas, de tal manera que para definir la lengua de un individuo es imprescindible determinar estas dos coordenadas, la horizontal (o geográfica) y la vertical (o social).

Ahora bien, aunque es cierto que son diferentes la lengua empleada por una persona de clase alta y la empleada por otra de clase baja, no es la clase social en sí misma la determinante de estas diferencias, sino el nivel cultural que habitualmente va asociado a aquella, pues sin duda alguna son muy desiguales las oportunidades educativas reales de que disponen unos y otros estratos de la sociedad. Por eso, cuando hablamos de factores sociales en materia de lengua nos referimos concretamente a los factores socioculturales.

De acuerdo con la coordenada social de la lengua, existen en esta muchos niveles, que vagamente suelen reducirse a dos: el culto y el popular, los cuales se diferencia por el uso o la preferencia de unas determinadas pronunciaciones, unas determinadas construcciones y unas determinadas palabras. Naturalmente, el hecho de que existan esas peculiaridades no impide que exista una gran masa de material común a los dos niveles, ni que, por otra parte, aparezcan esporádicamente rasgos de un nivel en hablantes de otro. Es la mayor densidad y fijeza de unos u otros rasgos lo que caracteriza a cada nivel. Este se encuentra en estrecha relación con la coordenada geográfica: cuanto más bajo es el nivel sociocultural del hablante, más acusados son sus particularismos locales; cuanto más alto, más exento se halla el hablante de tales particularismos.

Así como es perfectamente posible el encasillamiento geográfico de un hablante o grupo de hablantes, es imposible su encasillamiento – en cuanto a la lengua – en niveles sociales precisos. Es evidente que estos existen; pero el paso de uno a otro nivel no se hace por escalones, sino por una rampa donde no es posible señalar “hasta aquí es muy popular”, “desde aquí es menos popular”, etc. Se trata de una escala donde, como en el arco iris, el paso de uno a otro color se produce en una forma totalmente continua y gradual entre dos extremos, de manera que cualquier división que queramos hacer en la escala será completamente convencional.

Más arriba y más abajo de esa escala cuyos extremos aparecen marcados como nivel culto y nivel popular, existen otras formas que quedan al margen de la lengua común: son las lenguas especiales. Por un lado, como forma marginal del nivel culto, tenemos el lenguaje científico; por otro lado, como forma marginal del nivel popular, están las jergas. Cada una de estas “extralenguas”, científica y jergal, se divide en muchas ramas. [...]

Coinciden todas las lenguas especiales en hacer uso del mismo sistema gramatical de la lengua común (del nivel culto, las científicas; del nivel popular, las jergas), caracterizándose tan solo por un vocabulario propio de sentido muy preciso.

Niveles del habla:

Cada hablante, encuadrado social y geográficamente en un determinado nivel de lengua puede usar de distintas maneras las posibilidades que la lengua, dentro de ese marco, le brinda. Dicho de otro modo: el uso individual, por el hablante, de la lengua que tiene a su disposición puede tomar un “registro” u otro, según las circunstancias en que se produzca la comunicación. [...]

En general, el hablante de nivel lingüístico alto dispone de más registros que el de nivel bajo, aunque no sea raro el caso del personaje importante que se expresa uniformemente en un tono envarado. La flexibilidad del habla, resultado de la sensibilidad ante la lengua, es una necesidad práctica para todo hablante, y por tanto una de las metas que debe proponerse la enseñanza del idioma.»

[Seco, Manuel: Gramática esencial del español. Madrid: Espasa-Calpe, ²1989, pp. 253-256]

«Estratificación del uso lingüístico:

Hablamos de los diversos registros que un mismo hablante emplea según la situación en que se halla y según sean su interlocutor o interlocutores. Hay un registro oral y otro escrito (no hablamos igual que escribimos); y, dentro de cada uno de ellos, el registro que adoptamos es diferente para dirigirnos a familiares, amigos, personas mayores o niños, personas a quienes debemos respeto o les reconoceremos superioridad, cultas o letradas, etc.

Junto a estas diferencias de registro individual (coloquial, familiar, formal, etc.), se producen otras resultantes del hecho de que el lenguaje no está repartido homogéneamente en todo el cuerpo social. No lo poseen con la misma amplitud y con idénticas normas las distintas clases sociales, ya que, en su posesión, interviene fundamentalmente el grado de instrucción que los individuos reciben y la estima que la calidad del idioma merece, aneja normalmente al grado de instrucción.

Por ello, los sociolingüistas imaginan la sociedad distribuida en estratos, los cuales se corresponden aproximadamente – pero no exactamente – con las clases económicas, que se diferencian entre sí por sus diversos comportamientos idiomáticos.

Las variedades que un idioma presente en sus distintos estratos se denominan variedades diastráticas.

Los diferentes estratos poseen un distinto nivel sociocultural, íntimamente ligado a la capacidad económica de sus individuos, que les ha permitido un acceso mayor o menos a la educación.

Los dos niveles más claramente contrastados son los que corresponden a las clases más altas (normalmente, mejor instruidas) y más bajas (normalmente, pero instruidas).

Por supuesto, estudios minuciosos han puesto de relieve que el nivel de competencia lingüística de los individuos (su posesión del idioma, su destreza al emplearlo) es independiente de su inteligencia. Y que las diferencias idiomáticas entre las dos clases extremas de la sociedad, la alta y la baja, no reflejan las aptitudes de sus miembros, sino que son resultado de su diversa instrucción. [...]

El lenguaje más elevado – que llamaremos formal – no sólo se caracteriza por poseer mayor cantidad y variedad de recursos léxicos y gramaticales que el vulgar, sino también por la posibilidad de establecer más matices en la conversación. [...]

Código restringido y código elaborado:

Se da el nombre de código restringido al conjunto de recursos lingüísticos propios del lenguaje vulgar; y el de código elaborado al característico del lenguaje formal. [...]

El código restringido está configurado como un sistema pobre (aunque, a veces, la viveza del coloquio pueda hacer parecer lo contrario), rutinario, impersonal, categórico y poco matizado; resistente al ejercicio de la libertad expresiva para manifestar los sentimientos, que se polarizan hacia lo mucho o hacia lo poco; uniformador de las relaciones entre los individuos (las relaciones pueden ser muy variadas y sentidas, pero no se expresan verbalmente); simplificador de los conceptos (en política, en el trabajo, en la vida familiar, etc.). Al enunciar estas características, tan poco alentadoras, del código restringido, no debe olvidarse su carácter general; las excepciones de personalidades que saben manifestar su individualidad a pesar de las escasas posibilidades que ofrece su código idiomático.

Entre las clases económicamente superiores, hay millares de ciudadanos que sólo saben emplean un código restringido. El código elaborado va anejo a la instrucción y a la cultura, no al dinero. La extensión del código elaborado a todo el cuerpo social es un deber que impone a los poderes públicos y a los ciudadanos la democracia.

Diversidad de situaciones en la comunicación oral: el registro idiomático:

Como sabemos, toda comunicación se produce dentro de una situación, de la que forman parte el hablante, el oyente y las circunstancias (de lengua, tiempo, ocasión, etc.) en que se habla.

La diversidad de situaciones posibles obliga al hablante a adaptarse a ellas; si no lo hace, responderá y extrañará a los oyentes. [...] Cada modalidad expresiva adaptada a una situación, se denomina registro. Una pers0na instruida cambia de registro con facilidad. En cambio, una persona poco instruida es incapaz de cambiar de registro: sólo pone en juego el código restringido propio de la lengua vulgar. Por desgracia, en muchos estudiantes se da esa aflictiva deficiencia.

Multitud de situaciones requieren un registro propio: el de la vida familiar, el coloquial para comunicarnos descuidadamente con los demás, el de las relaciones profesionales, amorosas, políticas ... También cambia el registro cuando narramos, describimos, argumentamos, etc. Y ello acontece tanto en la lengua oral como en la escrita

[Fernando Lázaro: Lengua española. C.O.U., Madrid: Grupo Anaya, 1992, pp. 223-225]

«Lengua estándar:

Se llama lengua estándar, o lengua común, a la utilizada como modelo, por estar normalizada, de acuerdo con las normas prescritas, como correcta. Ésta es la lengua que usan los medios de comunicación, los profesores, los profesionales, etc. Por lo general, el concepto de ‘estándar’ se aplica sólo al léxico y a la morfosintaxis, estando excluido del mismo las variedades fonológicas. Dicho con otras palabras, tan ‘estándar’ es el español hablado con acento andaluz o valenciano como el de Castilla, siempre que el léxico y la sintaxis correspondan a la norma. La lengua estándar tiene variantes, que van desde la lengua coloquial, o lengua familiar, hasta la académica o solemne. La primera se caracteriza por el uso de palabras y enunciados que tienen más carga expresiva, afectiva o emotiva. El término culto lo mismo puede aplicarse al concepto de ‘lengua estándar’ que al de registro académico, formal o solemne. La ‘lengua coloquial’ se diferencia del llamado lenguaje convencional, caracterizado por una fraseología formulística, propia de la función fática del lenguaje, en la que abundan modismos, refranes, saludos, felicitaciones, expresiones eufemísticas (“¡Le llegó la hora!”) y de autoafirmación (“Te lo digo yo”, “¿Sabes?”, etc.), etc.»

[Alcaraz Varó, Enrique / Martínez Linares, María Antonia: Diccionario de lingüística moderna. Barcelona: Editorial Ariel, 1997, p. 323]

«Registro, registro social:

1.      En fonética el término registro alude al rango o extensión de la escala musical, y por extensión, de la voz humana, y también a cada una de las grandes partes en que se puede dividir dicha extensión (grave, medio y agudo). Abercrombie (1967: 95), en su análisis de la dinámica de la voz o de la cadena hablada incluye el ‘registro’ y la tesitura como rasgos suprasegmentales. El registro más agudo es el falsete o voz de cabeza, y el más grave es la voz de pecho, estando entre ellos el registro natural. Todos estos registros comportan cambios en la frecuencia fundamental, así como en el timbre.

2.      Pero, según Abercrombie, ‘registro’ es también cada una de las formas de fonación que el hablante elige voluntariamente en lo que se llama voz hablada. De acuerdo con estas formas de fonación, el ‘registro’, que aquí también se llama voz, puede ser leñoso, flautado, de trueno o muy grave, opaco o pardo, argentado o claro, etc., nombres todos ellos estilísticamente muy expresivos. Estos ‘registros’ o formas de fonación los emplea el hablante para expresar los índices afectivos.

3.      En estilística y en sociolingüística son ‘registros’ o registros sociales las variedades del lenguaje originadas por el grado de formalidad, entendiendo por formalidad la estricta observancia de las reglas, normas y costumbres en la comunicación lingüística. Algunos especialistas a esta acepción del término ‘registro’ la llaman estilo, o usan indistintamente una y otra. La elección de los diversos ‘registros’ depende de diversas circunstancias, como puede ser la posición social o profesional de los interlocutores (ser juez, ser subordinado o superior con respecto a otros, etc.), la situación grupal (no se habla igual en un grupo de amigos que en un grupo de colegas, por ejemplo) y los sentimientos o la actitud (por ejemplo, no se emplea el mismo lenguaje cuando se está enfadado que cuando se está acariciando al cónyuge). De acuerdo con estos criterios, se distinguen los siguientes registros o estilos: solemne, formal o académico, estándar, profesional, coloquial, frío, vulgar y argot o jerga. Los enunciados “A los que estaban allí les entró la risa cuando oyeron lo que les dijo el que hablaba” y “Las palabras emitidas por el conferenciante suscitaron la hilaridad del auditorio” difieren ostensiblemente en su ‘registro’ o grado de formalidad, siendo el primero mucho más coloquial que el segundo. El ‘registro’ de formalidad es un parámetro importante en la caracterización del significado discursivo, y muchas lenguas, como el español, el alemán y el francés, que tienen tu, du, tu y formas de cortesía como usted, Sie, vous, por ejemplo, permiten cambios de estilo fácilmente con recursos facilitados por sistema. Halliday, a esta acepción de ‘registro’ la llama tenor del discurso.

4.      Como algunos especialistas a la acepción anterior de ‘registro’ la llaman estilo, reservan el término de ‘registro’ para lo que se conoce como campo de discurso

[Alcaraz Varó, Enrique / Martínez Linares, María Antonia: Diccionario de lingüística moderna. Barcelona: Editorial Ariel, 1997, pp. 492-493]

«Niveles del uso del lenguaje:

El lenguaje lo empleamos en diferentes niveles. No es lo mismo niveles que funciones del lenguaje. Por nivel entendemos “la conciencia del uso y del conocimiento lingüístico”. La diferencia entre funciones y niveles radica fundamentalmente en que, mientras que en las funciones del lenguaje lo que más destaca son las relaciones de todos los elementos del proceso comunicativo, en los niveles del lenguaje lo que más sobresale es el léxico, las palabras que utilizan las personas, según su clase o situación social. Ahora bien, tanto cuando se emplea a nivel científico, por ejemplo, como cuando se emplea a nivel coloquial, el lenguaje es siempre un auténtico lenguaje; lo que puede suceder es que este distinto empleo del lenguaje pueda ser un obstáculo para la comunicación, lo cual explica la diferencia entre las personas. Por tanto, la identidad de los hablantes da lugar a distintas diversificaciones en el caso del lenguaje, lo mismo que la situación social de cada uno de ellos.

La lengua se basa en los elementos comunes a todas las hablas individuales; varía, pues, como consecuencia de un cambio de los hábitos lingüísticos; por tanto, hay las diferencias dialectales, localizadas geográficamente, y las diferencias de niveles, no localizadas geográficamente. Lo que más resalta son los niveles del lenguaje y el léxico, o, al menos, es el rasgo más llamativo (especialmente en el lenguaje coloquial, familiar, etc.), aunque también se manifiesta en diferencias de morfología y de sintaxis (lenguaje coloquial). En todos los niveles, el empleo de recursos, como la metáfora, la elipsis, la ironía, el humor ..., es muy normal y da lugar a una gran variedad de matices.

Los niveles se pueden agrupar, en términos generales, en simples y complejos o mixtos. Los simples son aquellos en los que predomina una sola forma de lenguaje, y son complejos o mixtos aquellos en los que se transmite algo de carácter colectivo. Dentro de los primeros podríamos encuadras: el nivel coloquial, el familiar y el vulgar – como variantes de aquél –, que se llaman también “lenguajes naturales” porque se fundan en la anterioridad del hombre y son, generalmente, “hablados”, es decir, se expresan primordialmente en forma oral; y el nivel culto, científico y literario que se llaman también “lenguajes artificiales”, porque surgen por unas necesidades de tipo científico o artístico, y que se expresan, principalmente, en forma escrita. Entre los niveles complejos o mixtos podemos citar el lenguaje periodístico, el publicitario y el lenguaje de los medios de comunicación social, mejor llamados “de difusión”, como son el lenguaje de la radio, del cine, de la televisión, etc.

Todos los niveles del lenguaje, a excepción del científico, “el verdadero y más exacto lenguaje”, como dicen los positivistas, lenguaje lógico y despersonalizado, están marcados por la afectividad. Es un rasgo común.

El nivel coloquial:

El lenguaje coloquial, como su nombre indica, es el que se emplea en el coloquio, en la conversación diaria. Es el que brota natural y espontáneamente. Es el más importante de los hablados. Se practica cuando nos dirigimos a una persona, tanto si la conocemos como si nos es desconocida. El hablante, cuando utiliza el lenguaje coloquial, lo hace con la intención de manifestar algo que quiere comunicar, y no se preocupa demasiado de la forma.

Es, pues, esencialmente oral, se aprende primordialmente en la infancia y se transmite por tradición. También se llama popular, porque es el lenguaje del pueblo, de la gente, de la población. Tiene gran importancia porque es en la vida diaria donde la lengua se enriquece y donde se arraiga.

Sus rasgos característicos son: la espontaneidad y la sencillez. Teniendo en cuante la ley del mínimo esfuerzo: pronunciación descuidada; omisión de sílabas y palabras; empleo sin ningún rigor de apócopes, elipsis, etc.; uso abundante de diminutivos para indicar afecto. Utilización de recursos no gramaticales ni léxicos: el gesto, la mímica, la entonación, el contexto situacional. Utilización de expresiones típicas: frases exclamativas características, frases despectivas, empleo de la forma “vaya”, frases múltiples.

Puede, a veces, coincidir con el lenguaje familiar, o aproximarse al culto. Las aproximaciones se dan en ciertas circunstancias y dependiendo de muchos factores, por ejemplo, las características de la sociedad en la que se realiza.

Nivel familiar:

Es una variante del coloquial. Puede coincidir con él. Es el que se usa en la familia, entre las personas de más confianza, entre un número reducido. Posee las mismas características que el lenguaje coloquial, pero exagerándolas: expresiones más imprecisas, mayor descuido y menos esfuerzo en el habla, mayor empleo de gestos, mayor abuso de contracciones.

La mayor o menos corrección en el uso del lenguaje dentro de este nivel se debe al grado social y cultural de la familia. Aun dentro del mismo grupo familiar puede haber también diferencias de utilización, según sus miembros, incluso los componentes de la familia pueden emplear este mismo lenguaje con alguna variación cuando tratan con su propio grupo; tal es el caso de los hijos en relación con sus amistades.

Nivel vulgar:

También es una variante del coloquial. Es el modo de hablar de la gente inculta, del “vulgo”. Se admite todo tipo de incorrecciones, no aceptadas ni en el lenguaje coloquial, ni en el familiar. El descuido es su principal característica.

Se utilizan vulgarismos de todo tipo: fonéticos, morfosintácticos, semánticos:

cerimonia por ceremonia

ventidós por veintidós

abujero por agujero

Jerga o argot:

La especialización y la especificación de la lengua coloquial conduce a la “jerga” y al “argot”. Cuando el lenguaje coloquial se utiliza por un grupo social diferenciado de los demás, porque poseen un léxico o unas técnicas expresivas que sólo comprenden los que pertenecen a ese grupo social, recibe el nombre de “jerga” o “argot”. Teóricamente existirán, pues, tantas jergas como profesiones, como grupos sociales diferenciados existen. Ahora bien, varían mucho unas jergas de otras por la riqueza del léxico.

Los lenguajes jergales se caracterizan por la “ocultación o diferenciación deliberada” Unos tienen un carácter estable (caló, germanía); otros están en constante renovación, tal es el caso de las jergas de estudiantes. Las jergas sirven para diferenciar a muchos grupos (emigrantes, malhechores, etc.).

Nivel culto:

Se opone totalmente al vulgar. Procede de aquellos sectores de la sociedad cuya característica es la cultura. Se expresa, normalmente, en forma escrita. Sus rasgos esenciales son: riqueza y selección de vocabulario; abundancia de cultismos y semicultismos; cuidado extremado en la pronunciación de los sonidos, en las construcciones, en el empleo de palabras y en todo lo referente a la semántica; no es espontáneo; conocimiento y utilización de todos los recursos lingüísticos.

Es el propio de la literatura de divulgación científica, de los ensayos. Supone un mayor conocimiento de la lengua y es utilizado, normalmente, por los estratos sociales más altos. Cuando un estudiante tiene que hablar en público sobre un tema determinado, nunca utiliza su propio lenguaje, sino que cuida la expresión, evita todo tipo de incorrecciones gramaticales, selecciona su vocabulario, habla con precisión, claridad, cuidando la pronunciación y el tono de voz, e incluso, quizá utilice algún recurso estilístico, si el tema lo permite.

A veces se usan, sin diferenciarlos, los términos “culto” y “científico”. Esto es debido a que los intelectuales, en su conversación diaria, utilizan un lenguaje sin incorrecciones, con un vocabulario preciso, adecuado, con una pronunciación correcta, tono de voz, etc.; es decir, ésta es su forma de hablar, es espontáneo entre ellos el empleo de este nivel del lenguaje. Esa espontaneidad no aparece cuando las personas que no son intelectuales emplean este género de lenguaje. Puede y debe utilizarlo, pero ya no es espontáneo, sino preparado, cuidado, reflexivo, en una palabra, artificial; no obstante, debe usarse cuando sea preciso.

Nivel científico:

El lenguaje científico es el lenguaje de las ciencias, pero no solamente, según se cree, de las ciencias como las Matemáticas, la Química, la Biología, la Física, etc., sino también de las ciencias como la Lingüística, la Filosofía, la Historia, la Literatura. Se caracteriza por estas tres notas distintivas: precisión, escasez de signos lingüísticos, artísticos y coloquiales, y abundancia de palabras creadas artificialmente por cada ciencia. Es un lenguaje que, a veces, resulta difícil de comprender para el que no esté versado en la materia que en este momento se expone. No es una lengua cuyos términos estén usados ambiguamente, sino una lengua cuyos términos expresan clara, real y únicamente aquello que quieren expresar. Se preocupa, naturalmente, más por el fondo que por la forma.

Si comparamos el lenguaje científico con el lenguaje culto, éste abarca más campos de saberes, mientras que el científico tiene más limitado su campo. El culto es el lenguaje de la divulgación; el científico es el lenguaje de la profundidad. El culto es la base para el científico, aunque no es imprescindible. La ciencia crea su propio lenguaje.

Niveles complejos o mixtos:

Ya dijimos que damos el nombre de niveles complejos o mixtos a aquellos a través de los cuales se expresa algo de carácter colectivo. Podemos incluir dentro de estos niveles, el periodístico, el publicitario y el lenguaje de los medios de información de masas.

El lenguaje periodístico presenta como rasgos característicos: rapidez, concisión y claridad. Es un lenguaje de interferencias porque, al analizar todas las partes de que se compone un periódico, se llega a la conclusión de que aparecen en él todos los tipos del lenguaje. Es un lenguaje entre el coloquial y el expositivo. Debe presentar la máxima corrección lingüística. Se puede considerar el periódico como una síntesis de todos los géneros literarios.»

[Ligero Montero, J. / Milián Ferreres, F.: Lengua española y literatura. Zaragoza: Editorial Luis Vives, 1990, pp. 38-42]

«Registro lingüístico

Variedad lingüística asociada a una determinada situación comunicativa. Existe una amplia gama de registros: el registro formal o académico, el registro coloquial o familiar, etc. (Véase Estilo, Nivel de uso. Cf. Nivel de habla o de lengua, Variación diafásica o estilística.)»

[Eguren, Luis / Fernández Soriano, Olga: La terminología gramatical. Madrid: Gredos, 2006, p. 94]

«Nivel

Nivel de habla o de lengua. Forma de habla relacionada con el nivel cultural de los hablantes. Se distinguen básicamente tres niveles de habla: un nivel culto, un nivel común o estándar y un nivel vulgar.

Nivel de uso. Véase registro.

Nivel lingüístico. Componente de una lengua con unidades y propiedades diferenciadas. Existen tres niveles básicos en todas las lenguas naturales: el nivel fónico (fonético y fonológico), el nivel gramatical (morfológico y sintáctico) y el nivel léxico-semántico.»

[Eguren, Luis / Fernández Soriano, Olga: La terminología gramatical. Madrid: Gredos, 2006, p. 82]

NORMA ACADÉMICA

«La norma no es sino el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. Si no existiera ese conjunto de preferencias comunes, y cada hablante emplease sistemáticamente opciones particulares, la comunicación se haría difícil y, en último extremo, imposible. La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él, no por decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de comunicación.

La norma de hoy

Como toda institución humana, la lengua experimenta cambios en el transcurso de su evolución histórica, de manera que ese conjunto de preferencias lingüísticas convertidas en modelos de buen uso que constituyen la norma no es igual en todas las épocas: modos de expresión normales en el español medieval y clásico —e incluso en el de épocas más próximas, como los siglos XVIII o XIX—, documentados en escritores de calidad y prestigio indiscutibles, han desaparecido del español actual o han quedado fuera del uso general culto; y, viceversa, usos condenados en el pasado por los preceptistas del momento forman parte hoy, con toda naturalidad, del conjunto de hábitos expresivos de los hablantes cultos contemporáneos.

 El Diccionario panhispánico de dudas, teniendo muy presente la realidad del cambio lingüístico, que opera en todos los niveles (fónico, gráfico, morfológico, sintáctico y léxico), basa sus juicios y valoraciones en la norma efectivamente vigente en el español actual, considerado este como la lengua que emplean las generaciones vivas de habla española. En ningún caso se ha conformado con repetir juicios heredados de la tradición normativa, sino que, gracias a los recursos técnicos con que cuenta hoy la Real Academia Española, en especial su gran banco de datos del español, integrado por textos de todas las épocas y de todas las áreas lingüísticas del ámbito hispánico, ha podido analizar la pervivencia y extensión real de los usos comentados y ofrecer, por tanto, soluciones y recomendaciones fundadas en la realidad lingüística presente.

La norma culta

El español no es idéntico en todos los lugares en que se habla. En cada país, e incluso en cada zona geográfica y culturalmente delimitada dentro de cada país, las preferencias lingüísticas de sus habitantes son distintas, en algún aspecto, de las preferencias de los hablantes de otras zonas y países. Además, las divergencias en el uso no se deben únicamente a razones geográficas. También dependen en gran medida del modo de expresión (oral o escrito), de la situación comunicativa (formal o informal) y del nivel sociocultural de los hablantes.

Por su carácter de lengua supranacional, hablada en más de veinte países, el español constituye, en realidad, un conjunto de normas diversas, que comparten, no obstante, una amplia base común: la que se manifiesta en la expresión culta de nivel formal, extraordinariamente homogénea en todo el ámbito hispánico, con variaciones mínimas entre las diferentes zonas, casi siempre de tipo fónico y léxico. Es por ello la expresión culta formal la que constituye el español estándar: la lengua que todos empleamos, o aspiramos a emplear, cuando sentimos la necesidad de expresarnos con corrección; la lengua que se enseña en las escuelas; la que, con mayor o menor acierto, utilizamos al hablar en público o emplean los medios de comunicación; la lengua de los ensayos y de los libros científicos y técnicos. Es, en definitiva, la que configura la norma, el código compartido que hace posible que hispanohablantes de muy distintas procedencias se entiendan sin dificultad y se reconozcan miembros de una misma comunidad lingüística.

A pesar de la imposibilidad de dar cuenta sistemática de todas las variedades que de uno y otro tipo puedan efectivamente darse en las distintas regiones de habla hispana, el Diccionario panhispánico de dudas trata de orientar al lector para que pueda discernir, entre usos divergentes, cuáles pertenecen al español estándar (la lengua general culta) y cuáles están marcados geográfica o socioculturalmente.

Se ha evitado conscientemente aludir, en esta relación, a la lengua literaria. En primer lugar, porque los escritores, en su faceta de creadores, disfrutan de mayores márgenes de libertad en el manejo del idioma y, centrados en la búsqueda de una mayor expresividad, a menudo conculcan intencionadamente las convenciones lingüísticas de su tiempo. Y, en segundo lugar, porque los escritores de ficción (novelistas y autores teatrales) utilizan los distintos niveles y registros del habla como uno de los modos de caracterización de sus personajes; precisamente por ello es posible documentar, en textos escritos, muchos usos que corresponden a la lengua oral y al habla coloquial o popular.

Respuestas matizadas

La mayoría de las dudas e inseguridades lingüísticas que tienen los hablantes nacen, precisamente, de la perplejidad que les produce encontrarse con modos de expresión distintos de los suyos. Desean saber, entonces, cuál es el uso «correcto», suponiendo, en consecuencia, que los demás no lo son.

Pero debe tenerse siempre en cuenta que el empleo de una determinada forma de expresión resultará más o menos aceptable dependiendo de distintos factores. Así, las variedades regionales tienen su ámbito propio de uso, pero resultan anómalas fuera de sus límites. Muchos modos de expresión que no son aceptables en la comunicación formal, sea escrita u oral, se juzgan perfectamente normales en la conversación coloquial, más espontánea y, por ello, más propensa al descuido y a la laxitud en la aplicación de ciertas normas de obligado cumplimiento en otros contextos comunicativos. Muchos usos ajenos al español estándar se deben, en ocasiones, a la contaminación de estructuras de una lengua a otra que se produce en hablantes o comunidades bilingües. Y hay, en fin, formas de expresión claramente desprestigiadas por considerarse propias del habla de personas de escasa instrucción. A todo esto se añade el hecho ya comentado de la evolución lingüística, que convierte en norma usos antaño censurados y expulsa de ella usos en otro tiempo aceptados.

Debido a la naturaleza relativa y cambiante de la norma, el Diccionario panhispánico de dudas evita conscientemente, en la mayoría de los casos, el uso de los calificativos correcto o incorrecto, que tienden a ser interpretados de forma categórica. Son más las veces en que se emplean expresiones matizadas, como Se desaconseja por desusado...; No es normal hoy y debe evitarse...; No es propio del habla culta...; Esta es la forma mayoritaria y preferible, aunque también se usa..., etc. Como se ve, en los juicios y recomendaciones sobre los fenómenos analizados se conjugan, ponderadamente, los criterios de vigencia, de extensión y de frecuencia en el uso general culto.

Los juicios normativos admiten, pues, una amplia gradación, que va desde la censura de lo claramente incorrecto por ser fruto del error, del descuido o del desconocimiento de las normas gramaticales, hasta la recomendación de lo que es simplemente preferible por estar de acuerdo con el uso mayoritario de los hablantes cultos de hoy, preferencia que pueden mantener, o variar, los hablantes cultos de mañana.

Precisamente, muchas de las vacilaciones registradas se deben a la existencia de etapas de transición, en las que coinciden en un mismo momento usos declinantes y usos emergentes, sin que puedan darse por definitivamente caducos los unos ni por plenamente asentados los otros; de ahí que en más de una ocasión se admitan como válidas opciones diferentes.

Tratamiento de las variedades lingüísticas

Por la misma razón, se reconocen, cuando existen, las divergencias entre la norma española y la norma americana, o entre la norma de un determinado país o conjunto de países y la que rige en el resto del ámbito hispánico, considerando en pie de igualdad y plenamente legítimos los diferentes usos regionales, a condición de que estén generalizados entre los hablantes cultos de su área y no supongan una ruptura del sistema de la lengua que ponga en riesgo su unidad. Solo se desaconsejan los particularismos dialectales que pueden impedir la comprensión mutua, por ser fuente de posibles malentendidos; nos referimos a los pocos casos en que una estructura lingüística adquiere en un área concreta un valor o significado diferente, e incluso opuesto, al que tiene en el español general.

También tiene presentes el Diccionario panhispánico de dudas las variaciones determinadas por el modo de expresión, la situación comunicativa y el nivel sociocultural de los hablantes. Así, se alude en numerosas ocasiones al tipo o nivel de lengua al que pertenecen los usos comentados, utilizando para ello distintas «etiquetas», la mayoría de significado transparente o fácilmente deducible: lengua escrita, frente a lengua oral; lengua literaria (la que corresponde a la expresión escrita de nivel culto), frente a lengua o habla corriente (la que se emplea en la expresión común u ordinaria); lengua o habla formal o esmerada (la propia de usos oficiales o protocolarios y de situaciones en las que el hablante debe expresarse con especial corrección), frente a lengua o habla informal, coloquial o familiar (la propia de la expresión espontánea y de situaciones en las que existe confianza o familiaridad entre los interlocutores); lengua o habla culta (la propia de los hablantes cultos), frente a lengua o habla popular o vulgar2 (la propia de las personas de bajo nivel cultural); y lengua o habla rural (la característica de los habitantes de las áreas rurales). El término vulgar y vulgarismo no se refiere, en esta obra, a las expresiones de carácter procaz o malsonante, sino a las que traslucen un deficiente conocimiento de las normas lingüísticas.

Ninguna de las variantes señaladas es en sí misma censurable, pues cada una de ellas sirve al propósito comunicativo dentro de sus límites, sean estos impuestos por la localización geográfica, la situación concreta en la que se produce la comunicación o el grupo social al que pertenecen los interlocutores. En consecuencia, nadie debe sentirse señalado o menospreciado por los juicios expresados en esta obra. No obstante, es necesario saber que un buen manejo del idioma requiere el conocimiento de sus variados registros y su adecuación a las circunstancias concretas en que se produce el intercambio lingüístico, y que, en última instancia, solo el dominio del registro culto formal, que constituye la base de la norma y el soporte de la transmisión del conocimiento, permite a cada individuo desarrollar todo su potencial en el seno de su comunidad. Por esa razón, todas las recomendaciones que aquí se expresan deben entenderse referidas al ideal de máxima corrección que representa el uso culto formal».

[Real Academia Española: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, pp. XIII-XVI]

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