Siete llaves

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Siete llaves al sepulcro del Cid. ¿Por qué siete?

¿Tiene el número siete en español algún significado simbólico?

Este eslogan fue creación de Joaquín Costa (1846-1911), líder e ideólogo del movimiento «regeneracionista» de finales del siglo XIX. Pero él no habla de “siete llaves al sepulcro del Cid“, sino de “doble llave al sepulcro del Cid“. Así reza el título de su obra: Crisis política de España: (doble llave al sepulcro del Cid) / por Joaquín Costa. Madrid: Biblioteca "Costa", 1914.

«En 1898, España había fracasado como Estado guerrero, y yo le echaba doble llave al sepulcro del Cid para que no volviese a cabalgar.» (Joaquín Costa)

No sé exactamente si Costa habló alguna vez también de “siete llaves al sepulcro del Cid“, pero la frase se cita casi siempre así. De vez en cuando se encuentran citas de memoria: “cien llaves al sepulcro del Cid“.

En 1898 y tras una guerra contra los Estados Unidos, España pierde las últimas colonias de ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y deja de ser un poder imperial. El estado moral del país en 1898 impulsa toda una literatura, denominada «regeneracionista», que critica el conformismo, la retórica hueca, la ignorancia y la corrupción de los partidos. Propone en cambio que España se sacuda de la abulia y la pasividad y ponga su fe en la educación, en el espiritualismo laico, en el progreso y en el futuro, es decir, se acerque a los ideales de una Europa abierta y libre.

El movimiento “regeneracionista“ critica la situación de atraso y decadencia de España y propone soluciones para salir de ella. Este movimiento enlaza con el arbitrismo del siglo XVII o con los ilustrados del siglo XVIII y tiene su líder en Joaquín Costa, que influyó fuertemente sobre la generación del 98. Gran orador, acabó renegando de las soluciones políticas y abogando por propuestas técnicas, como la que le hizo famoso de "escuela y despensa".

Muchos intelectuales de esta época estaban cansados de escuchar las alabanzas de las pasadas glorias nacionales. De esta forma, para Costa la única forma de hacer honor a nuestro pasado era poniéndole “punto y final”, echando “doble llave al sepulcro del Cid”, a la vez que denunciaba el que se fomentasen y se ensalzasen algunos acontecimientos históricos de España para ocultar la desazón presente: «Deshinchemos esos grandes nombres: Sagunto, Numancia, Otimba, Lepanto, con que se envenena nuestra juventud en las escuelas, y pasémosles una esponja.» (Costa 1914)

Se puede definir el regeneracionismo como un movimiento ideológico que hace culpable a la Restauración de todos sus radicalizados males y propugna la necesidad de una modernización política, económica y social. Modernización que vendría europeizando a España.

En cuanto al simbolismo de siete llaves, creo que viene del pasaje del Apocalipsis donde se habla de un libro con “siete sellos que nadie podía abrir“ (Apocalipsis 5:1-4). De ahí la expresión española: tener algo tras siete llaves    (’da kommt keiner ran’). En alemán se habla también de “das ist für mich ein Buch mit sieben Siegeln“ (’no me entra en la cabeza’).

Para el simbolismo exotérico y astrológico del número siete, ver en Internet:

Armónico 7, de Tito Macía

Número Siete, de Guazú Birá: el siete judaico, el siete católico, el siete apocalíptico, el siete en Oriente

El número siete en el Antiguo y Nuevo Testamento

 

Dios creó el mundo en siete días.

Los siete días de la semana.

El cerco de Jericó: „Rodearéis la ciudad todos los hombres de guerra (...) y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad; y los sacerdotes tocarán las bocinas". (Josué 6:3-4)

Los siete sacramentos.

Los siete pecados capitales.

Las siete virtudes: tres teologales y cuatro cardinales.

Siete son las musicales notas del pentagrama.

Siete fueron las plagas de Egipto.

En el Apocalipsis:

San Juan nos habla de siete iglesias, siete espíritus ante el trono de Dios (Ap. 1:4), siete sellos (Ap. 5:1), siete trompetas del Apocalipsis (Ap. 8:2) y de siete copas de oro (Ap. 17:3).

el séptimo sello

«Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sello. Vi un ángel poderoso, que pregonaba a grandes voces: ¿Quién será digno de abrir el libro y soltar sus sellos? Y nadie podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro ni verlo.» (Apocalipsis 5:1-4)

«Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como una media. Vi entonces a los siete ángeles que están en pie delante de Dios; les fueron entregadas siete trompetas (...) Los siete ángeles de las siete trompetas se dispusieron a tocar.» (Apocalipsis 8:1)

Inspirándose en este pasaje de la Biblia, el gran director sueco Ingmar Bergman rodó una película con el título El séptimo sello (1956).

setenta veces siete

El cristiano perdona setenta veces siete.

«Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.» (Mat., 18: 21-22)

La situación parece aludir al antiguo pasaje sobre la venganza en el que se dice: "Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo será setenta y siete" (Gn 4: 24).

«El simbolismo del número siete se ve confirmado por su uso en el Antiguo y Nuevo Testamento. Las fiestas duraban siete días (fiesta de las chozas o tabernáculos Lv 23,24); la séptuple venganza es la venganza completa (Gn 4,15: "El que mate a Caín lo pagará siete veces"); Dios lo ve todo con siete ojos (Zac 4,10: "Esas siete lámparas representa los ojos del Señor, que se pasean por toda la tierra"); la vida del hombre para el salmista dura setenta años, múltiplo de siete (Sal 90,10); según la comunidad judía, habitaba la tierra un total de setenta naciones (Gn 10: donde se enumeran setenta pueblos; LXX: setenta y dos). En los evangelios cinco panes y dos peces (=siete) indica la totalidad del alimento; en el segundo reparto se habla de "siete panes" (Mc 8,5 par.), destinados a todos los pueblos; se recogen siete espuertas llenas. Otros textos hablan de siete espíritus (Mt 12,45), siete demonios (Lc 8,2), siete hermanos (Mt 22,25); hay que perdonar al hermano no hasta siete, sino hasta setenta y siete veces (Mt 18,21-22); setenta (y dos) son los discípulos que envía Jesús (Lc 10,1), etc.»

[Fuente: Jesús Peláez, “El buen samaritano“, nota 6]

Expresiones españolas con el número siete

 

lo tengo tras siete llaves    

da kommt keiner ran!

estar debajo de siete llaves / bajo siete llaves / tras siete llaves

unter sieben Siegeln

los siete pecados capitales

die sieben Todsünde

estar en el séptimo cielo

im siebten Himmel sein / schweben

estar en siete sueños         

im tiefsten Schlummer liegen

tener un siete en la ropa / hacerse un siete en la blusa

[rasgón en forma de ángulo que se hace en los trajes o en los lienzos]

rechtwinkliger Riss in einem Kleidungsstück

desaparece el gigante Mientemás con su saco de arpillera lleno de sietes

entró en su casa, pálido y hambriento, descompuesta la faz graciosa, la ropita llena de sietes y oliendo a pueblo

hacerse un siete en el pantalón 

sich die Hose zerreißen

hacerse un siete en el traje        

einen Riß in den Anzug machen

comer por siete         

essen wie ein Scheunendrescher / gierig essen

es un pícaro de siete suelas       

er ist ein Erzschelm / er ist ein Erzgauner

habla por siete 

er redet wie ein Wasserfall

hablar por siete         

eine Plaudertasche sein

huelo el vino a siete leguas         

ich rieche den Wein schon sieben Meilen weit

más que siete   

außerordentlich

liarse los bártulos      

seine Siebensachen packen

poner cara de acelga

ein Gesicht machen wie sieben Tage Regenwetter

saber más que siete 

mit allen Wassern gewaschen sein

tener siete vidas como los gatos

zählebig sein / nicht kleinzukriegen sein

un charrán de siete suelas

ein Erzgauner

siete llaves al sepulcro del Cid en textos y contextos

 

«La España que Joaquín Costa y otros regeneracionistas intentaban abrir a la Europa transpirenaica, y cuya historia querían enterrar con el lema "Despensa, escuela y siete llaves al sepulcro del Cid", es la misma que los hombres de la generación argentina de 1880, empezando por Alberdi, querían también olvidar, rechazando la herencia española para europeizar a Argentina. Y la que percibía Borges cuando definía la historia argentina "como un querer apartarse de España, como un voluntario distanciamiento de España".»

«El país no da para más. Se rasca y te encuentras la vieja España de Joaquín Costa que acaba de echarle, una vez más, siete llaves al sepulcro del Cid y un cerrojo fac al sepulcro de don Cristóbal Colón que en paz descanse, mientras le ha puesto un dispositivo de apertura retardada a los controles de la democracia, a la separación entre poderes, a la independencia de los tribunales, al imperio de la razón y al magisterio de las buenas costumbres. Aquí nos han cantado una nana europeísta. Nos creíamos que nos íbamos a acostar africanos para despertarnos europeos, y resulta que Bruselas nos ha castigado sin postre, y las nubes han seguido erre que erre en sus trece de no darnos ni mijita de agua.»

«Cuando los pueblos de América se libraron de la voracidad de la sanguijuela gachupina, los españoles perdieron la oportunidad de homologarse con otros pueblos más adelantados y en lugar de hacer caso de las propuestas regeneracionistas (escuela, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid) siguieron en sus trece.»

«Denunciamos la uniformidad del pensamiento español contemporáneo, la carencia de inquietudes filantrópicas que acarrea el actual individualismo y la ordinariez finisecular. ¿Y de la inquietud por la literatura y las bellas artes? ¡Nadie supo más!. ¿Y de la investigación y sus usufructos? ¡Sepultados están!. Vivimos tiempos onomatopéyicos. ¡Zape!, ¡Os hacen plebe, acémilas! Sancho sois y en Sancho os convertiréis. Siete llaves al sepulcro del Cid. Canta y no llores... (música de ranchera). Proclamamos la inaplazable necesidad de decir: Basta. Se acabó, es el fin.» [Círculo Cultural Faroni. Manifiesto]

«Fue realmente un precursor, que se anticipó varias décadas a los acontecimientos que se desarrollaron en nuestra patria. Propuso fundar un orden nuevo, más europeista, en el que floreciera la cultura, único modo de emerger del marasmo.  Costa se lamentaba de las características negativas de los españoles, instándoles a superarlas con el esfuerzo, el trabajo bien hecho, la voluntad y el estudio. Participó del movimiento denominado Regeneracionismo. Culpaba de la decadencia española al desgobierno de la oligarquía y al caciquismo. Como única solución, propugnaba una «política de realidades». Reforma agraria, planificación hidráulica, modernización de la enseñanza, apoyo a la agricultura y a la industria, descentralización administrativa -política y social- llevada a término por un gobierno autoritario, reclamando con énfasis un «cirujano de hierro». Insistía en la reorganización de la vida económica y el abandono de ilusiones imperiales: «Despensa, escuela y siete llaves al sepulcro del Cid». En medio del acento polémico que caracteriza a su época, sobresale un fervoroso espíritu patriótico. Algunos de los proyectos de Costa fueron llevados a la práctica por la dictadura de Miguel Primo de Rivera ampliados, y culminados por el régimen nacido el 18 de julio de 1936. «Esta regeneración española, postulada por Costa y otros, no se inicia realmente hasta el segundo cuarto del siglo XX y desde planteamientos no coincidentes con los del turnismo oligárquico», escribe Fernández de la Mora.»

«Antes que un paisaje, Castilla es una idea. Realidad geográfica e histórica, pero también construcción mental, la vasta extensión de las tierras del Duero ha excavado un nicho simbólico en la imaginación colectiva. Introvertida y expansiva, esa identidad mística y guerrera que levantó conventos y castillos fue fagocitada por la España eterna, enfrentando al monje-soldado con el partidario de cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid. Sin embargo, el esplendor medieval de las catedrales se entreveró durante siglos con la prosperidad del trigo y de la lana para fabricar un territorio patrimonial y agropecuario, donde los hombres del 98 hallarían inspiración para su credo regeneracionista. Hoy Castilla y León se afana, como otras regiones interiores europeas, por integrarse en nuevos espacios económicos definidos por las infraestructuras y las leyes agrícolas de Bruselas, más allá de la demografía indecisa y el clima riguroso que configuró el espíritu del páramo, por tomar prestado un título del leonés Luis Mateo Díez.»

«Hoy asistimos a un renacimiento general de los estudios históricos. La concepción de la unidad de España basada en el pluralismo de sus regiones, tal como aparece en a actual Constitución, ha potenciado en todas partes el afán por conocer las identidades regionales y provinciales. Es posible que en estos afanes se mezclen motivaciones de muy diverso género, pero al menos se ha producido un hecho cultural positivo: el interés por la propia tierra, de la que siempre la historia. es factor imprescindible. Como bien señala Manuel Revuelta en el Prólogo, se trata de hilvanar una serie de hitos de nuestra historia, en un acercamiento cariñoso -nada del cotidiano siete llaves al sepulcro del Cid- a nuestras más puras esencias ancestrales, para emparejar conocimiento y amor por lo nuestro, por el pasado y por el presente de nuestra propia tierra: 'La provincia de Palencia siempre la historia es factor imprescindible'.»

«Es muy posible que necesitemos un nuevo patriotismo español en el que quepan diversas patrias, diversas lenguas, morales diversas y diversas religiones y pueblos. Pero para que ese patriotismo nazca o vaya naciendo, como decía Costa, hay que echar siete llaves al sepulcro del Cid. La España de Trento, de Lepanto, de los Tercios, de la conquista, de los soldados fanfarrones fue lo que fue horrible y grandiosa un proyecto histórico cumplido y luego derrotado, lleno de altos nombres de arte y una espantosa intolerancia religiosa. Sólo dejando atrás (totalmente atrás, obispos incluidos) esa España de san Ignacio y Don Juan de Austria, podremos hablar de un patriotismo de veras nuevo. Quizá sueño el que, algo más tarde, nos ayudara a preferir a los hombres mejor que a las patrias. Sueño, insisto.» [Luis Antonio de Villena: „Dimensión el patriotismo“. En: El Mundo - 20 de diciembre de 2001]

« En aquella polémica intelectual de los primeros años del siglo XX, en la que se lanzaban ideas como el "que inventen ellos" de Unamuno o el "despensa y escuela y siete llaves al sepulcro del Cid" del regeneracionista Costa, aparecía la intuición y el positivismo de Fernando de los Ríos, sembrando nuestro país de nuevos centros de enseñanza; fueron 14.000 escuelas durante periodo no demasiado largo que desempeñó el cargo de Ministro de Cultura e Instrucción Pública.»

«Siete llaves al sepulcro: ...del Cid. Famosa frase de Joaquín Costa con la que intentaba ahuyentar del cadáver del héroe burgalés tanto buitre como pretendía alimentarse de sus despojos  y utilizar su figura para exaltar lo más rancio y manido de las "glorias patrias"... y seguir imponiendo así su caduca visión de España. Otros buitres revolotean -"hoy lo mismo que ayer"- sobre el suyo. ¿No sería ya hora de empezar a espantarlos?»

«El problema no está en las religiones ni en las costumbres; si la ilustración, la sanidad y la riqueza se repartiesen mejor, todos los aspectos que nos aterran de otras tradiciones desaparecerían. Recordemos que, hasta hace treinta años, al sur de los Pirineos vegetaba un pueblo fatalista, fanático, irremediablemente pobre y destinado por el hado a la guerra y la emigración. País de inquisidores, guerrilleros y revueltas sangrientas, de dictadores y reyes infames, condenado a serlo eternamente por su tradición católica y tridentina. Bastó una década de desarrollo económico para que todo eso cambiara. No nos ha hecho falta quemar El Escorial, acabar con los toros y la Semana Santa, ponerle cerrojos al sepulcro del Cid ni trasladar al desván los cuadros del Greco.»

«Este era el panorama que sublevaba a Maeztu, el que le hizo reaccionar de modo distinto a los demás. Pío Baroja, con la sinceridad con que solía contar lo que veía, lo percibió con claridad, y en la reseña crítica que hizo al aparecer Hacia otra España dijo de su autor: "él siente la necesidad de la regeneración de la patria, anhelo de que España sea grande y próspera, y nosotros, la mayoría, no sentíamos ni esa necesidad ni ese anhelo". Llevado por este deseo tan fuertemente sentido, Maeztu pudo observar que tanto los Estados Unidos como Inglaterra eran fuertes y poderosos, ricos, industrializados; no tenían ideales quijotescos, sino prácticos, esos que hacen prosperar a los pueblos. El único camino que se abría ante él lo había señalado Joaquín Costa: siete llaves al sepulcro del Cid, y escuela y despensa, y por ese camino se lanzó en solitario, porque nadie del grupo le siguió ni tuvo - que se sepa - el menor interés. Véase cómo recordó el mismo Maeztu aquellos años:
"Durante varios años viví en el convencimiento de que si los intelectuales de mi tiempo se convertían en propagandistas de la escuela y la despensa, España se transformaría en breve tiempo. Mis compañeros de letras no quisieron persuadirse de ello. Prefirieron dedicarse a su carrera y producción literarias, mientras que yo me había dejado de versos y cuentos para darme por entero a la propaganda regeneracionista. Acaso ellos tuvieron razón y yo pecase de inocente, pero esa fue la causa de que yo me apartara de ellos y aprovechara la primera ocasión para ir a Inglaterra."»

dos llaves al sepulcro del Cid en textos y contextos

 

«Un sistema parlamentario tramposo, basado en la compra de votos y en la alternancia pactada de los dos grandes partidos en el poder, quedó arruinado para siempre. Un modelo de organización del Estado, consistente en la imposición de los intereses de la oligarquía dominante de la capital (aliada a las oligarquías provinciales, eso sí), hizo aguas, y los trabajadores y las regiones fueron conscientes de la opresión en la que vivían. En todo el país, pero especialmente en su periferia, los jóvenes se alzaron en ideas y se propusieron hacer tabula rasa del pasado. Doble llave al sepulcro del Cid, proclamó Joaquín Costa, y en este espíritu le siguieron muchos.»

«Para hablar del regeneracionismo, hay que mencionar a Joaquín Costa ("Despensa, escuela y doble llave al sepulcro del Cid"). Regenerar significa volver a nacer, la frase quiere decir que olvidemos el pasado y miremos hacia delante. Se debería hacer una reforma social, mejorar la enseñanza... En el fondo de todo está la idea de salvar a España y el tópico del problema español. A lo largo del siglo XVIII con la Ilustración y en el XIX y XX hasta la guerra civil se dio este tópico. Muchos pensaban que la guerra serviría para solucionar los problemas. Caldaso, Larra y Clarín tratan este tema. Luis Martín Santos dice que el problema de España no es hereditario ni un problema de raza y critica a la generación del 98 por pensarlo.»

cien llaves al sepulcro del Cid en textos y contextos

 

«¿Qué regeneracionista decía que España lo que necesitaba era "despensa, escuela y cien llaves al sepulcro del Cid"?» (de un Cuestionario sobre historia de España)

«El movimiento regeneracionista fue liderado por una serie de intelectuales entre los que destaca Lucas Mallada, Macías Picavea, la Generación del 98, y, sobre todo, Joaquín Costa. Joaquín Costa propugnaba la necesidad de modernizar España y olvidar las glorias del pasado. "escuela y despensa y cien llaves al sepulcro del Cid". Era partidario de renovar los sectores productivos (presentó muchos proyectos de pantanos e industrias) y la difusión de la educación entre amplias capas de la población.»