Ansiedad - angustia - miedo

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Me podría ayudar a encontrar un equivalente alemán para la palabra española ansiedad (aparece frecuentemente en relación con los transtornos que causa el estrés: estado de ansiedad). En la mayoría de los diccionarios aparece la palabra traducida como 'Angst'.  Esta traducción no me parece suficiente, ya que no abarca todos los matices de la palabra española. Quizás tiene Vd. una idea.

Una pregunta interesante. Usted ha usado el modo indicativo tras el adverbio de posibilidad quizás, para expresar su confianza y fundada esperanza en que haya (o yo tenga) una respuesta. Con lo que ya entramos en el tema de la ansiedad, que, cuando es patológica, tiene que ver con la falta de confianza básica.

Según los diccionarios, no hay diferencia entre angustia y ansiedad, ambos significarían en alemán Angst.

Sólo el psiquiatra español J. J. López Ibor distingue estos dos conceptos. El filósofo Xavier Zubiri critica que los psiquiatras no diferencian angustia de ansiedad, pero él tampoco se para a dar una definición de ambos conceptos, aunque indica un componente importante: la espectancia.

En la terminología de psicoanálisis lacaniano (de Jacques Lacan), hay un concepto central: le désir, que ha sido traducido al español por el deseo, pero en alemán se encontró una traducción más acertada: das Begehren. Correspondería más bien a ansia y no a ansiedad.

La palabra ansiedad tiene connotaciones psicopatológicas (no así ansia): es una búsqueda de algo, a veces no concretizado. Una búsqueda que implica también miedo o falta de confianza en que se alcance lo buscado o sobrevenga lo esperado. Este miedo es combatido con otro elemento, la impaciencia y la falta de confianza básica. El no poder esperar causa ansiedad y angustia por el miedo a ser frustrado (de nuevo) en sus aspiraciones y deseos: “ich kann es nicht mehr erwarten”, que se dice en alemán, y en español: me muero (de ansiedad) por + infinitivo. Los diccionarios hablan de ansiedad como “estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo” (DRAE), es la pérdida del sosiego y de la capacidad de esperar con confianza y tranquilidad. La ansiedad produce, así, situaciones de agobio (‘estrés’) que refuerzan aún más el miedo. La ansiedad es un sentimiento de aprehensión o de miedo persistente. La fuente del desasosiego en la ansiedad no siempre se sabe o se reconoce, lo cual se suma a la angustia. "Todo me estresa". "Siempre estoy preocupado". Un trastorno de ansiedad puede hacer que el “paciente“ (el que lo sufre) se sienta ansioso casi todo el tiempo sin ninguna causa aparente. A veces, las sensaciones de ansiedad suelen ser tan incómodas y, para evitarlas, el paciente suspende algunas de sus actividades diarias. También se pueden sufrir ataques ocasionales de ansiedad tan intensos que el sujeto queda inmovilizado o aterrorizado.

La imposibilidad de decidir en un estado de ansiedad proviene de que el sujeto no sabe cuál es lo mejor, el objeto de deseo es tan difuso que paraliza la capacidad de decisión, no se sabe qué es lo mejor. Como dice muy bien Xavier Zubiri:

«Es falso que siempre se acepte la tendencia en virtud de la cual uno estima que una acción es hic et nunc la mejor. En términos generales sucede lo inverso: mi acto de voluntad es el que me dice cuál es la tendencia mejor en un momento determinado. No es verdad que el hombre decide por lo mejor, sino que decide qué es lo mejor

[Zubiri, Xavier: Sobre el hombre. Madrid: Alianza Editorial, 1986, p. 600]

El ansia en sí no tiene esas connotaciones psicopatológicas, es decir, no hay “pathos”, sufrimiento, el sujeto no sufre bajo ese sentimiento, como es el caso de la ansiedad.

La angustia supone una amenaza (aunque sea percibida de forma difusa o imaginada).

La ansiedad está movida por un deseo (Begehren).  El miedo que se supone detrás de la ansiedad no es un miedo a algo amenazante, sino el miedo a la frustración, a que el deseo no se pueda satisfacer, o al presentimiento de que el objeto de la satisfacción no es alcanzable. El ansioso se exige mucho a sí mismo y espera demasiado de los otros. Su perfeccionismo y su aspiración extrema lo lleva a vivir en perpetuo estrés. El ansioso no puede desconectar  (abschalten) y ponerse las pilas (auftanken).

aquello que más se ansía (apetece) es,

al mismo tiempo, aquello que más miedo infunde

 

Es una regla general en la terapia psicoanálitica el advertir de que no se debe cumplir al paciente siempre su deseo, porque, en el fondo, el paciente no lo quiere ver realizado concretamente o no lo (re)conoce.

Ambivalencia del sentimiento de ansiedad: aquello que más se ansía es aquello que más miedo da,

a)    porque se teme el castigo por haber sucumbido al deseo;

b)    o porque se tiene miedo a una frustración o desengaño.

Esta ambivalencia hace que muchas personas no sean capaces de decidirse por algo que apetecen, y posponen continuamente la realización de su deseo. Mientras el deseo quede irrealizable, tienen la sensación de tener aún una posibilidad de conseguirlo. La realización concreta de un deseo lleva a veces al descubrimiento de que “no era esto lo que yo quería“. Por eso se habla en psicopatología de neurosis de ansiedad. En alemán se puede describir muy bien el mecanismo jugando con las siguientes palabras:

wer ständig auf der Suche ist, wird mit der Zeit süchtig und unterliegt der Versuchung, die Suche libidinös zu besetzen: es ist lustvoller das Suchen als das Finden

Esta expresión se ha generalizado en inglés para traducir la palabra alemana Angst. Según S. Freud, hay que diferenciar entre Fucht [temor] y Angst [miedo]. Furcht es miedo a algo concretametne conocido: si tengo miedo a un perro, lo que puedo hacer siempre es procurar no pasar nunca por delante de uno. Mientras que Angst es un sentimiento más difuso (p. e. tener miedo a la oscuridad, tener miedo a atravesar una plaza pública vacía, etc.). Aquí Angst es una combinación de miedo y ansiedad al mismo tiempo. Lo que se teme con Angst es algo ambivalente (no claramente definido como peligroso, como en el caso de un perro): es esa combinación de apetecer y temer las consecuencias de la realización de ese intenso deseo (apetencia). En alemán se habla de „magische Anziehungskraft“ de algunas cosas. Freud lo explica muy bien en su ensayo sobre das Unheimliche. Lo que es unheimlich fue en alguna fase del desarrollo algo heimelig (o heimlich) que, entre tanto, ha sido relegado al insconsciente. Das Umheimliche nos causa una sensación ambivalente: a) de miedo a que vuelva el deseo reprimido, b) de ansia de recuperar lo en otro tiempo relegado al olvido.

Así pues, la ansiedad es un fenómeno complejo, en el que intervienen varios factores o mecanismos psíquicos:

a)    búsqueda ansiosa (’suchen / Sucht / starkes Verlangen nach etwas haben’);

b)    miedo a encontrar (’Angst’);

c)     anhelo de un objeto difuso, nunca poseído (’Sehnsucht’);

d)    tensión, inquietud interior, desasosiego (’psychische Spannung und innere Unruhe’);

e)    sentimiento de angustia y congoja, de encontrarse en un „callejón sin salida“ (’Beklemmung’);

f)      preocupación excesiva (’übertriebene Sorge’);

g)    tener aprensión, ser aprensivo (’überängstlich sein’);

h)    procesos anticipatorios.

Origen del término ansiedad en psicopatología:

§         Este término fue inventado en el siglo XVIII por el físico escocés William Cullen para describir una aflicción del sistema nervioso que produce nerviosismo.

§         En el siglo XIX se les llamaba "neuróticas" a las personas que transmitían una conducta rígida y fracasada.

§         En el siglo XX este punto de vista biológico cambió con el modelo psicodinámico de S. Freud.

Para Freud la neurosis no se debía a causas orgánicas, sino a la ansiedad cuando se reprimen los recuerdos y los deseos. La conducta neurótica era la expresión de la ansiedad o una defensa en contra de ésta. Romper y llegar hasta la mente consciente también es un signo peligroso para el ego. Luego este enfoque cambió cuando se hizo el manual de diagnóstico estadístico, ya que éste sería utilizado por profesionales que incluían todas las teorías o modelos. El DSM III (1980) eliminó el término neurosis y separó los desórdenes neuróticos en categorías basadas en los patrones de conducta de cada uno, y esta práctica la sigue el DSM IV. Sin embargo, el término neurosis todavía se usa ampliamente en los escritos psicodinámicos que muchos profesionales de la salud mental utilizan y aplican.

Para la terminología psicoanalítica freudiana se puede consultar:

Laplanche, J y Pontalis, J.: Diccionario Psicoanalítico.

Editorial Labor. Barcelona: Editorial Labor, 1981.

Necesidad, demanda y deseo

La dialéctica del deseo según Jacques Lacan

 

Lacan usa la palabra désir simpre en singular, no habla de los deseos, sino del deseo, que en alemán se tradujo por “das Begehren“ y no por “Wunsch“.

«Anzumerken wäre, dass der französische Ausdruck “désir” (= Begehren) nicht identisch ist mit dem deutschen Ausdruck “Wunsch”. Wunsch bezeichnet eher ein umschriebenes Verlangen, während “das Begehren sich artikuliert in einem Diskurs, der voll List ist” (Lacan, Die Ausrichtung ..., S I, S. 211)» [Pagel, Gerda: Lacan zur Einführung. Hamburg: Junius Verlag, 1989, S. 145, n. 20]

En su Dialéctica del deseo, distingue Lacan entre

necesidad (Bedürfnis), demanda (Anspruch) y deseo (Begehren)

«Las primeras formulaciones de Lacan sobre el concepto de goce datan de 1950, cuando elabora la distinción entre necesidad, demanda y deseo. La necesidad orgánica de alimento, expresada por el niño con su llanto, recibe una respuesta por parte del otro, su madre, la cual le confiere un sentido a ese llamado. A partir de este momento, la respuesta que aporta la madre a la necesidad, instituye la existencia de una demanda, es decir, que la respuesta de la madre convierte el grito en llamado. A su vez, la satisfacción obtenida por la respuesta a la necesidad induce la repetición de esa primera experiencia de satisfacción. La necesidad se vuelve entonces demanda, sin que por ello pueda recuperarse el goce inicial, el de esa primera experiencia de satisfacción, de tal manera que una segunda experiencia nunca será igual a la primera. Aquí se esboza desde ya, la pérdida de goce que padece el sujeto por su ingreso en el mundo de la demanda, es decir, en lo simbólico.

Así pues, lo que se pone en juego en el goce no es de ningún modo reductible a algo de orden natural; se trata, por el contrario, del punto en el que el ser vivo se enlaza con el Otro del lenguaje. Lacan pasará a distinguir entre el placer y el goce; el goce es lo que se encuentra en el más allá del principio de placer, es decir, que se trata de algo que excede los límites del placer. Ir más allá del principio del placer, es un movimiento ligado a la búsqueda del goce perdido, lo cual será la causa del sufrimiento del sujeto.» [El Goce de Lacan, por Hernando Bernal. En: Poiésis. Diciembre 2002]

El deseo freudiano se despliega sobre el fondo de una nostalgia, de un anhelo, de la búsqueda del reencuentro con ese objeto mítico de la primera satisfacción, objeto inalcanzable, perdido desde siempre.

«Was Freud von allen Autoren unterscheidet ist die Idee, dass das Objekt des menschlichen Strebens niemals ein wiedergefundenes Objekt im Sinne der Wiedererinnerung ist. Das Subjekt findet nicht die vorab verlegten Schienen seiner natürlichen Beziehung zur Außenwelt wieder. Das menschliche Objekt konstituiert sich immer durch die Vermittlung eines primären Verlusts. Nichts Fruchtbares hat statt für den Menschen, wenn nicht durch Vermittlung eines Verlusts des Objekts.» [Lacan, J.: Seminar II, S. 176]

Se dice que el hombre es una máquina de producir deseos, que está lleno de deseos (insatisfechos). La ansiedad sería algo así como todos los deseos acumulados o la imposibilidad de decidir qué es lo mejor, lo más deseable.

«Im Begehren tritt der Wunsch in jenen Zwiespalt ein, der die unendliche Bewegung von Mangel und Erfüllung, von Einheit und Spaltung, im Menschen unterhält. Anders als das Bedürfnis, das sich am Objekt stillt und zu sich selbst zurückkehrt, umkreist das Begehren das Objekt, lädt es mit Bedeutung auf, speist das Verbotene mit Verheißungen und lässt den Mangel dort neu entstehen, wo er eben überwunden schien. “Das Begehrenswerte sättigt nicht das Begehren, sondern vertieft es, es nährt mich gewissenmaßen mit neuem Hunger” (E. Levinas). Denn das Begehren wird nicht getragen vom “Ich”-sagenden Subjekt, sondern artikuliert sich in der symbolischen Sprachordnung – gebrochen durch die Begierde des Anderen.»

[Pagel, Gerda: Lacan zur Einführung. Hamburg: Junius Verlag, 1989, S. 70-71]

Traducción de ansiedad/angustia al alemán

 

Freud habló de Angsthysterie y también de Die “kulturelle” Sexualmoral und die moderne Nervosität (1908). Angstneurose y Angsthysterie fue traducido al español, en un principio, por Neurosis de ansiedad e Histeria de ansiedad. Más tarde se pasó a traducir Angst en el sentido freudiano por angustia. La obra de Freud Hemmung, Symptom und Angst (1926d) se tradujo al español por: Inhibición, síntoma y angustia.

El Vocabulario del psicoanálisis de Laplanche/Pontalis traduce la terminología psicoanalítica así

automatische Angst = angustia automática

Angstentwicklung = desarrollo de angustia

Angsthysterie = histeria de angustia

Angstneurose = neurosis de angustia

Angstsignal = señal de angustia

[Laplance, J. / Pontalis, J.-B.: Das Vokabular der Psychoanalyse. Frankfurt a. M.: Suhrkamp, 1973]

La traducción al español de A critical dictionary of psychoanalysis de Charles Rycroft, traduce así

anxiety = angustia

separation anxiety = angustia de separación

anxiety hysteria = histeria de angustia

anxiety neurosis = neurosis de angustia

paranoid anxiety = angustia paranoide

psychotic anxiety = angustia psicótica

signal anxiety = angustia señal [Freud: “Signalangst”]

[Rycroft, Charles: Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1976]

Desde el punto de vista de la sociedad actual, al hablar de ansiedad y estrés habría que tener presente que vivimos en una sociedad que genera deseo y apetencias para vender sus productos (Konsumgesellschaft) y al mismo tiempo alimenta la ilusión de que todo el que se esfuerce lo suficiente puede subir en la escala social (Leistungswahn). El sentimiento de autoestima está asociado al continuo control del rendimiento personal, pero también al miedo que provoca el estar criticado, evaluado, examinado continuamente, miedo a no “dar la talla” exigida. Este miedo se convierte en un estado angustioso que consume toda la energía necesaria para el trabajo creador y “acorrala” (“angosto > angustiado” al individuo. Se tiende a veces a salir de esta angostura, acorralamiento, amedrantamiento mediante la huida hacia adelante: acentuando la actividad y la apetencia, es decir, alimentando más las ansiedad. Es así la ansiedad más un mecanismo de defensa contra la angustia que un sinónimo de ella.

La traducción de angustia al alemán sería Angst, tanto en el contexto de la filosofía existencialista (desde Kierkegaard a Heidegger) como en el contexto del psicoanálisis freudiano.

Mientras que para esa huida de la angustia, que es la ansiedad, se podría traducir, según el contexto en que se encuentre, por

innere Spannung / innere Unruhe / Rastlosigkeit / innere Stress-Situation / Sorge / starkes Verlangen / innere Suche / Suchtverhalten / emotionale Spannung / grosse Erwargungshaltung ...

Compárese la expresión alemana “ich kann es nicht mehr erwarten” con la española me muero por + infinitivo.   

es nicht mehr erwarten können, zu ...

morirse de ganas de + infinitivo

er kann es nicht mehr erwarten

está que muerde de ganas

etwas nicht mehr erwarten können

morirse de ganas de + infinitivo

etwas nicht mehr erwarten können

estar rabiando por + infinitivo

ich kann es nicht mehr erwarten!

¡qué emoción!

ich kann es nicht mehr erwarten

no puedo esperar de curiosidad

er kann es nicht mehr erwarten, daß ...

las ganas que tiene de que ... no se las puede aguantar

David Beckham kann es nicht mehr erwarten, von Real Madrid unter Vertrag genommen zu werden

David Beckham loco por venir a jugar al Real Madrid

Alberto Tallaferro (ver cita más abajo), propone lo siguiente: 

“Traducir “Angst” en los casos en que denota un fenómeno afectivo intenso, pero difuso, por la expresión “ansiedad difusa” y reservar el vocablo “angustia” para el estado momentáneo paroxístico que se acompaña de síntomas somáticos vegetativos”.

Otros ejemplos de traducción de ansiedad al alemán:

uns alle verzehrt Zagen und endlose Angst

todos estamos consumidos por el miedo y la ansiedad que nunca se acaban

Angst und Furcht

la ansiedad y el miedo

Welch' banger Träume Mären meldest du Traurige mir!

¿Qué historias me explicas de sueños de ansiedad con tanta tristeza?

Er sucht ängstlich nach Dorella.

Busca con ansiedad a Dorella.

Die Sucht nach der Frau bei dem Mann.

La ansiedad del hombre por la mujer.

 

Die Wolken brennen
heute nacht,
selbst wenn man
die Augen schließt.
Mein Lächeln -
ein sehnsüchtiges Langen.
Zu dunkel
ist der Weg
zu dir.

Las nubes arden
esta noche
- incluso cuando
se cierran los ojos.
Mi sonrisa
- una ansiedad.
Demasiado oscuro
es el camino
hasta tí.

[Gedichte von Karin Jugl]

 

Dieses Mädchen, das in meinen Armen zittert
und die vorgibt, 20 Jahre alt zu sein
dieses Mädchen, das um Zärtlichkeit bittet
Innere Unruhe, Freiheit und Verrücktheit.

Esa niña que tiembla en mis brazos
Y que finge tener 20 años
Esa niña que pide ternura
Ansiedad, libertad y locura
.

Clasificación de los trastornos psíquicos

 

NEUROSIS

CARACTEROSIS

PSICOSIS

 

“psychische,

seelische,

emotionale Störung”

alemán:

 

“Charakterneurose -

Charakterpanzer”

afectivas

paranoides

esquizofrenias

“Gemüts- und Geisterkrankheit”

Nivel de síndrome

neurótico

(núcleo: angustia)

caracterial

(del self)

enfermedades mentales

Nivel de subsíndrome

ansioso

fóbico

obsesivo

depresivo

despersonalización

conversión-histérico

psicasténico

asténico

histérico

dependiente

anancástico

asocial

agresivo

paranoide

esquizoide

cicloide

maniaco

depresivo

distímico

delirante

disociativo-autista

hebefrénico

catatónico

paranoide

[Castilla del Pino, Carlos: Introducción a la psiquiatría. Madrid: Alianza Universidad,

1980, vol. 2, p. 85, ligeramente modificado por J. Fernández]

 

Diferencia entre angustia y ansiedad

 

«Desde el punto de vista clínico es útil diferenciar la angustia de la ansiedad. Es necesario hacer esta diferenciación ya que en la psicología de los últimos tiempos se usa indiscriminadamente la designación angustia o ansiedad, hecho que en gran parte se debe a que la palabra alemana “Angst” es un vocablo de significación mucho más amplia que la de la acepción genérica del término angustia. “Angst” es a la vez miedo, ansiedad y angustia. Por lo tanto traducir “Angst” exclusivamente como angustia es referirse a uno solo de los conceptos y restringir de esa manera el sentido del término. Hubiera sido más afortunado – puesto que se aviene mejor con el lenguaje corriente y se presta menos a la confusión – traducir “Angst” en los casos en que denota un fenómeno afectivo intenso, pero difuso, por la expresión “ansiedad difusa” y reservar el vocablo “angustia” para el estado momentáneo paroxístico que se acompaña de síntomas somáticos vegetativos.

De la ansiedad se puede decir que es una vivencia displacentera semejante en cierta medida al miedo, pero diferenciada fundamentalmente de éste por el hecho de que no existe un elemento real que provoque esta reacción. El miedo reclama siempre la presencia de algo real que lo desencadena. No es lo mismo tener miedo al bombardeo que se fantasea, que sentir miedo cuando las bombas están cayando. En el primer caso se trata sólo de un estado de ansiedad, porque no hay un hecho real que lo justifique, mientras que en el segundo hay miedo frente a un hecho concreto.

La ansiedad es un estado semejante a la expectación del peligro y una preparación mental para el mismo, aun cuando éste sea conscientemente desconocido.

En cambio en el susto existe una situación emocional determinada que está provocada por la acción de un estímulo que no se esperaba y cuya súbita aparición causa sorpresa.

Angustia es la sensación que domina cuando nada concreto permite pensar que se va a producir un bombardeo y pese a ello la persona lo teme; miedo es lo que la persona siente cuando se ha fijado hora para lanzar las bombas y sólo faltan minutos para que se inicie el ataque. Susto es el que siente aquel que nada sabe y de pronto oye, a poca distancia del lugar en que está, el estruendo de la primera bomba.»

[Tallaferro, Alberto: Curso básico de psicoanálisis. Buenos Aires: Editorial Paidós, 1979, p. 209-210]

«Es falso que siempre se acepte la tendencia en virtud de la cual uno estima que una acción es hic et nunc la mejor. En términos generales sucede lo inverso: mi acto de voluntad es el que me dice cuál es la tendencia mejor en un momento determinado. No es verdad que el hombre decide por lo mejor, sino que decide qué es lo mejor.»

[Zubiri, Xavier: Sobre el hombre. Madrid: Alianza Editorial, 1986, p. 600]

«Hay muchas cosas que el hombre preferiría, pero ¿son accesibles? Es la dimensión de espectancia, la espectación de lo accesible o de lo inaccesible. Ahí hay también grandes diferencias. Hay el hombre sosegado, que ve el panorama de sus espectancias tranquilamente, y hay el hombre que es víctima de una ansiedad. Suele llamársele angustia. Yo no sé si los médicos lo hacen o no lo hacen, pero si lo hacen me parece que lo hacen mal. No es lo mismo la ansiedad que la angustia, pero ello poco importa para el caso. Llamémosle ansiedad en este caso, porque lo es. Hay este momento de espectancia, que responde al tema de la accesibilidad o inacessibilidad de aquello que uno preferiría.

Naturalmente, esto no es suficiente. El hombre que tiene que querer, no solamente va prefiriendo unas cosas, y contrastándolas con aquellas que serían accesibles, es que hay además un quinto momento, que es la urgencia. En definitiva, hay que elegir alguna vez. Esta urgencia puede ser distinta. Hay también ahí grandes diferencias. Hay hombres que sienten la importancia antes que la urgencia – éstos generalmente alargan sus voliciones indefinidamente –. Hay otros hombres que sienten más bien la urgencia antes que la importancia. Estos hombres están dispuestos a resolver de un puñetazo las situaciones más difíciles de la vida. Hay diferencias.

No solamente esto, sino que ya elegida, querida la cosa interiormente, hay que ponerse a ello. También aquí hay grandes diferencias. Hay individuos que tienen una estructura explosiva, otros individuos que son eternamente indecisos: han elegido, han preferido; pero hacerlo, esto ya se alarga.

Aun supuerto que el hombre se ponga a hacer, hay un momento de firmeza, porque generalmente las acciones humanas no son instantáneas, duran algo. Y aquí, naturalmente, a la volición le afecta una diferencia por razón de la capacidad de querer, que es la volubilidad: el hombre que no mantiene firmeza en lo que ha comenzado a hacer.

Finalmente, aun si lo ha realizado, el hombre, tal como dije antes, depone su fruición. Ha querido, sí, pero ¡cuántos descontentadizos hay que tienen poca capacidad de fruición!

En la unidad intrínseca de este proceso que va desde la movilización del hombre en sus tendencias hasta la fruición final, por esos ocho puntos o dimensiones, transcurre el acto concreto de eso que llamamos la volición, como acto de la facultad de querer. Y como puede verse, en tanto que acto de una facultad de querer de estructura esencialmente tendente, la volición tendente es tal que la presencia intrínseca de las tendencias, en el seno de la voluntariedad, modula intrínseca y cualitativamente la capacidad misma de voluntariedad. Las tendencias que conforman, también deforman la voluntad. La personaliad pricopática no está constituida precisamente por aquél que no tiene voluntad. Un psicópata no carece forzosamente de volición, sino que en grado mayor o menor, tiene una voluntad intrínsecamente torcida y deformada. Hasta qué punto eso acontece, depende de los grados. En todo caso, sería un abstracto hablar de la voluntad como mera “facultad“ física; hay que hablar de la voluntad como “capacidad“ de querer. Y como capacidad de querer va modulada intrínsecamente por las tendencia que conforman y deforman la voluntad, y que hacen de ella una voluntad eficaz o una voluntad psicopática.

Éste es, a grandes rasgos, el acto de capacidad de querer.»

[Zubiri, Xavier: Sobre el sentimiento y la volición. Madrid: Alianza Editorial, 1992, p. 62-64]

«Según Freud, la angustia aparece como temor ante los propios ciclones impulsivos, o mejor aún, como represión del objeto de la ansiedad. Este temor tiene su génesis en la situación infantil, cuando el niño se siente incapaz de admitir conscientemente la fuente de un sentimiento de amenaza; por ejemplo, la represión paterna (angustia de castración). Mowrer dice que cualquier miedo reprimido puede reverdecer en forma de ansiedad. La misma represión hace al sujeto más vulnerable frente a las amenazas e incrementa, de este modo, su ansiedad neurótica. Mis puntos de vista difieren de los citados.»

[López Ibor, Juan José: Las neurosis como enfermedades del ánimo. Madrid: Gredos, 1967, p. 91]

«A pesar de todos los esfuerzos, el lenguaje, sedimento de la experiencia colectiva, aproxima los vocablos de “angustia” y “ansiedad”, pero no cuenta con dos palabras, sino con varias para designar un espectro de fenómenos, dos de cuyas franjas son éstas, y a las que se agregan: inquietud, opresión, mareo, vértigo, etc. Son diversos matices, grados de un mismo fenómeno, que pueden establecerse en escalas distintas. Existe una primera escala que oscila entre el polo visceral y el psíquico puro. Una veces la vivencia va matizada del lado de la sensación; otras, del conocimiento: Aun dentro de la sensación, ésta se nota en planos distintos de la corporalidad: estómago, plexo solar, región precordial, garganta, etc.

Por eso la angustia tiene un efecto sobrecogedor paralizador. En la ansiedad, en cambio, se inicia ya una tendencia de escape, como una tendencia motoda. Se puede establecer un paralelismo entre estos dos estados y las dos reacciones descritas en la histeria de Kretschmer (reflejo de inmovilización y tempestad de movimientos), que yo he propuesto llamar de “sobresalto” y “sobrecogimiento”. Ambas reacciones señalan una jerarquía diferente de ambos tipos de reacción. En la primera amanece el primer intento de resolver el compromiso vital por la evasión; la segunda se realiza en un plano más hondo y el ser se queda agazadapo, inerte, incapaz de movimiento. Pues bien, el mismo matiz diferencial se puede establecer entre angustia y ansiedad: la primera emerge de la inmovilización; la segunda, del sobresalto.

Otra tercera escala es la que se establece entre la mayor o menor nitidez en la percepción del estado. Cuando se percibe más nítidamente tenemos ansiedad, y el el plano noético [de la mente] de la persona el que sufre el impacto. Si el sujeto carece de ese fino aparato registrador, el fenómeno toma un carácter más somático, más encarnado, más corporalizado. Ya Littré decía que ansiedad es un estado de trastorno y agitación, con desplazamiento hacia el polo activo e intelectual. La angustia es fenómeno físico. Como complemento psíquico de tal situación emotiva se incluye la tristeza.»

[López Ibor, Juan José: Las neurosis como enfermedades del ánimo. Madrid: Gredos, 1967, pp. 202-203]

«La “angustia real” (señal necesaria de peligro) es compañera constante del hombre, amenazado incesantemente tanto por la paralización del desarrollo como por el riesgo del progreso más allá de las fronteras de hecho alcanzadas. Hay una cierta angustia inextricablemente ligada a la necesidad de objetivarse desarrollándose incesantemente, puesto que al fin y al cabo hay que abandonar una y otra vez la seguridad de la posición alcanzada en cada caso, lo cual produce angustia. Por otra parte, sin embargo, la ansiedad neurótica corresponde al conflicto entre la “conciencia vital” (Lebensgewissen) que nos empuja hacia adelante y las fuerzas regresivas, que hacen al hombre retroceder ante nuevos pasos, como consecuencia de su fijación a una “pseudosíntesis”.»

[Caruso, Igor A.: El psicoanálisis, lenguaje ambiguo. México y Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1966, p. 118]

 

angustia y ansiedad <> confianza básica y ternura

 

«La ternura es, ante todo, adaptación a este ritmo lento, y a la par abundante, dentro del cual hace eclosión la vida. Es, fundamentalmente, desdén del tiempo, olvido de la prisa. En la caricia el tiempo queda suspendido y su más profunda esencia radica en el acorde secreto en el que se instala “la espera”. Unos acordes, el ritmo inescrutable de la vida; la mano que acaricia olvidada del tiempo, de su transcurrir, parece esperar que algo se entreabra y despliegue. Es como un aguardar a que las cosas se revelen en su esencia, y de ahí su lento respeto, su confianza en una identidad arcaida con lo que es acariciado. Una caricia apresurada es la negación de toda ternura. Si la ternura se atropella, basta esto para revelar su falsedad. Hay en toda ternura una sosegada espera al mismo tiempo que una seguridad tranquila. ¿No es la lentitud de la caricia una evocación de la lentitud de todo crecimieto? Y su ritmo, tan opuesto al atropello y a la prisa, ¿no es el eco de ese ritmo con el que toda vida se va desarrollando? Si la caricia da confianza es porque nace de una hondísima confianza en aquello que con la vida surge. En la ternura y en la caricia, la intencionalidad del hombre, el tono de su ser y de sus músculos se solidariuzan con el ritmo profundo que renueva las células, los materiales de la vida, con un tiempo biológico, lento, calmoso. Por eso la caricia materna calma el dolor del golpe mejor que ningún analgésico; sabe, de antemano, que aquello va a pasar, que la herida y el daño, arrastrados por el fluir de la vida, van a ser reparados.»

[Rof Carballo, Juan: Violencia y ternura. Madrid: Prensa española, 1967, p. 208]

«La vinculación con la madre constituye al niño como ser que va haciendo y ordenando su mundo, un mundo conocido, un mundo en el que se encuentra seguro, tranquilo, cobijado. Mas de pronto irrumpe lo extraño, lo incomprensible: la tormenta, la alucinación, la pérdida de un ser querido. Entonces este mundo conocido, hogareño, cobijador, se vuelve de pronto desasosegante, angustioso.

En alemán hay una hermosa palabra que expresa a la vez la angustia, la desazón, lo extraño y la ausencia de patria y de cobijo. Dícese para ambas cosas, desazón y condición apátrida o ausencia de cobijo: unheimlich, sin heim, sin abrigo, sin patria u hogar. En gallego tenemos una palabra similar: desacougo, que indica a la vez desazón, inquietud y falta de cobijo. En castellano no existe, que yo sepa, una expresión pareja. Podríamos decir, con mucho menos rigosr: desacogimiento. Palabra que, en cambio, tiene la ventaja de expresar cómo la angustia producida por la extrañeza de la situación, esto es, por la invasión del mundo por contenidos incongruentes, inexplicables, inquietantes y, a la vez, por la pérdida del cobijo o del amparo, proviene de la pérdida de algo fundamentalísimo para el ser humano: del acogimiento. Puesto que todo ser que nace es acogido por una estructura social preestablecida, es decir, por unos hábitos y estilos de hacerse cargo de la realidad, hábitos y estilos que van a serle incorporados en el mismo tuétano de su ser biológico.

Al incorporarse estos hábitos, y como en respuesta a esta acogida, el nuevo ser va a sentirse, dentro de su trama de relaciones interpersonales y con la realidad, seguro, pero sólo en cierto modo, es decir, con una cierta seguridad, las más de las veces suficiente para realizar su vida. Pero cuando, como ocurre en las pesadillas o en las alucinaciones o en la locura, irrumpen en el mundo del hombre otras posibilidades de la realidad que su sistema de hacerse cargo de lo real no admite, su seguridad se conmueve, el mundo se vuelte caótico, aterrador, dislocado. Es entonces cuando el último fondo del ser del hombre, pululante de formas indominables y monstruosas, caótica, la angustia nos invade

[Rof Carballo, Juan: Medicina y actividad creadora. Madrid: Revista de Occidente, 1964, p. 255-256]

 

miedo y angustia

 

Los psicoanalistas suelen aludir a la siguiente anécdota que, en alemán, ilustra muy bien la diferencia entre miedo y angustia:

-Patient: Herr Doktor, ich habe solche Angst.

-Analytiker: Dann werde ich Sie (um Sie zu heilen) das Fürchten lehren müssen. [ = Nur wer sich der Angst stellt, kann sie überwinden.]

Se basa esta anédota en la diferencia entre la angustia ante algo difuso, no conocido concretamente, y el miedo ante un objeto identificable. Es decir, el que está angustiado ha avanzado en la superación de la angustia si logra concretizar lo que le angustia y convertirlo así en miedo.

«¿Ante qué se angustia el neurótico? ¿Cuál es el objeto de la angustia?

Desde Kierkegaard se ha repetido hasta la saciedad, en el redescubrimiento que de él se hizo hace unas décadas, que el sujeto se angustia anta la posibilidad. Es cierto: el miedo es ante un objeto concreto y preciso; la angustia, ante algo posible o de posibles consecuencias. “Posible” quiere decir varias, que es tanto como decir cualquiera en un momento dado, para ser otra momentos después; o puede ser todo. Pero “posible” es también lo que no es sino que puede ser y, por tanto, lo que es tan sólo objeto imaginario, e imaginario como temible y de consecuencias también imaginarias, varias, pero siempre también temibles. El objeto de la angustia es, pues, un objeto fantástico

[Castilla del Pino, Carlos: Introducción a la psiquiatría. Madrid: Alianza Universidad, 1980, vol. 2, p. 94]

«Angustia, miedo y pánico:

No se puede establecer una distinción absoluta entre angustia y miedo. En realidad – en el plano psicológico, se entiende –, existen transiciones entre ambas: muy frecuente es el “miedo angustioso” y el “miedo a que sobrevenga la angustia”, que son dos expresiones distintas. El pánico es un miedo a todo, a un peligro que amenaza de todas partes y, en el fondo, lo hace desde ninguna.

Nikolai Hartmann critica las diferencias establecidas entre angustia y miedo (miedo = objeto concreto y angustia = objeto indefinido). También la angustia se siente ante algo concreto, die Hartmann. Lo concreto de la angustia es su carácter de amenaza invasora (“das Anrückende”). Si a esto se quiere llamar una experiencia concreta, entonces sí que la angustia tiene un objeto. La realidad es, sin embargo, que tal amenaza invasora es de carácter difuso. Es algo que se acerca y se cierne sobre uno sin saber lo que es.»

[López Ibor, J. J.: Las neurosis como enfermedades del ánimo. Madrid: Gredos, 1967, p. 73]

MIEDO (inglés: fear)

«Emoción primaria evocada por un peligro inminente y acompañada de un deseo de escapar. A pesar del hecho de que el miedo es una de las experiencias humanas elementales y que el escape es indudablemente una de las respuestas biológicas básicas, el psicoanálisis tiene muy poco que decir acerca de él. Existen dos razones. En primer lugar, su interés primario ha sido el de lapatología; como resultado, el miedo ha sido eclípsado por la angustia, pese a que ésta es definida algunas veces como miedo irracional; alternativamente, el miedo es definido a veces como “angustia objetiva”. En segundo lugar, la insistencia de Freud en ls teorís del instinto dual no deja lugar a un tercer instinto primario; por lo tanto, los psicoanalistas tienen mucho que decir acerca de cómo el amor y el odio pueden entrar en conflicto, en inhibición mutua, e incluso a veces reforzarse mutuamente (sadismo), pero muy poco es lo que tienen que decir acerca de cómo el miedo puede interactuar con el amor y el odio. En vista de la pasión de Freud por la antítesis y los opuestos, es digno de señalarse que podría plantearse el caso de considerar al miedo como el opuesto tanto del amor como del odio.»

[Rycroft, Charles: Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1976, pág. 77-78]

 

angustia y fobia

 

«La angustia es el temor a la posibilidad de no dominación de una situación que se vive como probable, a sentirse aniquilado o perjudicado ante ella.

La fobia es la inseguridad de que una situación concreta domine sobre el sujeto: el cuchillo puede suscitar la instancia agresiva; la plaza, la posibilidad de que, al atravesarla, sea presa de vértigo que haga no factible superar el tránsito; la sala o habitación cerrada, la posibilidad de que no podamos sentirnos libres para respirar o para escapar ante la inminencia de un riesgo que pudiera acaecer. La fobia, en suma, surge como la no seguridad de que en la relación con el objeto no se pueda suscitar daño alguno corporal o psíquico para el sujeto.

En la obsesión la inseguridad surge ante el propio acto que se realiza; ¿puedo pensar sin que con ello pueda pensar mal de otro?, etc.»

[Castilla del Pino, Carlos: Introducción a la psiquiatría. Madrid: Alianza Universidad, 1980, vol. 2, p. 90-91]

 

angustia (Angst), temor (Furcht) y pavor (Schreck)

 

«ANGUSTIA: En su dilucidación del concepto de la angustia, Kierkegaard parte del abismo irreconciliable que existe entre lo finito y lo infinito, abismo sentido por la existencia humana como una angustia radical. [...] La angustia es algo enteramente distinto del miedo y de otros estados anímicos semejantes: “éstos refiérense siempre a algo determinado, mientras que la angustia es la realidad de lalibertad como posibilidad antes de la posibilidad. Por eso, no se encuentra ninguna angustia en el animal“ (S. Kierkegaard: El concepto de la angustia). Siguiendo a Kierkegaard, Martin Heidegger hace de la angustia el temple de ánimo peculiar mediante el cual se revela la nada y se descubre la existencia como un estar sosteniéndose en ella. [...]

Estos conceptos de la angustia son “existenciales“. Han sido elaborados por filósofos y han tenido escasa resonancia en la psicología. Los psicólogos, especialmente los de tendencia llamada “científica“ y “experimental“, se han ocupado sobre todo de describir objetivamente los estados de angustia o bien buscar el enlace de tales estados con fenómenos fisiológicos o bioquímicos. [...]

En Más allá del principio del placer (Jenseits des Lustprinzips), Freud distingue entre la angustia (Angst), el temor (Furcht) y el pavor (Schreck). La angustia corresponde a un cierto estado de expectación del peligro (incluyendo un peligro desconocido); el temor requiere un objeto del que el sujeto se siente temeroso; el pavor es el estado en que se encuentra un sujeto cuando afronta un peligro para el cual no estaba preparado.»

[Ferrater Mora, José: Diccionario de filosofía. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 1969, pp. 106-107]

·

Podríamos resumir en un cuadro la gama de sentimientos, en cuyo extremo positivo está la esperanza y en el negativo la desesperación:

esperanza

¯

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

­

confianza básica (‘Urvertrauen’)

¯

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

­

euforia

entusiasmo

anhelo

inquietudes (tener)

deseo

afán

ansiedad

angustia

miedo

temor

tedio

tribulación

congoja

fobia

pánico

pavor

terror

desesperación

 

“El rasgo nuclear de la personalidad neurótica es la inseguridad.“ (Carlos Castilla del Pino)

 

ansiedad > Sucht / starkes Verlangen / unaufschiebarer Wunsch

No es lo mismo tener hambre que tener apetito. Una cosa es tener ganas de comer y otra sentir ansiedad por la comida (bulemia). Como se dice en español: comer y rascar, todo es empezar. El ansiedad tiene algo de desmesurado, mientras que las ganas se satisfacen con un objeto concreto y la fruición tiene un límite.

Se busca una cosa concreta, pero cuando la realización del deseo, por las circunstancias que sean, se demora, surge la ansiedad. Entonces se mezcla en el sentimiento de apetecer algo el miedo de no conseguir el objeto del deseo. El sujeto se convierte así no en volente, sino en paciente (del latín patiens – ’el que soporta (males)’). Es la ansiedad patológica.

Cuando no lo tiene, es angustia patotógica o neurótica, en el sentido de que el paciente sufre (patere) bajo ese sentimiento.

angustia > Angst

se angustia por nada

se ahoga en un vaso de agua

La angustia puede tener un motivo real. Cuando no lo tiene, es angustia patotógica o neurótica, en el sentido de que el paciente sufre (patere) bajo ese sentimiento.

Se puede ilustrar la diferencia si consideramos el síntoma del alcoholismo.

«Por tanto, ni toda ingestión de alcohol define por sí al alcohólico (el mero gustador de bebida puede ingerir más alcohol y más veces que algunos alcohólicos) ni toda situación conflictiva es por sí misma incitadora a la toma de alcohol. [...]

Para que exista el alcoholismo, esto es, para que una persona sea alcohólica, hace falta, pues, la conjunción de una realiad (ante la cual bebe) y la conciencia, más o menos oscura, de su incapacidad para la modificación por sí de ella. Es, pues, la situación la raíz del conflicto que en la persona se dramatiza y que, al no poderse resolver por el encaramiento, es decir, por la plena concienciación de la misma para la adopción ulterior de la praxis adecuada, se intenta su falaz superación mediante la evasión – negación de la realidad, de la situación –, o mediante la adquisición de una seudopotenciación de su persona que haga posible su acción sobre la realidad y, por tanto, la modificación de ella (beber “para estar en forma“, para agredir, etc.).»

[Castilla del Pino, Carlos: Vieja y nueva psiquiatría. Madrid: Seminarios y Ediciones, 1971, p. 204]

Hay ansias de vivir y ansias de morir (“que muero porque no muero“, Santa Teresa).

Hay angustia ante la vida y ante la muerte.

Ansiedad > ansiar: apetecer alguna cosa / desear / buscar intensamente.

Angustia > estar angustiado: estar inhbido, temeroso, acongojado.

Vocabulario

 

afán

Eifer / Streben

afán de ...

Streben nach etwas [Dativ]

afán de lucro

Gewinnstreben

afán de notoriedad

Geltungsbedürfnis / Geltungssucht

con afán de lucro / sin afán de lucro

mit Gewinnabsicht / gemeinnützig

poner mucho afán en algo

etwas mit viel Eifer machen

afanarse

afanarse por conseguir algo

sich abmühen um etwas zu erreichen

sich abplagen

afanoso

strebsam

angustia

«angosto, h. 1140. Del lat. ANGUSTUS.

Derivados: Angostura, 1495. Angustia, 2. cuarto S. XV, tomado del latín agustia ’estrechez, situación crítica’, derivado de angustus; angustuoso, 1607; angustiar, 1495.»

[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 52]

«angustia: Angst. Sinónimos: miedo, congoja, zozobra o inquietud, ansiedad (Beklemmung). Antónimos: ánimo, serenidad (Gefaßtheit) [Gelassenheit], impavidez (Kaltblütigkeit). Una angustia le entra o le invade (befällt) a alguien, le llena, le tiene inmovilizado o (como) petrificado (lässt ihn erstarren), le paraliza, le domina, se apodera de él, le vuelve loco, le hacer perder el juicio (Verstand). Experimentar, sentir angustia; ser presa de una gran angustia; la cara de alguien delata (verrät) una angustia extrema

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

miedo inespecífico [Angst]

me angustia todo, no sé qué me pasa

Beklemmung

Angst

angustia vital

Lebensangst

Betrübnis (congoja, aflicción)

Kummer

eso me angustia

das bedrückt mich

esas noticias me dan angustia

diese Nachrichten bedrücken mich

angustiado

bekommen

verängstigt

bekümmert (afligido / apenado)

betrübt (afligido / apenado)

angustiar

beklemmen (acongojar)

(ver)ängstigen (causar temor)

bekümmern (apenar / afligir)

beklommen werden (afligirse)

sich ängstigen (atemorizarse)

angustioso

angstvoll (lleno de angustia)

beängstigend (inquietante)

beklemmend (sofocante)

un momento angustioso

ein angstvoller Augenblick

anhelante

keuchend / schnaubend (jadeante)

sehnsüchtig (ansioso)

estar anhelante por alguna cosa

etwas herbeisehnen

anhelar

«anhelar, 2. cuarto S. XV, ’desear con vehemencia’. Tomado del latín anhelare ’respirar con dificultad’. Derivados: Anhelo, principios del S. XVII. Anheloso, principios del S. XIX.»

[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 52]

«anhelar: (meist lit.) sehnlich wünschen. Sinónimos: ansiar, apetecer, codiciar profunda, apasionada, frenética, impetuosamente, con impaciencia, con vehemencia. Anhelar la libertad, la felicidad de los hijos, la salud, la salvación eterna, la muerte liberadora (erlösend).»

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

«anhelar: heiß begehren, streben nach etwas (Dativ), eifrig wünschen, ersehnen.»

[Slaby-Grossmann: Wörterbucht der spanischen und deutschen Sprache.]

sich sehnen nach etwas [Dativ]

ahelar + infinitiv

sich danach sehnen, zu + Infinitiv

anhelar el cielo

el anhelo de ver a Dios

anhelo

«anhelo: Sehnsucht, Begierde. Sinónimos: el ansia, el afán, deseo vemente o ardiente. Un anhelo profundo, fuerte, impetuoso, irreprimible, irrefrenable, insaciable (unstillbar). Anhelo de desquite o de venganza (Rachsucht). Un anhelo le entra o le invade a alguien (befällt); le domina, le tiene dominado, le atormenta (quält), le estimula (stachelt an) o (lit.) le acucia. Satisfacer un anhelo, reprimirlo (unterdrücken), dar rienda suerta (freien Lauf lassen) a un anhelo

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

«anhelo: Sehnsucht, Begierde, Sehnen, Trachten, Verlangen nach etwas (Dativ): con anhelo – sehnlichst, eifrig; anhelos viajeros – Reiselust.»

[Slaby-Grossmann: Wörterbucht der spanischen und deutschen Sprache.]

anhelo de ...

Sehnsucht nach etwas [Dativ]

anhelosamente

sehnlichst

con anhelo, con gran expectación

in fiebernder Erwartung

anheloso / con anhelo

sehnsüchtig

respiración anhelosa

schwere Atmung

ansia

«ansia, h. 1250. Tomado del latín tardío anxia íd., derivado del latín anxius, -a, -um, ’ansioso’. Derivados: Ansiar, 1607. Ansiedad, h. 1460, poco frecuente hasta el S. XIX. Ansioso, mediados del S. X, latín tardío anxiosus

[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 53]

«ansia:

1.    Beklommenheit. Sinónimos: aflicción, congoja, angustia, zozobra (innere Unruhe). Un ansia inexplicable, indefinible, terrible, congojosa; una ansia loca se apodera de él; le entra una ansia loca; le invade un ansia loca; le domina un ansia de ...

2.    Begierde, starkes Verlangen. Sinónimos: anhelo, fuerte deseo. Antónimo: desgana (Unlust). Ansia incontenible, irrefrenable (unbezähmbar); ansia de beber, de comer, de saber (wissbegierig); ansias incumplidas o insatisfechas (untestillt). Saciar uno su ansia destructora (Zerstörungswut); refrenar o reprimir uno el ansia que experimenta (verspürt); desear alguna cosa con ansia o ansiosamente

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

«ansia: Angst, Ängstlichkeit, Qual, Beklemmung, Kummer, Brechreiz, Begierde, Sehnsucht: ansia de saber – Wißbegierde; ansia de trabajar – Arbeitswut; ansia de venganza – Rachsucht; con ansia – mit Ungestüm; ansia respiratoria – Atemnot; ansias de muerte – Todesangst, Schrecken des Todes.»

[Slaby-Grossmann: Wörterbucht der spanischen und deutschen Sprache.]

(Seelen)angst

Beklemung

Unruhe

Übelkeit [náusea]

ansia de alguna cosa

Sehnsucht nach etwas [Dativ]

Verlangen nach etwas [Dativ]

ansia de poder

Machthunger

el ansia de inmortalidad

tiene ansia(s) de reconocimiento social

está ansioso de ...

ansiar + acusativo

«ansiar: sehnlich herbeiwünschen. Sin. anhelar (begehren), apetecer, desear ardientemene: Ansiar la libertad, el encuentro con el ser amado, la llegada del médico, el comienzo de las vacaciones; noticias de alguien

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

«ansiar: sehnlich begehren, sich nach etwas sehnen, ansiar por – sich sehnen nach.»

[Slaby-Grossmann: Wörterbucht der spanischen und deutschen Sprache]

sich sehnen nach etwas [Dativ]

etwas herbeisehnen

el momento ansiado

der ersehnte Augenblick

lograr la tan ansiada copa

den heiß ersehnten Pokal gewinnen

ansiaba el regreso de su marido

sie wartete sehnsüchtig auf die Rückkehr ihres Mannes

ansiaba el fin de la guerra

er sehnte das Ende des Krieges herbei

ansiedad

«ansiedad: angstvolle Bekommenheit, cf. angustia. Seelenangst, Beklemmung.»

[Beinhauer, W.: Stilistisch-phraseologisches Wörterbuch spanisch-deutsch. München: Hueber, 1978]

«ansiedad: (Seelen)Angst, Beklemmung, innere Unruhe.»

[Slaby-Grossmann: Wörterbucht der spanischen und deutschen Sprache]

búsqueda inespecífica

innere Unruhe (desasosiego)

innere Spannung

Sorge

Besorgnis

Angst

(Seelen)angst

Beklemmung

Beunruhigung

tener ansiedad de algo [no material]

Sehnsucht nach etwas haben

tener ansiedad de alguna cosa [objeto de consumición]

ein starkes Verlangen nach etwas haben

padece de ansiedad

está en un estado de ansiedad continua

en estado de ansiedad

in Erwartungshaltung

im Angstzustand

in Sorge sein (preocupación)

in einem Unruhezustand

in einem Zustand erhöhter Spannung

besorgt

beunruhigt

estar invadido por el desasosiego

von innerer Unruhe befallen sein

neurosis de ansiedad

Angstneurose

ansiosamente

esperamos ansiosamente su visita

wir können Ihren Besuch kaum erwarten

la esperaba ansiosamente en la estación

er wartete sehnsüchtig am Bahnhof auf sie

caminar ansiosamente de aquí para allá

unruhig auf und ab gehen

ansioso / con ansia

ansioso de ...

begierig nach ...

beunruhigt

sentirse ansioso

innerlich unruhig sein

sehnsuchtsvoll

ungeduldig (impaciente)

aprensión

Besorgnis

Mißtrauen

Befürchtung

ser muy aprensivo

überängstlich

furchtsam

sich übertriebene Sorgen machen

desasosegado

beunruhigt

desasosegante

beunruhigend

desasosiego

estar invadido por el desasosiego

von innerer Unruhe befallen sein

ganas

Lust

ganas / tener ganas de + sustantivo / infinitivo

Lust haben auf etwas / Lust haben zu + Infinitiv

pena

Trauer / Traurigkeit

Kummer

sentir mucha pena por alguna cosa

etwas sehr bedauern

tener pena / tengo mucha pena

das macht mich traurig

me da mucha pena

es tut mir in der Seele weh

estar apenado

traurig sein

serenidad

Gelassenheit

sereno

gelassen

Definiciones de los diccionarios monolingües

 

anhelo. (Del lat. anhēlus).

1. m. Deseo vehemente.

ansia. (Del lat. anxĭa, f. de anxĭus, angustiado).

1. f. Congoja o fatiga que causa en el cuerpo inquietud o agitación violenta.

2. f. Angustia o aflicción del ánimo.

3. f. náusea.

4. f. anhelo.

ansiedad. (Del lat. anxiĕtas, -ātis).

1. f. Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

2. f. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.

angustia. (Del lat. angustĭa, angostura, dificultad).

1. f. Aflicción, congoja, ansiedad.

2. f. Temor opresivo sin causa precisa.

3. f. Aprieto, situación apurada.

4. f. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.

5. f. Dolor o sufrimiento.

6. f. náuseas (gana de vomitar). U. solo en sing.

7. f. p. us. Estrechez del lugar o del tiempo.

afán. (Quizá de afanar)

1. m. Trabajo excesivo, solícito y congojoso.

2. m. Trabajo corporal, como el de los jornaleros.

3. m. Fatiga, penalidad, apuro.

4. m. Solicitud, empeño, pretensión, deseo, anhelo vehemente.

5. m. Prisa, diligencia, premura.

gana. (De or. inc.).

1. f. Deseo, apetito, voluntad de algo. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Ganas DE comer, DE dormir.

inquietud (Del lat. inquietūdo).

1. f. Falta de quietud, desasosiego, desazón.

2. f. Alboroto, conmoción.

3. f. Inclinación del ánimo hacia algo, en especial en el campo de la estética. U. m. en pl. Inquietudes literarias.

miedo. (Del lat. metus).

1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

temor. (Del lat. timor, -ōris).

1. m. Pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.

2. m. Presunción o sospecha.

3. m. Recelo de un daño futuro.

4. m. germ. Cárcel de presos.

zozobra.

1. f. Acción y efecto de zozobrar.

2. f. Inquietud, aflicción y congoja del ánimo, que no deja sosegar, o por el riesgo que amenaza, o por el mal que ya se padece.

3. f. Lance del juego de dados.

4. f. Mar. Estado del mar o del viento que constituye una amenaza para la navegación.

[DRAE]

·

angustia 

(Del latín «angustia», derivado de «angustus»; v. «ANG-»; «Tener, Sentir; Causar», etc.) «Ansiedad». *Intranquilidad con padecimiento intenso, por ejemplo por la presencia de un gran peligro o la amenaza de una desgracia. «Agobio». Desazón o *malestar causado por la sensación de no poder desenvolverse; por ejemplo, por tener más trabajo o atenciones a que acudir de aquellos a que es posible hacerlo o por estar rodeado de muchas cosas en desorden.  *Malestar físico intenso no causado por dolor determinado, que produce respiración fatigosa y sensación de no poder vivir.

(V.: «Abrumar, acongojar[se], acosar, aginar[se], agobiar[se], angostar[se], apenar[se], *apremiar, apurar[se], atormentar[se], atosigar[se], desasosegar[se], desazonar[se], ensangostar[se], ensangustiar[se], hipar, *inqutetar[se], oprimir, hacer padecer, ahogarse en un vaso de agua.  Agonía, ahogo, aína, angoja, ansia, ansiedad, ansión, comezón, congoja, cordojo, cordoyo, desasosiego, desazón, impaciencia, inquietud, *intranquilidad, *malestar, nerviosidad, nerviosismo, opresión, *padecimiento, *preocupación, presura, tensión, tósigo, zozobra. No llegar la camisa al cuerpo, más muerto que vivo.  Agonías, *encogio, *pusilánime. *Tranquilo. *Agobio. *Apuro. *Asma. *Prisa».)

Familia de palabras:

angustiadamente

angustiado, -a

angustiador, -a

angustiar

angustiarse

angustiosamente

angustioso, -a

angustiado, -a.

1.    («Estar»). Afectado de angustia (no es corriente tratándose de angustia física).

2.    *Estrecho o falto del espacio necesario.

(«Ser»; aplicado a personas). *Apocado.

De la familia de angustia

angustioso, -a.

1.    Se dice de lo que causa angustia.  De lo que hace padecer: ‘Momentos angustiosos. Una situación angustiosa’.

2.    Atacado de angustia. Propenso a sentirla.

De la familia de angustia

anhelante. (adj.).

1.    Se aplica al que tiene respiración fatigosa.

2.    También, al que *desea con vehemencia algo que se expresa.

De la familia de anhelar

anhelar.

(Del lat. «anhelare», respirar con dificultad; véase «HAL-». El D. R. A. E. da este verbo también como intr., y la G. R. A. le asigna como régimen «a» y «por». No es usual en esta forma.)

1.    «*Jadear». Respirar con dificultad. (En esta acepción sólo se usan en lenguaje corriente algunos derivados).

2.    «*Ansiar». Desear mucho, particularmente un Íbien no material: ‘Anhela vivir independiente. Lo que más anhelo es la tranquilidad’.

«Espirar». Expeler el aliento.

Familia de palabras:

anhelación

anhelante

anhélito

anhelo

anhelosamente

anheloso, -a

anhelo.

1.    (no frec.). Respiración fatigosa.

2.    «Afán. *Ambición. Ansia». *Deseo vehemente de algo, particularmente inmaterial.

De la familia de anhelar

anheloso, -a.

1.    (aplicado a personas). «Anhelante» (con deseo).

2.    (aplicado a la respiración). «Fatigosa. *Jadeante». Que denota *cansancio o ansiedad o es dificultosa por cualquier razón.

De la familia de anhelar

ansia.

(Del latín «anxia», deriv. de «ángere»; véase «ang-». Fem., con «el», «un [una]».)

1.    «Ansiedad, *Angustia». Malestar físico muy intenso que no consiste en ningún dolor determinado y se manifiesta principalmente por respiración anhelante: ‘En las ansias de la muerte’.

2.    «*Angustia». Padecimiento espiritual con impaciencia o temor.

(«Saciar. Satisfacer»). «Afán. Anhelo». *Deseo muy intenso de algún bien material o espiritual: ‘El ansia de placeres [de libertad, de poder]. El ansia de vivir’.  Puede también decirse «comer, beber, mirar con ansia».

Familia de palabras:

ansiadamente

ansiar

ansiedad

ansión

ansiosamente

ansiosidad

ansiar.

(pronunc. «ans(ia)r, ans(ia)do, ans(ia)ndo», pero, generalmente, «ansi-o», etc.; aunque algunos autores se inclinan por «ans(io)»). Desear alguien una cosa muy importante para su bienestar o felicidad, cuya no posesión le causa sufrimiento.

(V.: «Abarcuzar, abrasarse, esperar como el santo advenimiento, alamparse, *ambicionar, anhelar, aspirar, *codiciar, consumirse, desalar, desalmarse, desear vehementemente, arder en deseos, despulsarse, *desvivirse, exhalarse, hipar, no ver la hora de, lampar[se], volverse loco, morirse, comerse con los ojos, irse los ojos tras, saltarse los ojos, penar por, perderse, perecerse, pirrarse, rabiar por, suspirar por, beber [sorber] los vientos. *Afán, *ambición, *anhelo, *aspiración, *avaricia, avidez, *codicia, *deseo, hipo, pío, sed insaciable.  Afanoso, ambicioso, anheloso, ansioso, *codicioso, desalado, deseoso, loco. *Ambición. *desear. *encapricharse».)

De la familia de ansia

ansiedad.

1.    Estado del que ansía.

2.    «*Angustia». Preocupación e impaciencia por algo que ha de ocurrir.  Se emplea específicamente en medicina.

De la familia de ansia

ansioso, -a

ambicioso, anheloso, ansioso, *codicioso, desalado, deseoso, loco. *Ambición. *desear. *encapricharse».)

[Moliner, María: DICCIONARIO DE USO]

Ansiedad

J. Enrique Sarabia

Vals

Ansiedad de tenerte en mis brazos

musitando palabras de amor.

Ansiedad de tener tus encantos

y en la boca volverte a besar.

Tal vez estén llorando mis pensamientos,

mis lágrimas son perlas que caen al mar,

y el eco adormecido de este lamento

hace que esté presente en mi soñar.

Tal vez estés llorando al recordarme

y estreches mi retrato con frenesí,

y hasta tu oído llegue la melodía salvaje

y el eco de la pena de estar sin ti.

El concepto de angustia en

la filosofía existencialista y en el psicoanálisis

 

«La angustia

Kierkegaard:

En su dilucidación del concepto de la angustia, Kierkegaard parte del abismo irreconciliable que existe entre lo finito y lo infinito, abismo sentido por la existencia humana como una angustia radical, como un desamparo donde la subjetividad limitada del hombre se halla suspendida en la nada de su angustiarse, gracias al cual puede la misma ser enteramente concreta, huir del engaño de la razón unificadora e identificadora y sumergirse en el torbellino del existir. La angustia es, por tanto, algo enteramente distinto del miedo y de otros estados anímicos semejantes: “éstos refiérense siempre a algo determinado, mientras que la angustia es la realidad de la libertad como posibilidad antes de la posibilidad”. “Por eso – sigue diciendo Kierkegaard –, no se encuentra ninguna angustia en el animal, justamente porque éste, en su naturalidad, no está determinado como espíritu” (El concepto de la angustia, I, 5). No tiene, pues, nada de sorprendente que para Kierkegaard la investigación de la angustia tenga que salir del marco de lo psicológico para entrar en el marco de lo existencial. La angustia es, ciertamente, un modo de hundirse en una nada, pero es a la vez la manera de salvarse de esa misma nada que amenaza con aniquilar al hombre angustiado, es decir, una manera de salvarle de lo finito y de todos sus engaños. De ahí la posibilidad, subrayada por el citado autor, de una educación por la angustia o, mejor dicho, de una educación en la fe por la angustia.

Heidegger:

Tal dilucidación de la angustia es proseguida, aunque con distinto propósito, por Heidegger. Este pensador hace de la angustia el temple de ánimo peculiar mediante el cual se revela la nada y se descubre la existencia como un estar sosteniéndose en ella. La angustia no es según ello un mero estado psicológico ni un “angustiarse por” algo determinado; en la angustia reveladora hay una indeterminación absoluta, que la distingue completamente del miedo. La angustia no es así una aniquilación del ente, sino un derrumbamiento del ente, un hundimiento. La confirmación de este carácter revelador de la angustia se demuestra por la visión de aquello ant lo cual la existencia se había angustiado una vez que la angustia ha desaparecido: esta visión remite justamente al hecho de que el objeto de la angustia no había sido nada, al hecho por el cual la nada misma, en su presencia pura, se había revelado allí (¿Qué es metafísica?). La angustia es, según esto, la condición misma de una existencia temporal y finita; no es sólo la agudización de una mera inquietud y zozobra, sino lo que se encuentra siempre en el fondo del hombre cuando no se halla “distraído” entre las cosas. Al descender al abismo de su profundidad, el hombre encuentra la angustia, mas cabe preguntarse si ésta es solamente una de las raíces de la existencia; más allá o al lado de la angustia podrías hallarse la esperanza, un estado de espectación que se encamina, no simplemente a las cosas entre las cuales se mueve la existencia en sus momentos de “distracción”, sino a una plenitud que puede colmar el supuesto vacío o crisis de la vida. Acaso pueda decirse que la angustia y la esperanza se nutren una de otra: sin angustia, la existencia correría, en efecto, el peligro de perderse en lo cotidiano, o de aniquilarse en lo satisfecho; sin esperanza, en cambio, la existencia podría desmoronarse, víctima de su propio interminable hundimiento. Podría concebirse la vida como un continuo tránsito de la una a la otra, sin jamás detenerse en ninguna; esperanza y angustia parecen igualmente necesarias para que la existencia humana mantenga su modo de ser esencialmente “contradictorio”.

Los psicólogos:

Los anteriores conceptos han sido elaborados por filósofos y han tenido escasa resonancia en la psicología contemporánea – con la excepción de la llamada “psiquiatría existencial”. Los psicólogos, especialmente los de tendencia llamada “científica” y “experimental”, se han ocupado sobre todo de describir objetivamente los estados de angustia o bien de buscar el enlace de tales estados con fenómenos fisiológicos y bioquímicos. Ahora bien, dentro del psicoanálisis freudiano se ha desarrollado la investigación de los estados de angustia en una forma que por un lado es estrictamente psicológica o psicofisiológica y por el otro lado parece rozar temas sensiblemente análogos a los del pensamiento filosófico existencial y existencialista.

Sigmund Freud:

Las causas de los estados de angustia (y de los estados, menos oprimentes por lo común, de ansiedad) habían sido buscadas antes de Freud en perturbaciones fisiológicas. Freud resumió esos estados de angustia producidos por una o varias causas fisiológicas con el nombre de angustia objetiva. Ésta se distingue de la angustia neurótica, la cual tiene causas puramente psicológicas. La causa de la angustia objetiva es la perspectiva de un peligro externo que se supone indominable y que paraliza la acción, resultando en ese estado de detención de la respiración y de concentración a que alude el término ‘angustia’ (angustia = ‘estrechez’). La angustia objetiva puede conducir a la angustia neurótica. Pero éste suele tener causas que pertenecen ocultas a la persona angustiada. Así, Freud indica que el nacimiento es causa y aun prototipo de la angustia neurótica, porque arroja al individuo al mundo fuera de la protección que le proporcionaba el seno materno. Las causas de la angustia neurótica son más “vagas” que las de la angustia objetiva. Tres tipos de causa son importantes. Por otro lado, causas ligadas a ciertas fobias de localización difícil. Por otro lado, “causas disponibles”, indeterminadas, que hacen que la angustia “flote” sin encontrar objetos específicos en los cuales fijarse – una forma de angustia bien descrita por Proust al escribir de ella que “flota” ... vaga y libre, sin estar afectada a nada determinado, al servicio un día de un sentimiento, otro día de otro, ora de la ternura filial, ora de la amistad hacia un camarada” (À la recherche du temps perdu, tomo I, p. 30). Finalmente, causas que ya no pueden llamarse causas, pues no hay en esta forma de angustia relación perceptible entre la angustia y lo temido en ella. Este último tipo de angustia se manifiesta en la historia.

En sus obras Introducción general al psicoanálisis e Inhibición, Síntoma y Angustia, Freud destaca el componente sexual – los “modos de uso de la libido” – de las angustias histéricas; los impulsos sexuales no satisfechos o no sublimados son reprimidos y engendran estados histéricos. Pero en otras obras el concepco de angustia se libera de connotaciones exclusivamente sexuales y hasta parece alcanzar las formas que hemos descrito como “existenciales”.

En Más allá del principio del placer, Freud distingue entre la angustia (Angst), el temor (Furcht) y el pavor (Schreck). La angustia corresponde a un cierto estado de espectación del peligro (incluyendo un peligro desconocido); el temor requiere un objeto del que el sujeto se siente temeroso; el pavor es el estado en que se encuentra un sujeto cuando afronta un peligro para el cual no estaba preparado.»

[Ferrater Mora, José: Diccionario de Filosofía. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1969, pp. 105-107]